Recomiendo:
0

Entrevista a Annetta Kavvadia, integrante del Comité Central de Syriza y diputada en el Parlamento griego

«Seguimos aquí para demostrar que una alternativa es posible»

Fuentes: Pasos a la izquierda

Tras la firma del tercer memorándum entre el ejecutivo de Alexis Tsipras y las instituciones europeas en el caliente verano de 2015, de Grecia casi no se habla. Poco sabemos de la nueva etapa que se ha abierto con las elecciones de septiembre del año pasado en que Syriza, aunque diezmada por una escisión a […]

Tras la firma del tercer memorándum entre el ejecutivo de Alexis Tsipras y las instituciones europeas en el caliente verano de 2015, de Grecia casi no se habla. Poco sabemos de la nueva etapa que se ha abierto con las elecciones de septiembre del año pasado en que Syriza, aunque diezmada por una escisión a su izquierda, ha conseguido mantenerse en el poder gracias a la renovación de la alianza con el partido de derecha de los Griegos Independientes (ANEL).

Y es que para muchos en la izquierda europea lo que pasa en Grecia ya no interesa, aunque la crisis siga azotando el pueblo heleno y aunque exista uno de los pocos ejecutivos de izquierdas de todo el Viejo Continente, junto al de António Costa en Portugal. Tsipras, sencillamente, se ha convertido para muchos, de un mito en un traidor. Y a los traidores, como dice el refrán, ni un vaso de agua. Las esperanzas que había despertado Syriza fuera de las fronteras griegas con la victoria electoral de enero de 2015 eran tan altas que la decepción ha sido mayúscula. Sin embargo, la primera experiencia en toda la historia helena de un gobierno más a la izquierda del casi desaparecido PASOK no se ha cerrado, aunque está sometida a innumerables presiones por parte de las instituciones europeas, acompañadas de no tan veladas amenazas, y aunque intenta navegar con un pequeño barco en medio de una gran tormenta, sin contar ya con la solidaridad y la ayuda de una parte de las izquierdas de los otros países. Si Grecia en 2015 estaba de moda, ahora sencillamente ya no lo está.

Así que resulta extremadamente interesante hablar con Annetta Kavvadia (Corfú, 1966), diputada desde enero de 2015 en el Parlamento griego por Syriza, de cuyo Comité Central es miembro. Con una larga trayectoria de activismo político y sindical a sus espaldas, Kavvadia ha sido periodista de la televisión pública griega (ERT), que Antonis Samarás cerró a cal y canto en 2013 y que fue abierta nuevamente por el primer ejecutivo de Tsipras. Con ella hablamos de la situación de Syriza tras el último congreso del partido celebrado el pasado mes de octubre, en que Tsipras ha sido confirmado como secretario con más del 92% de los votos. Y hablamos también de la acción del Gobierno en este último año y de las relaciones con la Unión Europea, ya que Kavvadia es también miembro de la Comisión parlamentaria para Asuntos Europeos.

Ya en septiembre de 2015, el histórico dirigente de la izquierda griega Stelios Pappas admitía que para Syriza la organización del partido en el territorio era un problema que no se había resuelto. ¿Se ha intentado resolver en este último año?

Los problemas de organización ya existentes en Syriza han aumentado con la transición de un partido que obtenía el 3% de los votos a un partido que consigue el 35%. Tras las victorias electorales, muchos dirigentes de primera fila del partido han pasado a ocupar cargos en el gobierno y el verano pasado, tras el doloroso acuerdo con los países acreedores extranjeros, hemos perdido a un número no desdeñable de cuadros. Hace poco hemos celebrado nuestro segundo Congreso y ahora hemos empezado a reorganizar el partido.

¿Cuál es la relación entre consenso electoral y organización del partido?

Indudablemente sigue existiendo una gran diferencia entre el número de los militantes y el de los votantes, pero este es un problema más general: el modelo de partido con muchos militantes, el partido de masas, en el siglo XXI se ha abandonado en todos lados, con todo lo que esto significa en la relación entre la lucha política y la dinámica social. El alejamiento de la gente de los partidos, es decir el alejamiento de la gente de estructuras organizadas con influencia política, es una cuestión que la izquierda tiene que afrontar en todo el mundo, no sólo en Grecia.

En lo que respecta a Syriza, aunque el año pasado se han dado de baja un número relevante de compañeros, hemos tenido un número similar de nuevas afiliaciones, así que el número de afiliados del partido es prácticamente el mismo que antes de la firma del tercer memorándum. Sin duda, hay mucho trabajo por hacer. Y una de las cuestiones cruciales a nivel organizativo que debemos afrontar es el de una mayor armonía entre los viejos y los nuevos militantes, sin por esto renegar de las características de izquierda de Syriza.

¿Cuál es el proyecto político a largo plazo de la Syriza 2.0?

Nuestro proyecto político sigue tres líneas fundamentales. En primer lugar, afrontar la crisis humanitaria que vive el país a causa de las obligaciones del memorándum, una crisis desastrosa para los más pobres y los más débiles. En segundo lugar, la distribución más justa de la riqueza social, cuyo primer objetivo es la lucha contra la corrupción y contra la estrecha relación entre intereses que se ha creado durante muchos años, un fenómeno congénito en el capitalismo, y no sólo un fenómeno griego. En tercer lugar, la difusión de las ideas de izquierda y la transformación de la sociedad helena hacia una perspectiva socialista. Este proyecto representó y sigue representando una navegación en aguas desconocidas, un intento en una situación jamás vivida, con una fuerza de izquierdas que ha asumido el gobierno de un país europeo. Se trata, por consiguiente, de un proyecto que es un work in progress.

¿La relación con los movimientos que se había establecido en las luchas contra la austeridad después de 2009 se ha acabado definitivamente? ¿Se podrá reconstruir?

Es verdad que la relación que habíamos instaurado con los movimientos contra el memorándum se ha roto. Se nos juzga por lo que hacemos, pero hay una gran diferencia entre protestar y gobernar. En este momento, de todos modos, los movimientos no se encuentran en una fase de crecimiento, sino que están viviendo una fase de crisis. Para los que estamos interesados en contestar positivamente a la pregunta «¿de qué manera tendrán un carácter de masas las acciones de los movimientos?», es posible reconstruir las relaciones en el futuro. Por el contrario, el intento de tender puentes no puede tener como protagonistas a los que miran con miedo u hostilidad los movimientos o a los que los consideran un campo privilegiado para ejercer una especie de «gimnasia revolucionaria».

Tras el congreso de Syriza del pasado mes de octubre, ¿habrá continuidad o ruptura respecto a este primer año de la nueva Syriza?

En el documento que se ha aprobado en el Congreso se encuentra también la petición que el gobierno aplique con más valentía políticas de izquierdas en los próximos meses. Se ha tratado de un congreso orientado a la izquierda en que se ha reafirmado que la firma del tercer memorándum ha sido un compromiso doloroso, absolutamente fuera de las aspiraciones y los valores de Syriza. El nudo gordiano es, evidentemente, en qué manera conseguiremos transformar las decisiones y las intenciones del Congreso en iniciativas gubernamentales y en qué manera conseguiremos incorporarlas en la acción del partido y en su funcionamiento.

Existen voces críticas respecto a la gestión «personalista« del partido por parte de Tsipras. ¿Cuál es su opinión? ¿Existe un verdadero debate en el partido acerca de las medidas que toma el gobierno? O, por el contrario, ¿este debate es ausente o superficial?

No me encuentro para nada satisfecha en cuanto a la participación del partido en la planificación de la política del gobierno. Todos tienen sus responsabilidades, esto es cierto, pero algunos más y otros menos. Creo que esta constatación es compartida por la mayoría de los afiliados a Syriza y, por consiguiente, espero que la situación mejore. Sólo los procesos colectivos pueden ofrecer respuestas a la complejidad de los retos que estamos afrontando.

Tras la firma del memorándum, Syriza gobierna entre la espada y la pared: la espada es la ex Troika, la pared es el electorado de izquierdas que no quiere más austeridad. El pasado verano se decía que existían unos márgenes para poder aplicar políticas redistributivas dentro del respeto de los compromisos firmados con las instituciones europeas. ¿De qué márgenes disponéis realmente? Y, ¿qué medidas habéis podido aplicar?

Entre la espada y la pared, esta es la situación en la que nos encontramos. Nuestros márgenes son realmente muy estrechos. Esta hubiera podido ser la razón o para dejarlo todo o bien para emprender una lucha hasta el final con el objetivo de ampliar esos márgenes. Hemos decidido, al menos de momento, escoger la segunda opción, es decir ampliar estos márgenes ya que la correlación de fuerzas no está a nuestro favor y no nos permite romper inmediatamente con las políticas de austeridad, que, lo quiero subrayar, no son nuestras políticas. Creo que durante las negociaciones hemos obtenido también algunas cosas, resistiendo a las peticiones de las instituciones europeas. Es evidente que no estamos para nada satisfechos y que queríamos mejores condiciones. Pero sería injusto no comparar nuestra posición con la de los anteriores gobiernos neoliberales cuya lógica era la de ampliar y reforzar las peticiones de las instituciones europeas.

Las medidas alternativas al memorándum son para nosotros la batalla más importante que estamos librando actualmente: a través de ellas queremos, en una primera fase, defender las clases populares más débiles y, en una segunda fase, impulsar las transformaciones sociales para las cuales llevamos décadas luchando. Hemos avanzado algunos pasos. Somos conscientes de que no son suficientes, pero tampoco son insignificantes. Han sido importantes, como, por ejemplo, la cobertura médica y farmacéutica para las personas no aseguradas, la financiación de estructuras para afrontar el aumento de la pobreza, el proyecto de ley para la administración pública, el proyecto de ley para las uniones civiles de parejas del mismo sexo y muchas más cosas. Justamente en este aspecto, el de la defensa de las necesidades de los más pobres y el de las reivindicaciones sociales, se nos podrá juzgar al final de nuestro gobierno.

Es Usted miembro de la Comisión para Asuntos Europeos y de la Comisión para las Instituciones y la Transparencia del Parlamento griego. ¿Qué medidas se han aprobado en este último año y qué políticas se quieren aplicar antes del final de la legislatura?

La Comisión para las Instituciones y la Transparencia se ha ocupado sobre todo de la dotación, según criterios meritocráticos, de personal en los distintos organismos institucionales del Estado. Los cambios necesitan de mucho tiempo. Tenemos delante una red compleja de reglamentaciones creadas por los anteriores gobiernos, que se han alternado durante cuarenta años tras la caída de la dictadura de los coroneles. Los ejecutivos del PASOK y de Nea Demokratia construyeron el Estado según sus propias ideas, favoreciendo los intereses de clases que ellos mismos representan.

En la Comisión para Asuntos Europeos hemos trabajado principalmente en la cuestión de los refugiados, en la cual no hemos recibido ni la ayuda necesaria ni la solidaridad que nos esperábamos por parte de los otros gobiernos europeos. Hemos librado una dura batalla para que la UE siguiese fiel a los ideales políticos y humanitarios que se consideraban su estandarte tras la Segunda Guerra Mundial. Muchas veces los países del sur de Europa nos sentimos abandonados en este esfuerzo. Excepto los partidos de izquierdas, los países de la Europa central y del norte no aceptan una repartición proporcional de las responsabilidades de la crisis de los refugiados. Esta actitud está socavando los principios de la integración europea. Como Comisión para Asuntos Europeos, pero también como delegación griega en la Asamblea Permanente del Consejo de Europa, de la cual soy vicepresidenta, hemos luchado y seguimos luchando para modificar esta situación.

¿Cuáles son vuestros mayores adversarios? ¿Los poderes fácticos griegos, la ex Troika, los mercados? ¿O son otros?

Es difícil hacer una clasificación y, a veces, hasta detectar a los adversarios: las alianzas, y las interrelaciones de intereses entre ellos, constituyen un horizonte hostil, pero también continuamente variable. La respuesta más precisa es que nuestro adversario es el capitalismo. Lo que intentamos hacer es aprovechar las contradicciones internas al capitalismo a nuestro favor, con la mirada puesta siempre en el pueblo griego, cuyas necesidades deben determinar nuestras políticas.

El año pasado, el diputado de Syriza, Nikos Syrmalenios, me dijo que «en enero [de 2015] por primera vez llegamos al gobierno, pero no conseguimos el poder. Una cosa es estar en el gobierno y otra es tener el poder. Para tener el poder se deben conquistar y cambiar los mecanismos del Estado«. Ahora, ¿tenéis también el poder? ¿Habéis conquistado los mecanismos del Estado?

Estamos aún lejos de ese objetivo. El aparato del Estado, al principio, nos consideró como una paréntesis de izquierda y nos puso diariamente obstáculos. Cuando entendieron que Syriza había llegado para quedarse, la actitud hostil se convirtió en un intento de aprovecharse de la nueva situación para mantener sus privilegios. Pero, aun así, les cuesta adaptarse a nuestras ideas respecto a la gestión del poder y a nuestro código ético. Quiero, en todo caso, aclarar que lo que estoy describiendo concierne sólo una parte del aparato del Estado, principalmente los vértices.

¿Qué papel puede jugar Syriza y el gobierno Tsipras tras el Brexit?

El Brexit constituye la indicación más relevante de una cierta patología de la UE que amenaza su misma existencia. Los poderes fácticos y los países más fuertes dijeron que debíamos estar juntos en los derechos, pero que debíamos estar separados en las obligaciones, como es el caso de los refugiados. Como gobierno de izquierdas de un país duramente golpeado por la crisis, estamos aquí para demostrar, con nuestro ejemplo, con la solidaridad de nuestro pueblo y con nuestra lucha, que una alternativa es posible. La solución no es la de evitar las dificultades, saliendo de la UE cuando no ofrece ya sólo beneficios, sino que es la solidaridad y la coexistencia.

¿Se puede aún cambiar esta UE?

No es fácil. Lo intentamos y seguimos intentándolo. El europeísmo de los griegos y el nuestro, como partido de izquierdas, es evidente. Creemos en la Europa de los principios democráticos, de la igualdad y de la prosperidad colectiva. Esta Europa está viviendo un momento muy difícil. Creemos que el cambio positivo puede venir sólo de las ideas de la izquierda y no del discurso de una extrema derecha fascistizante que está ganando cada vez más adeptos. En mi opinión, tenemos aún la posibilidad de cambiar Europa.

En verano se celebró un encuentro entre el primer ministro griego Alexis Tsipras y el presidente del gobierno portugués António Costa. Unas semanas más tarde en Atenas se reunieron los líderes de los países del sur de Europa. ¿El objetivo es de crear un frente de izquierdas contra la austeridad en Europa? ¿Esperáis que los gobiernos de Italia y Francia se sumen?

El objetivo es cambiar los parámetros de la política financiera y económica europea que se ha demostrado que no han sido sólo ineficaces, sino también catastróficos para toda la economía de la zona Euro. Todos ya admiten que la austeridad no funciona y que es necesario sustituirla con una política a favor del desarrollo. Esta es la única elección racional para Europa. Esperamos que en la próxima Conferencia Euro-mediterránea, que se celebrará en Portugal, habrá la posibilidad para que más países, y no sólo los del sur de Europa, se sumen a este frente contra la austeridad.

Podemos intentó»asaltar los cielos«, pero no ha conseguido ganar las últimas elecciones y tampoco superar el PSOE. Ahora ha empezado una legislatura en que estará en la oposición. ¿Qué consejos puede dar a los compañeros españoles?

Estoy convencida de que los compañeros de Podemos sabrán interpretar lo que ha pasado en Grecia en el último bienio. Seguimos con mucho interés lo que está pasando en España. Han conseguido poner en frente de sus responsabilidades a los otros partidos, incluidos los socialistas. La elección para el PSOE es evidente: o crea un frente progresista con Podemos con el objetivo del cambio democrático o se alía con las fuerzas neoliberales y conservadoras. España es un país importante, con un peso histórico y cultural notable, que puede influir de forma relevante en el desarrollo de los asuntos europeos. Esperamos que este cambio democrático se realice en España para poder continuar luchando juntos a nivel europeo. Sin este cambio, no podemos ser muy optimistas sobre el futuro de Europa.

 

Steven Forti. Historiador e investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa.

Fuente: