En momentos en que el socialismo francés es un ave moribunda, la presencia de Frédéric Mitterrand en un gobierno conservador refuerza la estrategia de Sarkozy de aniquilar a sus adversarios.
Con el fichaje de un sobrino del difunto presidente socialista François Mitterrand, Nicolas Sarkozy inauguró ayer un nuevo gobierno en el que ocho personalidades cambian de cartera, entre ellas los ministerios clave de Interior y Justicia. La cabeza más vistosa es Frédéric Mitterrand, escritor, profesor, realizador de sulfurosos documentales sobre la monarquía y personalidades como Eva Perón y, desde hace un año, director de la Academia de Francia de Roma, la Villa Médicis. Frédéric Mitterrand será en adelante el nuevo ministro de Cultura de Francia. En momentos en que el socialismo francés es un ave moribunda, la presencia de Frédéric Mitterrand en un gobierno conservador refuerza la estrategia de Nicolas Sarkozy de aniquilar a sus adversarios ideológicos convocando a su gabinete a las personalidades de la izquierda.
El recién nombrado ministro de Cultura nunca fue una personalidad marcada a la izquierda, pero lleva un nombre poderosamente emblemático: François Mitterrand, dos veces presidente de la República, representa aún hoy el último hombre político de la izquierda francesa que llevó al socialismo al poder. Además de Frédéric Mitterrand, Nicolas Sarkozy incorporó a su gobierno al tesorero del partido centrista Modem, Michel Mercier, en quien recayó la cartera de Espacio Rural. Con Mercier en su gabinete, Sarkozy decapita un poco más al centro. Esta formación siempre gobernó en alianza con la derecha hasta que su líder, François Bayrou, rompió el embrujo y se independizó. Pero su fracaso en las recientes elecciones europeas (8 por ciento de los votos) le cortó alas a su vuelo. La reforma del gabinete fue bastante más allá de los cambios cosméticos que se esperaban. Una de las figuras simbólicas salientes es Rachida Datti, la polémica ex ministra de Justicia elegida europarlamentaria y reemplazada por quien era hasta ayer ministra de Interior, Michèle Alliot-Marie. La cartera de Interior será ocupada por un fiel amigo de Nicolas Sarkozy, Brice Hortefeux, hasta ayer ministro de Trabajo.
Según varias fuentes, el presidente francés pidió a sus ministros que actúen con «audacia reformadora». Sarkozy les dijo a sus ministros que serían evaluados «según su capacidad a reformar». El período que se inicia ahora está llenó de obstáculos. La crisis económica continúa ahondando los déficits públicos y agrandando el abismo del desempleo. El gobierno tiene además una cita con las urnas en una fecha muy próxima, las elecciones regionales de 2010. En los próximos tres meses el gabinete tiene la obligación de definir las prioridades nacionales para zanjar la crisis. Estas serán financiadas con un empréstito cuyo lanzamiento fue anunciado el lunes por Nicolas Sarkozy. El gobierno camina con una gigantesca pared por delante: recesión sin precedentes, haberes fiscales en caída libre, déficit público record y desempleo conforman un cóctel áspero. El déficit público francés alcanzará este año entre 7 y 7,5 por ciento del PIB, mientras que se calcula una caída del PIB del 3 por ciento. La explosión del desempleo, además de la precariedad que acarrea, también golpea el Presupuesto nacional. El paro incrementa los gastos del seguro de desempleo, al mismo tiempo que disminuye el porcentaje de las cotizaciones. Pese a todos los obstáculos materiales, Nicolas Sarkozy insiste en que las reformas continuarán. ¿Cuáles serán las auténticas y cuáles se quedarán en la ruta? Los estragos de la crisis definirán su amplitud.
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