El Gobierno británico abrió anoche una puerta a la esperanza a sus 150.000 ciudadanos desperdigados por medio mundo con el anuncio de que el espacio aéreo del país había quedado abierto. A partir de las 22.00 horas, los aeropuertos volvían a permitir el aterrizaje de aviones. Las autoridades aceptaron así las insistentes peticiones de las […]
El Gobierno británico abrió anoche una puerta a la esperanza a sus 150.000 ciudadanos desperdigados por medio mundo con el anuncio de que el espacio aéreo del país había quedado abierto. A partir de las 22.00 horas, los aeropuertos volvían a permitir el aterrizaje de aviones.
Las autoridades aceptaron así las insistentes peticiones de las compañías aéreas después de un día en el que se sucedieron los mensajes contradictorios. Lo que a media tarde estaba prohibido, sólo unas horas después pasó a recibir el visto bueno de las autoridades.
Durante buena parte del día, British Airways apostó por que el aeropuerto de Heathrom sería abierto a última hora. Por eso envió hacia allí 12 vuelos procedentes de China, Tailandia, EEUU y México. La compañía intentaba convencer a las autoridades de que les permitiera llegar hasta Londres, pero la versión oficial era que el espacio aéreo en el sur inglés estaba cerrado como mínimo hasta la 1 de la madrugada.
Para que no quedaran dudas, las autoridades recordaron que Heathrow estaba cerrado. Los aviones tendrían que ser desviados a Madrid o Lisboa. Pero de repente el Gobierno dio su brazo a torcer y puso fin a una prohibición que British Airways consideraba completamente exagerada .
Pérdidas
Las compañías aéreas no escondieron su malestar por la actitud del Gobierno en el sexto día de crisis. Alegaron que en otros países se habían adoptado medidas más flexibles con corredores aéreos en zonas de menor riesgo.
Las pérdidas se acumulan en todos los sectores. British Airways afirma que ha perdido ya 80 millones de libras desde el jueves, y que a partir de ahora los números rojos se multiplican cada día.
Horas antes, se vio que la impresionante evacuación naval con buques militares que la prensa había denominado «un nuevo Dunquerque» se había quedado en algo mucho más modesto. Londres se vio obligado a admitir que el mejor consejo que podía dar a los 150.000 turistas atrapados en el continente es que se dirigieran a la costa francesa. «El primer mensaje que puedo dar a los británicos que están en Europa es que vayan a Calais, porque es desde donde pueden cruzar el Canal», dijo el ministro de Exteriores, David Miliband.
Lo peor es que a esa hora el propio Foreign Office admitía que «pasarán semanas antes de que todos puedan ser repatriados». La repatriación de urgencia no podía funcionar. A excepción del HSM Albion que recaló en el puerto de Santander, los planes de enviar buques militares habían quedado olvidados.
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