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Nicaragua

Revolución femenina en las aulas, sin eco laboral

Fuentes: IPS

La nicaragüense Karla Mendoza se esforzó por asegurarse un buen futuro profesional. Pero dos carreras técnicas, cursos de informática y relaciones públicas, una licenciatura universitaria casi concluida y más de ocho años de experiencia no bastan para lograrlo. «Aquí no valen para nada los estudios de las mujeres. Parece que siempre valoran más a los […]

La nicaragüense Karla Mendoza se esforzó por asegurarse un buen futuro profesional. Pero dos carreras técnicas, cursos de informática y relaciones públicas, una licenciatura universitaria casi concluida y más de ocho años de experiencia no bastan para lograrlo.

«Aquí no valen para nada los estudios de las mujeres. Parece que siempre valoran más a los hombres aunque cometan más errores y sepan menos que una», se quejó Mendoza ante IPS, después de interponer una demanda contra su despido de un hospital privado de Managua, por haber exigido un aumento salarial.

Mendoza, de 26 años, quien trabajaba hasta ahora como recepcionista y archivadora en el centro de salud y fue despedida junto con otras ocho mujeres por el mismo motivo, ejemplifica los resultados de dos investigaciones y de análisis especializados que muestran la cara y cruz de dos realidades divergentes.

Se trata de una revolución en el acceso de las nicaragüenses a la educación, que las convierte en más formadas que los varones. Pero la discriminación económica y laboral por motivo de género se mantiene resistente a esa transformación.

Un estudio realizado por María Rosa Renzi, coordinadora del Área Desarrollo Económico y Equidad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nicaragua, reveló que en el país las mujeres están accediendo más a las aulas educativas que los varones.

El Informe de Mujer, Trabajo y Liderazgo, divulgado a fines de 2010, mostró que la población en los centros educativos se vuelve mayoritariamente femenina, mientras cada vez más niños y adolescentes varones desertan de las aulas para engrosar al mercado laboral informal y complementar así el ingreso de sus familias.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Información de Desarrollo, en 2005 en Nicaragua había 238.780 niños, niñas y adolescentes menores de 17 años trabajando en las calle.

Los datos no están actualizados, pero cifras no oficiales sitúan en unos 300.000 el grupo en esta situación en 2010, en un país con una población total de 5,8 millones de personas, de los que 2,8 millones tienen menos de 18 años.

Según el estudio de Renzi, desde 1997 Nicaragua ha promovido y logrado la incorporación de las niñas y mujeres jóvenes al sistema educativo formal.

«La tasa de matrícula preescolar, primaria, secundaria y universitaria, es mayor en mujeres que en hombres. En esos tres niveles de escolaridad la tasa de matrícula ha experimentado un importante crecimiento en los últimos 10 años», dijo Renzi a IPS.

Entre 1997 y 2008 la tasa de cobertura neta de la educación secundaria pasó de 29,9 por ciento a 48,1 por ciento para las mujeres, mientras para los varones evolucionó de 24,8 por ciento a 42,9 por ciento, detalla su estudio.

El gobierno de Nicaragua celebra la reversión de las desigualdades entre los sexos en la educación primaria y lo resalta como el cumplimiento anticipado de la meta dentro de los compromisos de Nicaragua de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

En septiembre, la administración del izquierdista Daniel Ortega destacó en un informe que en preescolar y primaria la escolarización femenina supera a la masculina desde 2009, cuando el tercer ODM, el de paridad de género y empoderamiento de las mujeres, establecía alcanzar el igual acceso en 2015.

El informe también subrayó que donde la supremacía femenina es más notable es en las universidades, donde las mujeres representan 129,5 por ciento en relación con los varones.

Para el sociólogo Óscar René Vargas, Nicaragua está ante una plena «revolución femenina» en cuanto a presencia en las aulas, pese a que los centros de educación aun reproducen estereotipos de género que perpetúan la discriminación y subordinación de las mujeres en la sociedad.

Autor de dos libros sobre los ODM en Nicaragua y América Central, el sociólogo asegura que si se mide la concurrencia real a las aulas, la supremacía femenina desborda las cifras oficiales y asegura que la cifra en las escuelas primarias es de dos mujeres por cada varón, en secundaria de tres a uno y en la universidad la cifra supera cuatro a uno.

«Hay un desbalance notorio e irreversible y es un fenómeno positivo para el país, porque capacita a más mujeres de cara al futuro, pero en parte también es negativo porque la falta de educación del hombre incide en el desarrollo de la familia y la sociedad», observó el experto a IPS.

El revés de la moneda para Vargas es que pese a sus avances educativos, la sociedad todavía no reconoce plenamente a las mujeres como sujetas de derechos económicos y laborales.

Ello «se expresa en bajos salarios, poca promoción y reconocimiento a las mujeres en el mercado laboral, así como espacio en las tomas de decisiones», explicó.

Vargas estima a las mujeres aun se les emplea más en el sector informal que en el mercado formal con todas sus prestaciones y políticas de crecimiento laboral.

En ese sector informal, según el experto, la población trabajadora no solo está expuesta a bajos ingresos por su trabajo, sino también a reducidos niveles de protección.

Según sus investigaciones, en 2009 el ingreso promedio por trabajo de las mujeres representaba 76 por ciento de lo que ganaba un hombre en el mismo puesto laboral y con las mismas calificaciones académicas.

En el sector formal la brecha del salario femenino es de 10 por ciento, pero en el informal sube hasta 30 por ciento. Además, las mujeres pese a su salto educativo siguen ocupando solo 20 por ciento de los puestos directivos en el mundo del trabajo.

El fenómeno que afecta las aspiraciones de la nicaragüense Mendoza es global. Según el informe 2010 de Datos y Cifras Mundiales de Mujeres de las Naciones Unidas (ONU), en la última década el acceso a la educación aumentó en el mundo para las niñas en todos los niveles.

En 2008 había 96 niñas por cada 100 varones en las escuelas primarias, y 95 niñas por cada 100 varones en las escuelas secundarias, cuando en 1999, eran 91 niñas por 100 varones en primaria y 88 niñas por 100 varones en secundaria.

Pero la brecha laboral no cede. Según el informe 2010 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, 65 por ciento de los trabajos de las mujeres eran considerados vulnerables en 2009, comparado con 58 por ciento de los trabajos de los hombres.

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97417