La población europea se está moviendo a la izquierda Existe una tendencia por parte de los medios de información de asumir, erróneamente, que las instituciones representativas en los sistemas democráticos reflejan el sentir de la población, identificando país con gobierno, lo cual crea confusiones considerables. Así, cuando el gobierno Aznar decidió enviar tropas a Irak, […]
La población europea se está moviendo a la izquierda
Existe una tendencia por parte de los medios de información de asumir, erróneamente, que las instituciones representativas en los sistemas democráticos reflejan el sentir de la población, identificando país con gobierno, lo cual crea confusiones considerables. Así, cuando el gobierno Aznar decidió enviar tropas a Irak, la prensa internacional indicó que España apoyaba la política del Presidente Bush de invadir aquel país. En realidad, la gran mayoría de la población española no apoyó aquella invasión, y millones de personas salieron a la calle como protesta. No fue España, sino el gobierno de Aznar el que apoyó la invasión de Irak.
Una situación idéntica está ocurriendo ahora cuando, como resultado de que los partidos de derechas ganaron las elecciones al Parlamento Europeo, ha aparecido un gran número de titulares en los medios de información subrayando que «Europa se hace de derechas». No es Europa, sin embargo, sino el Parlamento Europeo el que se está moviendo a la derecha. En realidad, la mayoría de la población europea se ha estado moviendo a la izquierda (es decir, ha ido sosteniendo valores y posturas claramente identificadas con las izquierdas) desde hace ya años y alcanza ahora niveles sin precedentes. Según las últimas encuestas de valores de las poblaciones de los países miembros de la UE, por grandes mayorías, el promedio de la población de los veinticinco miembros de la Unión Europea cree que: 1) las desigualdades sociales son demasiado altas en su país (72%); 2) las personas con mayores rentas no están contribuyendo al erario público en la medida que debieran hacerlo (64%); 3) los estados debieran tomar medidas redistributivas para corregir las desigualdades sociales (68%); y 4) los estados debieran expandir los derechos laborales y sociales (76%). En el año 2008, último año en que se hizo tal encuesta, los porcentajes habían alcanzado unos niveles nunca antes vistos en los años de existencia de la UE. Basado en estos datos, no es correcto indicar pues -como constantemente se está haciendo- que la población europea se está moviendo a la derecha.
El Parlamento se está moviendo a la derecha
El Parlamento Europeo, sin embargo, sí que se está moviendo a la derecha. Y una pregunta que debe hacerse es ¿por qué ocurre esto cuando la población se está moviendo en sentido opuesto? Este es el punto clave que no se está analizando, pues la mayoría de analistas han perdido (se han olvidado de) las herramientas para analizar nuestras realidades. Los medios han analizado la elevadísima abstención, haciendo estos análisis por países, y pronto aparecerán estudios que lo analizarán por regiones, por edades, por género y otras categorías que, aún siendo valiosas, son insuficientes. La gran variable para entender lo que está ocurriendo en nuestros países es la variable más olvidada, es decir, la clase social de la población. En contra de lo que se ha dicho y escrito en la mayoría de medios de información, las clases sociales continúan existiendo en Europa (y en España). La imagen tan promovida en los medios de que la mayoría de la población de los países europeos pertenecen a esta categoría tan amorfa que llaman «clases medias» (que incluye prácticamente toda la población que está entre los ricos por arriba y los pobres por abajo) es profundamente errónea. La gran mayoría de la población en los países europeos pertenece a las clases populares, dentro de las cuales la clase trabajadora constituye la mayoría. Y esto no sólo objetivamente sino, incluso, subjetivamente. Hay más gente en la mayoría de países de la UE (incluyendo España) que se autodefine como clase trabajadora que como clase media.
Pues bien, si ustedes analizan el comportamiento electoral por clase social, pueden ver que la participación electoral ha seguido una pauta clasista muy clara. A mayor nivel de renta, mayor participación. Esto ocurre, por cierto, en la gran mayoría de procesos electorales en toda la UE. Pero ha alcanzado unas dimensiones nunca antes vistas en estas elecciones al Parlamento Europeo. La diferencia de participación electoral, en los últimos comicios, entre los barrios pudientes y los barrios populares (en los análisis que se han hecho en varios centros urbanos europeos), nunca había sido tan alta. De ahí que, aún cuando la participación ha sido menor en todas las clases sociales, ha sido masiva y enorme entre las clases populares, y muy en especial, en los barrios obreros.
¿Por qué las clases populares se abstienen?
¿Por qué esta abstención tan masiva? La respuesta más común es que las clases populares no entienden la Unión Europea. La complejidad de tales instituciones es tal -se dice- que es de difícil comprensión para las clases populares. De ahí que no participen en las elecciones. Esta explicación proviene en su mayoría de los intelectuales afines (que son muchos) a los establishments políticos y mediáticos. Es una explicación condescendiente que cree que las grandes decisiones e instituciones sobrepasan la capacidad de entendimiento de las clases populares. Otra explicación, dada más frecuentemente por portavoces de partidos de izquierda que de partidos de derecha, es que los partidos no se han explicado bien, reduciendo el problema a una falta de comunicación.
El problema con estas explicaciones es que ambas ignoran el conocimiento que tales clases populares adquieren en su vida cotidiana, y que les informa muy bien sobre lo que está pasando en sus vidas. Y estas clases populares han ido viendo como su standard de vida se ha ido deteriorando, como su seguridad en el trabajo ha ido disminuyendo, y como el estrés en su puesto de trabajo ha ido creciendo (ver Navarro, V., ¿Cómo está evolucionando la situación social de la Unión Europea? En Borrell, J., Europa en la Encrucijada, Ed. Cajamar. Diciembre 2007). Y estas clases están muy preocupadas y muy inseguras. La evidencia de que existen estas percepciones y que éstas han ido aumentado, es fuerte y robusta. Y aunque anteceden a la crisis económica y financiera actual, han alcanzado su máxima expresión durante estos años de crisis.
Y, preguntémonos, ¿qué leen las clases populares en los diarios, qué oyen en la radio o qué ven en la televisión sobre la Unión Europea durante todo el año? Pues, predominantemente, lo que dicen miembros del Consejo Europeo y de la Comisión Europea de la Unión Europea (véanse las recientes declaraciones del Sr. Almunia, Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios). Tales dirigentes (como el Sr. Almunia) les dicen que los mercados laborales deben flexibilizarse (el mensaje que la clase trabajadora interpreta, correctamente, como que hay que desregular tales mercados, aumentando la inseguridad en su trabajo); que sus pensiones deben reformarse (el mensaje que interpretan correctamente como el intento de retrasar la edad obligatoria de la jubilación y disminuir sus pensiones); y que la tasa de inmigración (que en contra de lo que declara el discurso «políticamente correcto», afecta negativamente a su nivel salarial, compitiendo además en recursos públicos, particularmente escasos en sus barrios) debe aumentar, ampliándose la UE para integrar Turquía (con sus 71 millones de habitantes que generará el mayor flujo migratorio que ha existido en la UE). Y cuando se quejen de que sus escuelas tienen demasiados inmigrantes, el establishment mediático europeo (que envía sus hijos a las escuelas privadas que no admiten inmigrantes y que su máxima exposición a la población inmigrante es como su personal doméstico) les insultan llamándoles racistas e intolerantes (véase mi artículo «Por qué votan a la ultraderecha». Público. 18.06.09). De ahí que no sea del todo cierta otra explicación que se ha dado de la elevada abstención popular en las últimas elecciones atribuyéndola a que los «temas europeos» no centraron la campaña. El desempleo, la inseguridad laboral, la falta de protección social, y la desigual distribución de los costes de absorción de la inmigración, eran los temas que las poblaciones europeas indicaron, a través de las encuestas, preocupaban más a las clases populares en la gran mayoría de países de la UE (incluyendo España). En la mayoría de países de la UE ha habido un crecimiento del desempleo, un aumento de la inseguridad laboral, una dilución de la protección social, y una desigual distribución de los costes de la integración de la inmigración, todos ellos hechos que han ido ocurriendo antes de la crisis, aún cuando alcanzaron su máxima expresión durante la misma. En la mayoría de estos países las izquierdas apoyaron la integración de Turquía a la UE, siendo las derechas las que se opusieron. Es más, muchos partidos gobernantes de izquierda aprobaron medidas liberales promovidas por la Unión Europea, que afectaron negativamente el bienestar de las clases populares.
No es difícil comprender, pues, qué está pasando en la UE, cuando uno recupera el prisma correcto para entender esta realidad. En contra de lo que les dice el establishment, las clases populares sí que entienden lo que está pasando en la UE (son los analistas los que no lo entienden), y lo que ven no les gusta. De ahí que el pasado domingo se quedaran en casa o que un número creciente votara a la ultraderecha que, demagógicamente, les ofrece una vía de canalización de sus enormes frustraciones. El enorme fallo de grandes sectores de las izquierdas europeas se debe a que no han entendido lo que está pasando en la Unión Europea.