Desde enero de 2007, la industria occidental de los derechos humanos ha atacado al gobierno sandinista de Nicaragua por ser antidemocrático y represivo. Durante más de una década, el desarrollo social y económico de Nicaragua y los resultados de sucesivas elecciones democráticas contradijeron repetidamente esa narrativa mendaz. Frustradas por el embarazoso ejemplo del innegable soberano progreso social y económico, inspirado en el socialismo, de Nicaragua, las autoridades estadounidenses, durante varios años, prepararon, organizaron y finalmente apoyaron abiertamente el violento intento de golpe de Estado de abril de 2018.
Durante ese intento golpista y desde que fracasó, la industria de derechos humanos norteamericana y europea ha acusado falsamente a las autoridades nicaragüenses de haber reprimido brutalmente las protestas pacíficas de la oposición con una desproporcionada violencia letal. Al hacerlo, los informes de las organizaciones de derechos humanos han ignorado sistemáticamente numerosos delitos muy graves e incluso las masacres cometidas por la oposición de derecha en Nicaragua apoyada por el gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados. Entre el 18 de abril y el 17 de julio de 2018, 23 policías fueron asesinados por activistas armados de la oposición quienes también infligieron heridas de bala a 400 oficiales policiales . Los informes de las organizaciones occidentales de derechos humanos han ocultado esa violencia deliberada y letal de la oposición al suprimir sistemáticamente el testimonio convencional de los testigos, las pruebas documentales y el material audiovisual.
Por el contrario, no existen pruebas categóricas que apoyan las acusaciones de violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del Gobierno de Nicaragua. Últimamente, las organizaciones de derechos humanos han tratado de superar esa ausencia de pruebas utilizando una innovadora técnica de reconstrucción de realidad virtual. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) publicó el 30 de mayo de este año un video documental resultado de una colaboración entre un organismo de la Organización de Estados Americanos, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), el propio EAAF y una empresa con sede en Nueva York llamada SITU Research, que anteriormente había realizado reconstrucciones con técnicas de realidad virtual para Amnistía Internacional, Human Rights Watch y un grupo de abogados ucranianos.
Tanto el GIEI como la EAAF y SITU Research han afirmado falsamente que su video documental demuestra que la policía nicaragüense utilizó disparos indiscriminados sin provocación para matar a manifestantes desarmados en 2018. Sin embargo, su vídeo no muestra imágenes de policías o partidarios sandinistas disparando contra los manifestantes y omite las conocidas imágenes de vídeo de los medios de comunicación opositores que muestran manifestantes de la oposición que portaban e incluso utilizaban armas de fuego letales. También omite el contexto esencial en que ocurrió la violencia armada de la oposición relacionada con los acontecimientos cubiertos por el vídeo documental. Tampoco examina la fuerte posibilidad de disparos de falsa bandera similares a los de los incidentes que tuvieron lugar en el Puente Llaguno en Caracas durante el fallido intento de golpe de Estado de abril de 2002 en Venezuela. El vídeo fue financiado con el apoyo de donantes corporativos, incluida la Open Society Foundation, conocida por apoyar el golpe de Estado en Ucrania además de intentos de cambio de régimen en otros países.
El video de la EAAF-SITU Research hace afirmaciones pseudo-científicas atribuyendo disparos letales a la policía o a los partidarios sandinistas, basadas en un análisis profesional de Knox Associates del sonido de los disparos. Como John Perry señala en su análisis del video, el informe de Knox deja claro que activistas de la oposición con armas de fuego estaban entre los manifestantes, como incluso reconoce de paso el informe del GIEI. Otras secuencias de vídeo facilmente accesibles muestran a activistas de la oposición portando rifles automáticos y utilizando pistolas automáticas muy cerca de los mismos lugares y alrededor de la mismas hora en que el vídeo afirma que la policía nicaragüense disparó sus armas. El vídeo del EAAF suprime esta información inconveniente. Asimismo, las imágenes del vídeo, elaborado por SITU Research con el apoyo de Knox Associates, confunden de forma inexacta las distancias desde las que se oyeron los disparos en el vídeo.
Esta confusión e inexactitud de SITU Research tiene antecedentes en su video sobre los disparos en Maidan de Kiev en Ucrania en 2014. El video de SITU Research que muestra algunos de los tiroteos de Maidan fue cuidadosamente analizado por Ivan Katchanovski de la Universidad de Ottawa. Katchanovksi concluye que «no se necesita ningún conocimiento experto o familiaridad con la masacre de Maidan o Ucrania para ver una flagrante tergiversación de los datos elementales en ese modelo 3D». Entre otras cosas, descubrió que el modelo 3D de SITU Research había desplazado la ubicación de las heridas para adaptarse a las conclusiones del vídeo. El análisis de Katchanovksi también se basa en pruebas omitidas por SITU Research que contradicen las afirmaciones en su video sobre Ucrania, de la misma manera que SITU y EAAF han suprimido deliberadamente las evidencias que contradicen las afirmaciones de su vídeo sobre Nicaragua.
Con sorprendente franqueza, Brad Samuels, socio fundador de SITU Research, ha declarado públicamente: «…se trata de no permitir que estas narrativas se conviertan en la razón por la que no hay responsabilidad… para que puedas centrarte en lo que sí sabes y creo que eso está en juego en todos los sentidos más de lo que jamás ha estado,… esta cuestión de la competencia de narrativas, afirmaciones de la verdad y hechos y eso es realmente de lo que se trata, de lo que este trabajo se trata».
Samuels aquí reconoce directamente que la investigación de SITU Research suprime las competidoras evidencias inconvenientes que contradicen la narrativa en la que SITU Research quiere enfocarse. Hicieron esto en el video de Ucrania y ahora lo han hecho también en el video de EAAF-SITU Research sobre los eventos en Managua del 30 de mayo de 2018. El video documental sobre Nicaragua de la EAAF y SITU Research refuerza de manera deshonesta los falsos informes del GIEI utilizados para justificar los ataques en la OEA contra el gobierno de Nicaragua.
Tanto el video documental del EAAF-SITU Research como los informes del GIEI excluyen o suprimen sistemáticamente las referencias al material audiovisual disponible aquí y aquí, las pruebas documentales, los testimonios de los testigos y los informes de prensa aquí, aquí, aquí, aquí y aquí, y un informe sobre el terreno de un veterano periodista independiente, todo lo cual cuestiona su versión de los hechos. El caso de Nicaragua es un ejemplo emblemático de cómo se ha subvertido la práctica de la investigación genuina de derechos humanos para producir informes muy sesgados de parte de organizaciones como el EAAF y SITU Research, que apoyan la agenda política de instituciones neocoloniales como la Organización de Estados Americanos.
Las poblaciones occidentales están prácticamente indefensas contra este tipo de tiranía de desinformación anti-democrática. Cooptadas por las élites corporativas, las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos norteamericanas y europeas trabajan de cerca con sus contrapartes en la industria de los medios de comunicación corporativos y alternativos. Apoyan la política exterior de los países de la OTAN y corrompen a propósito el funcionamiento de las instituciones internacionales de derechos humanos según sea necesario para apoyar esa política exterior.
En la práctica, esto significa que realizan ataques frecuentes y oportunamente programados contra los países objetivos de gobiernos occidentales como Siria y Venezuela, y de manera conversa hacen ataques menos frecuentes y menos críticos contra, por ejemplo, Colombia o Israel. Los informes de la industria de los derechos humanos son puntos de referencia esenciales para la cobertura de asuntos exteriores de la prensa y los medios de comunicación, así como para los mensajes, a menudo extremadamente agresivos, de los medios sociales. Sus reportes también son aportaciones básicas a los procesos jurídicos internacionales de derechos humanos.
De esta manera, las organizaciones occidentales de derechos humanos amplían enormemente su alcance y su ámbito de mercado, haciéndose pasar falsamente como interlocutores imparciales en las instituciones mundiales de derechos humanos. El aura de sus mensajes influye en un enorme número de personas que ni siquiera leen sus informes. Esta aura es un producto de la industria de los derechos humanos de igual o mayor importancia que sus trabajos de investigación. Consolida su credibilidad institucional, y así mejora enormemente su capacidad para manipular la presentación de las noticias y los medios sociales.
Esta aura de marketing es más que una mera publicidad inauténtica para distraer el consumidor. Facilita la formación de la opinión internacional a favor de la agenda de los intereses corporativos y gubernamentales que invierten recursos en la industria de derechos humanos, precisamente para reforzar el poder e influencia de las élites occidentales. Deslegitima radicalmente la oposición al ilegítimo poder de las élites nortemaericanas y europeas al establecer implícitamente límites a las opiniones y argumentos que serán tolerados y las que no. Las organizaciones y los líderes de derechos humanos logran este control no mediante el rigor intelectual o por medio de genuinos logros legítimos, sino por acumular un espurio prestigio público a través de la aceptación corporativa y gubernamental expresada en subvenciones y premios.
Esa inversión empresarial y gubernamental dota a las organizaciones de derechos humanos de dinero, estatus y buena voluntad, facilitando dos extremadamente cínicas estrategias fundamentales. Primero, la industria de los derechos humanos se comercializa a sí misma de manera deshonesta, pero muy poderosa, como si estuviera impulsada por una preocupación humanitaria y no por un sesgo ideológico, lo cual efectivamente desacredita y margina las críticas legítimas. En segundo lugar, la industria de los derechos humanos excluye o suprime sistemática y deshonestamente las pruebas que desacreditan los pretextos para la sádica agresión económica y militar norteamericana y europea contra países de todo el mundo, desde el Irán y Siria hasta Cuba y Venezuela.
El falso video documental de EAAF y SITU Research sobre Nicaragua producido para el grupo GIEI que reporta a la OEA es el más reciente ejemplo destacado de esta realidad. Es una pseudo-innovación, una repetición neocolonial de la dominación imperialista convencional que abandona y corrompe la verdad histórica para favorecer una narrativa al servicio de las élites occidentales. Confirma el famoso comentario de Rodolfo Walsh: «La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.» Qué amarga ironía que un grupo de derechos humanos de Argentina colabore en un proyecto que busca exonerar a los criminales apoyados por el gobierno de Estados Unidos. mientras demoniza a sus víctimas.