El presidente francés modifica una mínima parte de su proyecto de reforma del sistema de pensiones
Nicolas Sarkozy tomó ayer una decisión estratégica en su intento de recortar el derecho a las pensiones. Tras la masiva jornada de protestas del martes, el presidente francés efectuó una concesión minúscula en el terreno de los ancianos inválidos. En sí, no representa nada, porque Sarkozy mantuvo la elevación de la edad de jubilación, centro del choque con los sindicatos.
Pero sí es significativo que el presidente anticipara esa concesión , inicialmente prevista en círculos gubernamentales para el próximo fin de semana. Los sindicatos escucharon e interpretaron: han decidido abrir un largo período de incertidumbre para el presidente, con movilizaciones locales el día 15 y nacionales el 23 de septiembre.
Sarkozy reunió ayer a varios ministros del área social. Como si el proyecto de ley de reforma de las jubilaciones no estuviera ya en debate en la Asamblea Nacional, anunció en persona varios cambios en el texto.
Primera concesión de Sarkozy a la calle. El presidente, que dijo en su día haber reflexionado profundamente sobre el problema de las jubilaciones y del modelo social, acaba de hacer un gran descubrimiento. Un anciano inválido mal podrá encontrar trabajo más allá de los 60 años si no puede trabajar. Y, por lo tanto, Sarkozy acaba de encontrar una fórmula técnico-administrativa para suavizar su reform a con ese público particular de personas enfermas.
Así que ha dado marcha atrás en una cuestión la de los ancianos inválidos obligados a trabajar hasta los 67 años por decisión de los conservadores que estaba haciendo mucha mella en la imagen del Gobierno.
En el proyecto inicial, Sarkozy preveía que sólo si un médico certificaba una tasa de invalidez del 20%, un anciano podría seguir jubilándose a los 60 años. Si no, pese a tener dolencias, debería seguir trabajando hasta la futura edad legal de jubilación de 62 años (sin garantía del nivel de pensión) o de 67 (con posibilidad de aspirar al 100% de su pensión de base).
Concesiones a los obreros
Ahora, con sólo el 10% de invalidez, los ancianos podrían seguir jubilándose a los 60 años. La medida es minúscula, beneficiaría sólo a unas 30.000 personas por año y tendría un coste de 300 millones de euros para la Seguridad Social.
El 80% de los franceses considera que la reforma es «ineficaz»
Igualmente minúsculas y técnicas fueron otras tres concesiones efectuadas por el Gobierno, en materia de jubilación de funcionarios con familia numerosa y de obreros que empezaron su carrera profesional a los 16 años.
Los sindicatos no dieron las gracias. Y es que saben que un Sarkozy que empieza a acercarse al periodo preelectoral, que tiene cada vez menos control de su mayoría parlamentaria especialmente en el Senado y que ha adelantado cinco días una concesión social ya prevista, puede dar mucho más juego, mucho más de sí. Y puede hacerlo mucho mejor .
Por eso ayer la reunión de la intersindical volvió a calificar de «inaceptable» e «injusto» el plan de recorte de derechos a la pensión pública, y no se dio por aludida por «la limosna» del presidente.
Lo curioso vino en la forma que cobraron las nuevas convocatorias de acciones . Seis centrales, entre ellas la combativa CGT, aceptaron la idea de «acciones» locales e incluso políticas el 15 de septiembre, y de una nueva gran jornada de huelga y de movilización nacional el 23 de septiembre. Dos sindicatos FO y SUD-Solidaires, muy fuerte en ferrocarriles y Correos se reservaron su respuesta y son partidarios de ir subiendo la presión con huelgas regionales «reconducibles». Otras tantas incertidumbres para Sarkozy.
Una de las acciones previstas llama aún más la atención. Con motivo de la fecha prevista para la votación del proyecto de ley en la Asamblea Nacional, el 15 de septiembre, y antes del paso al Senado, los sindicatos van a hacer lobby diputado por diputado y senador por senador.
Las dudas de los diputados
Con ese cambio de tercio, el presidente puede estar bien preocupado. Son numerosos los parlamentarios centristas y de la derecha moderada que ya confían en privado su opinión de que la reforma de Sarkozy es técnicamente floja. Y el Senado dio un susto ayer mismo a Sarkozy en un terreno que el presidente desarrolla en paralelo al tijeretazo social: el de la paranoia policial antiextranjeros.
En comisión, y pese a la mayoría de la derecha, sus señorías votaron contra las enmiendas gubernamentales introducidas recientemente en un viejo proyecto de ley para dar rienda suelta a los excesos antigitanos y antijóvenes.
Por su parte, las centrales hacen una apuesta peligrosa . Abre una posible vía de ruptura de la unidad sindical, enfría los ánimos y deja para dentro de dos semanas la jornada clave de la protesta popular.
Al mismo tiempo, tensa más a Sarkozy. Con el 80% de los franceses opinando que la reforma es «injusta» o «ineficaz» y con el 70% como mínimo apoyando las jornadas de acción, al presidente las centrales le dicen que, si así lo desea, puede pasar por la fuerza y acelerando. No es seguro que le convenga, con las urnas tan cerca. La líder socialista Martine Aubry dijo ayer: «Este proyecto es malo y habrá que retomar todo desde cero para un sistema de pensiones justo, equilibrado y duradero».
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