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Puerto Rico

Privatizar para enriquecer a pocos y empobrecer a todos los demás

Fuentes: Rebelión

Este vídeo de seis minutos que les acompaño encierra verdades que ustedes desconocen; pero es esencial que aprendan y no olviden. Derrumba para siempre las mentiras que les han alimentado para hacerles creer que viven en una sociedad justa y democrática con igualdad de oportunidades. Este espejo que este corto representa refleja nuestra realidad y […]

Este vídeo de seis minutos que les acompaño encierra verdades que ustedes desconocen; pero es esencial que aprendan y no olviden. Derrumba para siempre las mentiras que les han alimentado para hacerles creer que viven en una sociedad justa y democrática con igualdad de oportunidades. Este espejo que este corto representa refleja nuestra realidad y nos la presenta en toda su injusticia. Tiene enorme vigencia para nosotros porque somos parte de esa realidad y nuestro empobrecimiento es el resultado de políticas que los inmensamente ricos han logrado imponer sobre las grandes mayorías de trabajadores como si fuera un dogma de fe.

Acá los políticos de los dos partidos que han gobernado este país (autonomistas y anexionistas con diferentes nombres pero collares intercambiables) han asumido los dogmas que esa minoría ha logrado imponer. Su éxito ha dependido de su capacidad para el engaño. Han logrado convencerte que el progreso que se vive es real y nos ofrece oportunidades para vivir mejor e ir enriqueciéndonos. Pero ha sido un fraude meticulosamente construido.

La inmensa mayoría de los ciudadanos de los Estados Unidos, y eso nos incluye a todos los puertorriqueños – esa dudoso privilegio incluye a caribeños, mexicanos, centroamericanos, afro-descendientes e indígenas – no tenemos idea cabal de la enorme injusticia social que vivimos. Desconocemos lo poco que la inmensa mayoría de nosotros tenemos si nos comparamos con la enorme riqueza que han acumulado los muy pocos que viven en la opulencia.

Después de todo nos han metido por ojos, nariz, oídos y boca la idea de que existe un Gran Sueño Americano. Una especie de sociedad igualitaria donde todos tenemos igualdad de oportunidades para alcanzar nuestras más ansiadas aspiraciones. Ese llamado sueño se ha tornado en pesadilla. Cada vez los más tenemos menos y los muchísimos menos tienen muchísimo más.

Siempre fue así. Siempre mandaron los ricos y siempre se enriquecieron más. Pero desde hace unos 32 años los «mogules» del dinero lograron imponer su visión y sus políticas de una manera nunca antes vista. Nos dijeron que el problema era que el gobierno era el problema y ellos representaban la solución. Solo ellos eran capaces de crear riqueza y generarla para todos y todas. El éxito obtenido por amplios sectores de la industria, la agricultura y la producción de la cultura pop ha tenido el efecto de generar un enriquecimiento del 1% y en empobrecimiento relativo de más del 80% sin precedentes.

Para ello no bastaba con que ellos controlaran el Banco Central y pudieran imprimir dinero de la nada, sin que nada lo sustentara. Tenían que lograr que el Gobierno dejara de reglamentarlos. Solo así argumentaban serían capaces de producir verdadera riqueza y generar empleos.

Tenían razón; pero era un engaño. La riqueza era para ellos y los empleos serían para los trabajadores de otros países dispuestos a trabajar por mucho menos del salario mínimo o para los inmigrantes a quienes llamarían ilegales para poder intimidarlos e imponerles la disciplina del miedo a la deportación y la cárcel. Generaron un enorme ejército de reserva de trabajadores que les permitirían reducir sus costos de producción y realizar niveles de explotación a escala global. El resultado de ese enriquecimiento lo podemos apreciar en las gráficas animadas de este excelente corto ilustrado que lo pone de relieve de manera magistral.

Desde que Ronald Reagan asumió la Presidencia en 1981 todo el aparato reproductor de ideologías que responde y pertenece al 1% de la Población logró imponer su catecismo y sus mandamientos. Utilizando como fundamento una afirmación de que la «mano invisible del mercado libre» en su infinita sabiduría generaría progreso para todxs lograron oponer su nueva teología. La mano invisible del mercado era infalible, omnisciente y todopoderosa. Interferir con sus efectos inherentemente infalibles era una herejía abominable.

Primero justificaron el montaje de un inmenso aparato represivo militar y de inteligencia absolutamente necesarios para derrotar el Imperio de mal y así justificar un presupuesto militar mayor que el de todas las naciones juntas. Sería un imperio de bases militares que enriquecería al complejo militar industrial de manera nunca antes vista en los anales de la Historia.

Segundo te convencieron que el gobierno era el problema y había que quitarle la capacidad de proteger el interés público con reglamentaciones dirigidas a proteger el ambiente, impedir el fraude y enriquecimiento injusto de los bancos, las petroleras, las farmacéuticas. La ampliación de la capacidad bélica no sería vista como gigantismo gubernamental contrario. Los beneficios a corporaciones y los subsidios a empresas agrícolas y a los fabricantes de armas, aviones, tanques, submarinos, portaviones, compañías de mercenarios y todo gasto imaginable para la guerra y la acumulación de arsenales de armas de destrucción masiva no serían vistos como cargas al presupuesto ni causantes reprobables a la acumulación del déficit.

Tercero te aseguraron que crearían empleos para todos y todas. Y además le echaron la culpa a los pobres de los problemas de los ricos. Las inversiones en programas sociales para la salud, la educación primaria, intermedia, superior y universitaria y los subsidios de vivienda y alimentación para los más pobres serían considerados como los principales problemas que contribuían al déficit y por lo tanto los primeros que enfrentarían recortes de todo tipo.

Tuvieron y siguen teniendo éxito en los tres frentes. Convencieron, aunque no por mucho tiempo, a casi todo el mundo de que las corporaciones velarían por tus intereses y garantizarían tu seguridad. Convencieron a muchos gobiernos dirigidos todos por miembros del club privado del 1% de los más ricos y poderosos que había que privatizar, privatizar, privatizar.

Solo así se alcanzaría el progreso económico y se evitaría el malgasto y la ineficiencia del Gobierno. Por décadas lograron convencer a la inmensa mayoría de la población que estas políticas redundarían en beneficio para la ciudadanía y reducirían los niveles de desigualdad y pobreza. Pero era todo un montaje de pura propaganda fraudulenta justificada por toda una falsa mitología elevada a rango de dogma de tipo religioso.

Se sacaron de la manga nuevos mandamientos: 1. Amar el lucro desmedido sobre todas las cosas. 2. Santificar los días de consumo en los templos comerciales. 3. Creer en la sabiduría y bondad infinita de las Corporaciones. 4. Honrar a los falsos profetas de la guerra y el consumo. 5. Matar a discreción a los que se nieguen a aceptar estas verdades sacrosantas acusándolos de terroristas. 6. Respetar el derecho absoluto de Privatizar. 7. Acumular y saquear los bienes y los frutos del trabajo ajenos. 8. Imponer el colonialismo y el neocolonialismo como vehículos de dominio sobre las tierras, los recursos naturales, la biodiversidad usando la doble hélice de las guerras contra las drogas y el terror como justificación para el dominio de naciones y continentes enteros.

Se estableció una sola iglesia cleptómana, corporativa y usamericana con un colegio de cardenales en el Banco de la Gran Reserva Federal. Y con gran éxito bautizaron su moneda apócrifa y sacrílega como dólar, que viene de dolor, adornada con la frase. In God We Trust. Cuando perdieron el enemigo principal se encargaron en sustituirlos por otros dos enemigos sin ejércitos ni estados para justificar las guerras del siglo 21: Contra las drogas y el terrorismo. Aprobaron legislación suspendiendo los derechos constitucionales más preciados y le concedieron al 1% la capacidad de utilizar su vasta riqueza que en este corto queda ilustrada de manera inequívoca.

Fue una falsedad tan constantemente repetida que miles de millones de personas la aceptaron como dogma de fe. Desde esa falsa creencia podían y pretenden poder imponer las privatizaciones y transferencias de miles de millones de dólares a los bancos y a los privatizadores de monopolios naturales en las comunicaciones, aeropuertos, puertos marítimos, proveedores de energía, redes de carreteras y más. En fin de lo que se ha tratado es de crear un ímpetu a favor de la privatización de toda la infraestructura rentable subvencionada y construida con fondos y deuda pública para así seguir acaparando poder y riqueza. De esa manera privatizan ganancias y socializan pérdidas.

Es de toda esta burda y fraudulenta patraña ya desprestigiada por el daño y empobrecimiento que ocasiona que surge el ímpetu para privatizar el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín. Nadie se llame a engaño. Ya con la mera firma del contrato se han enriquecido astronómicamente cabilderos, abogados, financieros e inversionistas que tienen como norte quitarnos el aeropuerto y todos los puertos marítimos dejando a Puerto Rico más pobre e indefenso.

Es por eso que PUEDA seguirá informando, denunciando y organizando una efectiva lucha para revertir esta entrega del Aeropuerto Internacional a manos privadas interesadas en enriquecerse y empobrecernos. Miren bien el resultado de estas políticas en la economía de los EUA y preocúpense porque los tahúres de oficio que han ideado esta transacción quieren quedarse con nuestros puertos a precios literalmente de remate.

En el próximo comunicado les comentará como han estructurado la transacción para darnos el tumbe del siglo 21.

Salvador Tió es fundador y también co-portavoz del colectivo Pueblo Unido en Defensa del Aeropuerto (PUEDA).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.