Con su atmósfera, al mismo tiempo romántica y gótica, sofás de terciopelo dorado y elevados precios, el restaurante Julie’s, de Londres, no mantiene en secreto su reputación de comedero de celebridades. Kate Moss, Gwyneth Paltrow, Colin Firth, Kylie Minogue, Jeremy Pasman y los integrantes de la banda U2 son sólo algunos de los famosos clientes […]
Con su atmósfera, al mismo tiempo romántica y gótica, sofás de terciopelo dorado y elevados precios, el restaurante Julie’s, de Londres, no mantiene en secreto su reputación de comedero de celebridades.
Kate Moss, Gwyneth Paltrow, Colin Firth, Kylie Minogue, Jeremy Pasman y los integrantes de la banda U2 son sólo algunos de los famosos clientes que el restaurante incluye en una lista publicada en su sitio web.
Como parte de su compromiso con la buena mesa, Julie’s proclama el uso de ingredientes ecológicos u orgánicos con el fin de conservar saludable el ambiente y minimizar los residuos de pesticidas.
Pero nunca se mencionó que los comensales que pidieron platos ecológicos el último invierno fueron engañados por el restaurante, ya que compró carne barata, la cobró como orgánica y se quedó con la diferencia.
Engaño al descubierto
Hasta ahora se sabe que esta estafa fue descubierta por funcionarios de salud ambiental que visitaron las cocinas de uno de los más antiguos establecimientos de la capital, y que el gerente del restaurante escapó de ir a la cárcel la semana pasada.
Jueces de la Corte de la zona oeste de Londres condenaron el martes a Johny Eperigin, uno de los socios de Julie’s, a pagar una multa de 7 mil 500 libras, más 4 mil 297 libras por romper el reglamento sanitario de alimentos. Se le advirtió que sería encarcelado si reincidía en estos ilícitos.
Este caso daña la fama de Julie’s y de Eperigin, que también maneja el fino hotel Portobello.
Julie’s es muy apreciado entre las celebridades porque ofrece glamur y privacidad en abundancia. La clientela disfruta del Bar Champagne, decorado con elaborados tallados tipo islámico, o del salón medieval de banquetes, e incluso de los pequeños apartados que sirven para huir de las miradas indiscretas.
«Es el hogar de una rica combinación de artistas y gente de la publicidad, el cine y los medios. Toda estrella de Hollywood de primera línea ha cenado en Julie’s al menos una vez en los últimos 30 años. Mencióneme a quien sea y le aseguro que ha cenado aquí», dice la página web del establecimiento. Se rumora que existe una puerta trasera secreta que los famosos usan para huir de los paparazzi.
Pero no hubo escape para el restaurante cuando inspectores de los distritos de Kensington y Chelsea hicieron una inspección de rutina el 21 de noviembre de 2005.
Menú «orgánico»
Vieron que el menú ofrecía pollo orgánico marinado al horno, salchichas, costillar de cordero en costra de especias, todo también orgánico, y decidieron revisar la cocina. No había rastro alguno de algo orgánico en las facturas dadas por los proveedores. Estos fueron contactados y confirmaron que nunca entregaron carne orgánica al restaurante, al menos durante los 52 días anteriores a la inspección.
Entre el primero de octubre y el 21 de noviembre de 2005, las autoridades estimaron que el restaurante se ahorró 4 mil 186 libras nada más en pollo.
Kensington y Chelsea decidieron entablar lo que fue el primer juicio contra un restaurante por la venta fraudulenta de comida supuestamente orgánica.
Fiona Buxton, del departamento de salud pública de Kensington y Chelsea indicó: «Es un caso muy serio. Los clientes tienen derecho a recibir lo que se les ofrece en el menú. Para muchos comensales, esto implicó que traicionaron su estilo de vida.
«La gente opta por consumir productos orgánicos por su salud o por porque quiere fomentar el respeto a los animales. Julie’s engañó a las personas con esos valores», agregó Buxton, quien dijo también que espera que este caso sea también una «seria advertencia» para otros restauranteros.
Un vocero de la Asociación para la Tierra opinó: «El éxito genuino que han tenido en el mercado la comida y la bebida orgánica debe ser protegido de quienes engañan al consumidor al privilegiar sus ganancias por encima de sus principios».
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca