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¿Qué es la Troika?

Fuentes: Rebelión

Nos cuentan los medios de comunicación y los de podemos, que los hombres de negro de la troika son las personas que mandan pero a los que nadie ha votado. Dicen, que si tanto quieren mandar que se presenten a las elecciones. Esas afirmaciones me han llevado a preguntarme que es la troika y quien […]


Nos cuentan los medios de comunicación y los de podemos, que los hombres de negro de la troika son las personas que mandan pero a los que nadie ha votado. Dicen, que si tanto quieren mandar que se presenten a las elecciones. Esas afirmaciones me han llevado a preguntarme que es la troika y quien la controla.

La actuación de la troika se circunscribe exclusivamente al ámbito de la Unión Europea y está formada por tres instituciones, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. En teoría las tres tienen el mismo peso.

El FMI es una institución internacional compuesta por 188 gobiernos, casi todos los del mundo. Pero dentro del FMI unos gobiernos tienen más peso que otros. El reparto de poder dentro del FMI está totalmente descompensado, EEUU tiene el 16% de los votos. Tened en cuenta que las decisiones tienen que ser votadas por el 85% para salir adelante, con lo cual EEUU puede vetar cualquier decisión que no le guste. España no tiene ni porcentaje, está junto a un grupo de países que controlan entre todos los del grupo apenas un 3% de los votos.

El FMI tiene un fondo económico, aportado por los estados miembros (entre ellos España), que utiliza para prestar a los estados que lo necesitan. Ni que decir tiene que cada préstamo tiene que ser devuelto con intereses y que cada préstamo permite al FMI influir en el gobierno del estado moroso. Por lo tanto podemos concluir que el FMI es público, internacional, pero público. Aunque no se comporta como tal, ya que buena parte de su actividad se centra en dar créditos a empresas y a estas no las controla al prestarlas el dinero.

La Comisión Europea es un órgano ejecutivo y legislativo de la unión europea. Se compone de 28 miembros y un presidente, nombrados todos ellos por el parlamento europeo. Podríamos decir que es el consejo de gobierno de la Unión, por lo tanto público y democrático. Tan democrático como el consejo de ministros, al que en realidad nadie vota pero sale elegido entre los diputados electos.

La última institución que forma la troika es el BCE, el BCE es un organismo público que hoy sustituye en muchas de sus funciones a los bancos centrales de los distintos países. Sus fondos se nutren en su mayor parte de las aportaciones de los estados miembros del Euro, en menor medida se nutre de la creación de dinero y de las aportaciones de los bancos privados (en teoría tienen que aportar al BCE el 2% de los depósitos de sus clientes).

Es inexplicable por ejemplo, que el BCE no inyecte dinero en ningún caso directamente a los estados de dónde saca los fondos y que si lo haga con harta frecuencia a las compañías multinacionales. El BCE ha sacado un plan de compra de deuda milmillonario, pero las compras las hace en el mercado secundario. ¿Qué quiere decir esto? El estado saca la deuda (se endeuda a un altísimo tipo de interés), se la compra un banco y el BCE le compra la deuda a ese banco (a un tipo de interés mucho más bajo). Negocio redondo para el sistema bancario. ¿Tiene eso sentido? ¿Por qué el BCE no compra la deuda, a un tipo moderado o con otras condiciones favorables de pago, directamente al país que la sacó?

El FMI y el BCE actúan como unos usureros con los estados, cuando prestan dinero, toman el control político del país moroso y le obligan a hacer cambios legislativos, todos dirigidos al adelgazamiento de los estados. Privatizaciones de todas las empresas del estado, subidas de impuestos, limitación de los derechos de los trabajadores, etc… Pareciera que no quieren que esos préstamos sean devueltos, para así poder embargar y los estados pareciera que hacen lo posible por complacer las expectativas de los usureros. La comisión Europea, la última pata de la troika, apoya a las otras dos en todas sus medidas, comportándose como una enemiga de los estados a los que representa.

Se supone que la legitimidad de estas instituciones la da el voto de la gente, ya que han sido creadas y son sostenidas por los representantes que nosotros elegimos en las elecciones. Pero es evidente que no es así, parece que la democracia se circunscribe solo a los parlamentos nacionales, unos parlamentos que son continuamente presionados por esas instituciones para actuar en contra de sí mismos y de los trabajadores.

Todos los días desde hace ocho años nos dicen desde el poder, que el gobierno no quería hacer tal o cual cosa, pero que la Troika les obligaba. Las medidas de austeridad de la Troika han multiplicado la deuda de España por tres, han multiplicado los sueldos de los trabajadores por cero coma setenta, han amputado todo gasto social. Menuda austeridad. Creo que evidentemente al estado y a los que trabajamos dentro de él, esta austeridad nos está hundiendo. Pero algunos están sacando pingues beneficios de todo esto.

Lo que quiero decir con esto, es que los hombres de negro son los mismos que se presentan a las elecciones, los mismos que escriben los artículos que leemos en los medios de comunicación. Personas que solo tienen una lealtad, el dinero, beneficiar a los que les compran. En realidad vivimos en una dictadura disfrazada de democracia, la dictadura del capital. La crisis, esa que ellos usan para ganar más a nuestra costa y ponernos en el lugar que ellos piensan que nos corresponde, nos sirve para que algunos veamos lo que hay detrás del disfraz. ¿Cuándo seremos mayoría los que veamos que este sistema no vale, que hay que sustituirlo por otro que sea para todos?

Para que ese milagro ocurra tenemos que observar lo que está delante de las narices y aprender y hacer tres cosas:

En primer lugar, lo público es hoy ya sólo una carcasa vacía. Hoy lo público es un letrero por el que entra el usuario pero que enriquece a lo privado porque el Estado, dado su carácter burgués, ha convertido el ratio social en beneficio privado. A los Estados, como a Carlos V en su día, les prestan y condicionan en sus políticas los banqueros. Al de los Austrias, los prestamistas judíos de Amberes (dicho sea sin ánimo alguno de antisemitismo. Es una licencia histórica) y las ricas familias genovesas, entre otras fortunas. Hoy a los Estados modernos, lo hacen los grandes fondos de inversión, los fondos buitre, los megaespeculadores que amasan sus fortu nas en los mercados de futuro y, en general, aquellos tiburones que con un ataque especulativo a las bolsas pueden hundir una moneda, como sucedió en su día con George Soros y su ataque a la libra esterlina. Estos usureros son los que les dicen a los Estados y a las instituciones supraestatales (FMI), porque a ellos también les prestan, qué políticas han de hacer para devolverles el dinero, o lo que es lo mismo, qué parte del pastel social/»público» se van a comer ellos al ser privatizado en beneficio de los acreedores.

En segundo lugar disparar, por tanto contra el BCE, la Comisión Europea o el FMI es como hacerlo contra una sombra porque, al no estar allí la base del poder, no hay sangre porque no hay cuerpo: se escamotea la crítica directa al capitalismo. El problema principal de las sociedades capitalistas no está en sus títeres sino en quienes los manejan, el capital. Esto sin negar que deba hacerse una crítica a los consejos de administración del capital que son los aparatos institucionales. Pero ese abordaje es secundario.

En tercer lugar, la «democracia», como la crítica a su ausencia no es el mal que debamos conjurar, como tampoco la lanza que destruirá al capitalismo. Ya no es una cuestión de cómo se eligen o no las representaciones, del peso ponderado de cada país, según criterios discutibles, de la ausencia de igualdad de oportunidades en la liza política o de tantas cuestiones de orden menor. Es que la democracia es un cuento para dummies, una mentira para dormir a las masas, el medio de hacer cómplices a éstas en las consecuencias de unas políticas contra ellas («no te quejes, se ha decidido democráticamente»). El votante ignora absolutamente qué harán con su voto (y en esto no aprecio diferencia alguna entre derechas e «izquierdas») y además desconoce del todo sobré qué vota, cuando vota, así como las repercusiones de su voto.

Javier del Canto es militar del Ejército del Aire español.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.