Este es el reclamo de miles de campesinos y estudiantes que desde fines de abril no dejan de movilizarse en las calles de Managua y toda Nicaragua. Que se vaya Daniel Ortega, su señora Rosa Murillo y todo el gobierno. Pese a que Ortega cedió en su plan de reforma a las jubilaciones, el pueblo […]
Este es el reclamo de miles de campesinos y estudiantes que desde fines de abril no dejan de movilizarse en las calles de Managua y toda Nicaragua. Que se vaya Daniel Ortega, su señora Rosa Murillo y todo el gobierno. Pese a que Ortega cedió en su plan de reforma a las jubilaciones, el pueblo nicaragüense no ha dejado de movilizarse. Está en curso un proceso revolucionario que puede terminar con la caída del régimen represivo.
El pueblo nicaragüense grita en las calles «Ortega, Somoza son la misma cosa». Este es el final de quienes hace casi 40 años habían encabezado una revolución para derribar al dictador Somoza. En Masaya, Matagalpa, León, Estelí y en todas las ciudades que fueron la base social del sandinismo se han producido bloqueos de ruta o se levantan barricadas. En las universidades también sucede lo mismo. Miles de campesinos marcharon a Managua donde se produjo una marcha que fue una marea humana. La policía y los grupos armados del orteguismo no cesaron de reprimir y matar. Se calculaba en mediados de mayo 53 muertes, centenares de heridos y algunos desparecidos.
Los estudiantes son una vanguardia clara. Hasta ahora no surge una nueva dirección política y ni nuevos organizaciones. Pero el proceso puede dar lugar al surgimiento de lo nuevo. Mientras tanto hay un desborde de masas. La burguesía nica, la Iglesia y el ejercito están preocupados de que se profundice la movilización y caiga Ortega en medio de una revolución que no controlen. Que se produzca algo semejante a lo que fue el fin de Kadaffi en Libia y otras dictaduras seudo populares en el norte de Africa en el 2011.
Por eso la Iglesia Católica y su Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), vieja aliada de Ortega, busca con una «Mesa de Dialogo» buscando salvar al régimen o dar una salida pactada que evite la continuidad de la movilización revolucionaria. Algo parecido a lo hicieron el Vaticano y personajes como el socialdemócrata español José Luis Zapatero en Venezuela. Mesas de «dialogo» que contribuyeron a salvar a Maduro de su caída. Las propias Fuerzas Armadas tomaron distancia de Ortega reclamando no entrar en la represión y exigiendo dialogo. Es sintomático que el ex comandante y ex jefe del ejercito Humberto Ortega, hermano de Daniel y hace años retirado de la política, haya alertado sobre el peligro de un «colapso». Se dice que Humberto «que ha criticado en varias ocasiones al Gobierno de su hermano, envió días atrás una carta al Comando Sur de Estados Unidos, al Departamento de Estado y a los jefes de Defensa de Centroamérica, en la que advertía el peligro de un «colapso» en el país y la necesidad «de que el Ejército de Nicaragua siga firme en su carácter profesional no partidista y patriótico» (reproducido de Clarin, Argentina, 14/5).
Los estudiantes y amplios sectores populares tienen una lógica desconfianza del resultado de este dialogo. Muchos han señalado su oposición, incluso en las calles con pancartas que dicen: «No hay dialogo sin justicia». Desde ya se trata de una maniobra para desmovilizar y buscar un nuevo pacto con Ortega o un recambio para salvarlo de sus crímenes y seguir con una Nicaragua al servicio de los de arriba. El camino es seguir la movilización revolucionaria popular, repudiando el dialogo tramposo, hasta derribar al régimen patronal y represivo de Ortega y luchar por lograr un gobierno de los de abajo, de la clase trabajadora, de los campesinos y la juventud.
Miguel Sorans. Integrante de la Brigada de combatientes latinoamericanos Simón Bolívar que combatió en en 1979 contra la dictadura de Somoza. Dirigente de Izquierda Socialista/FIT de Argentina y de la UIT-CI.
Fuente: http://uit-ci.org/index.php/noticias-y-documentos/71-america-latina/2043-2018-05-20-18-51-20