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Se repiten los disturbios en Grecia tras el entierro de Grigoropoulos

Fuentes: Gara

Las llamadas a la calma realizadas por el Gobierno griego no impidieron ayer que manifestaciones, destrozos y enfrentamientos con la Policía se avivaran tras el entierro del adolescente muerto el sábado por un disparo policial. Más de cinco mil personas se reunieron a las afueras de Atenas para asistir al funeral. Las autoridades calificaron de «catastrófico» el balance de los daños materiales, mientras la oposición pidió la dimisión del Gobierno y elecciones anticipadas.

Una nueva batalla campal sacudió ayer los suburbios de Atenas después del entierro de Alexandros Grigoropoulos, el joven de 15 años muerto el sábado por un disparo policial, cuyo fallecimiento ha desencadenado una ola de violencia que se agrava con el paso de las horas y que ha sumido al país en una profunda crisis que día a día adquiere un cariz más político.

La Policía volvió a utilizar gases lacrimógenos para dispersar a grupos de jóvenes que causaron destrozos en comercios y vehículos y reprimió con dureza a los manifestantes que protestaban por la muerte Grigoropoulos.

«Nadie tiene derecho a utilizar este suceso trágico como una excusa para las acciones de violencia contra ciudadanos inocentes, sus bienes, contra la Policía y la democracia», señaló el primer ministro conservador, Costas Caramanlis, tras reunirse con el presidente, Karolos Papulias, y celebrar dos reuniones extraordinarias de su Gabinete.

Las autoridades volvieron a recalcar que no tolerarán el vandalismo y la violencia, al dar c conocer que durante la jornada de ayer fueron arrestadas decenas de personas. Los detenidos desde el sábado superan ya los doscientos.

Caramanlis pidió la unidad política para «restar credibilidad a los violentos», cuyo aislamiento solicitó. Giorgios Papandreu, líder de la oposición mayoritaria del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) le respondió que «el pueblo ha perdido la confianza en el Gobierno», por lo que pidió su dimisión y la convocatoria de elecciones anticipadas.

Las primeras reacciones a la muerte de Grigoropoulos en el barrio ateniense de Exarhia las protagonizaron grupos de jóvenes anarquistas, pero el suceso ha catalizado, según diversos analistas, el descontento existente en Grecia por la crisis económica y las anunciadas reformas, los escándalos de corrup- ción en el seno del Ejecutivo y el malestar de muchos jóvenes abocados a un empleo precario o directamente al desempleo, cuya tasa en Grecia (22,9%) es la más alta de la UE.

La tranquilidad con la que amaneció ayer Grecia tras una nueva noche de enfrentamientos, destrucción y saqueos en tiendas del centro de Atenas y otras ciudades fue desapareciendo con el paso de las horas.

Miles de estudiantes se unieron ayer a las manifestaciones de protesta por la muerte de su compañero, inundando las principales avenidas de la capital.

Al término de la marcha se produjeron enfrentamientos entre unos 300 manifestantes y policías antidisturbios a las puertas del Parlamento. Un grupo de personas destrozó varios escaparates con piedras y causó daños en vehículos. Testigos relataron que durante los choques varios policías «dispararon muchas veces al aire con sus pistolas reglamentarias».

Entierro

En las afueras de Atenas, en el cementerio de Nea Smirni, más de cinco mil personas vestidas de luto acudieron al funeral de Grigoropoulos. Los asistentes corearon consignas contra la Policía y aplaudieron el paso del féretro blanco cubierto de flores. Fuera del cementerio, policías antidisturbios cargaron con gas lacrimógeno contra un grupo de manifestantes que respondió lanzando piedras y artefactos incendiarios.

Durante todo el día, cientos de atenienses inundaron la esquina de la capital en la que falleció el adolescente para dejar mensajes, flores y velas, mientras los enfrentamientos se extendían de nuevo por toda Grecia y se volvieron a reproducir en el puerto de Tesalónica, Patras, las islas de Creta y Corfú y las localidades de Ioannina y Alexandroupolis.

Autoridades y comerciantes calificaron ayer de «catastrófico» el balance de daños materiales de los últimos cuatro días de disturbios en Grecia. «Los daños son incalculables», aseguraron. Cientos de edificios han sido incendiados o han sufrido destrozos y más de medio centenar de personas han resultado heridas.

Algunas cadenas de televisión mostraron la desproporción de las cargas policiales contra los estudiantes, mientras se censuró que la «incompetencia» de la Policía, que»raramente intervino para poner fin a los actos de vandalismo» protagonizados por grupos de personas al margen de las manifestaciones de protesta, limitándose a lanzar gases lacrimógenos. Como consecuencia de ellos, una treintena de personas ha tenido que ser hospitalizada con síntomas de intoxicación.

De arriba a abajo

Por otro lado, la autopsia realizada al cuerpo del joven fallecido por un disparo realizado por un policía ha revelado que la bala entró de arriba a abajo en su corazón para terminar alojándose en la décima vértebra torácica, según informó el diario «Ta nea».

El resultado del análisis forense desmiente la versión policial, que aseguraba que la bala rebotó en el asfalto e hirió por accidente al joven.

El autor del tiro mortal, que mantiene haber disparado al aire, se encuentra detenido acusado de homicidio, aunque varios testigos afirman que disparó contra el menor.

AI denuncia el uso desproporcionado de la fuerza por la Policía

Amnistía Internacional (AI) pidió ayer a las autoridades griegas un «compromiso claro» para poner fin al uso «ilegal y desproporcionado» de la fuerza de la Policía para contener las manifestaciones ciudadanas.

«Imágenes en los medios internacionales y declaraciones de testigos a AI demuestran que la Policía ha golpeado y maltratado a manifestantes pacíficos», señaló su portavoz para Europa y Asia Central, Nicola Duckworth.

Miembros de AI en Grecia -dos de los cuales fueron apaleados por agentes, según la ONG- afirman que la Policía reparte golpes de forma indiscriminada sin perseguir a los verdaderos causantes de la violencia.

Por eso, recuerda el deber de la Policía de vigilar las manifestaciones según los estándares mínimos recogidos en la legislación internacional. Reconoce la dificultad de los agentes, pero apunta que «las autoridades griegas tienen la responsabilidad y el deber, bajo la legislación internacional, de garantizar la seguridad» tanto de la gente como de la propiedad.

También solicita una investigación «exhaustiva, independiente e imparcial» sobre las circunstancias de la muerte de Grigoropoulos, ya que los testimonios «son contradictorios». Añade que su muerte y el «aparente uso desproporcionado de la fuerza en la vigilancia de las manifestaciones sigue una distintiva pauta de graves violaciones de los derechos humanos por parte de la Policía». Duckworth indicó que esas violaciones incluyen «el uso de la fuerza, la tortura y otros maltratos, y el mal uso de armas de fuego y la impunidad».