Este martes 13 de marzo, por segunda vez en este año, un vuelo de » retorno » ha sido organizado y financiado por la agencia europea encargada de la vigilancia de fronteras de la UE, FRONTEX. Ha partido de Düsseldorf, en Alemania, en dirección a Belgrado, Serbia.
Desde 2006, FRONTEX coopera con los Estados miembros en la organización conjunta de vuelos de retorno para expulsar del territorio europeo a migrantes en situación irregular. En 2010, FRONTEX ha organizado no menos de 39 vuelos de retorno conjuntos [1] (a menudo saliendo de varios Estados miembros a la vez), frente a tan solo una decena en 2007 [2]. En 2011, FRONTEX ha coordinado siete vuelos desde Alemania para expulsar a personas hacia Serbia o Kosovo.
Según la legislación europea e internacional, la legalidad de estos vuelos es discutible. El artículo 19 de la Carta Europea de Derechos Fundamentales prevé que » las expulsiones colectivas están prohibidas «. Los Estados miembros a menudo alegan que estos vuelos conjuntos no son expulsiones colectivas, sino que constituyen una práctica colectiva de retorno de individuos cuya situación ha sido examinada individualmente. Ejemplos recientes de expulsiones de la UE parecen demostrar más bien que la diferencia entre una expulsión colectiva y retornos conjuntos es mínima, y en ocasiones ambigua. Este mismo artículo precisa que, nadie puede ser alejado, expulsado hacia un Estado en el que corra un serio riesgo de ser sometido a tortura o a otras penas o trato inhumano o degradante.
Migreurop ha recogido, en Serbia, el testimonio de la señora F.K. expulsada en el último vuelo FRONTEX, el pasado 14 de febrero. Tiene 65 años y vivía desde hace 20 años en Alemania, donde seguía tratamiento médico debido a su delicado estado de salud (diabetes, parálisis parcial). Por su estado de salud, el médico rechazó dar la autorización para ser embarcada en su primera tentativa de expulsión de Alemania. Ello no ha impedido a las autoridades alemanas embarcarle, mes y medio después, en un vuelo colectivo FRONTEX para expulsarla a Serbia. Vive ahora en un campo de refugiados, en un pueblecito, donde no recibe los tratamientos que necesita por su estado de salud, lo que constituye claramente un trato inhumano y degradante. Como la señora F.K. todos los años miles de personas afrontan dificultades similares, a su retorno a Serbia, tras ser expulsadas de la UE. Se encuentran sin vivienda decente, ni asistencia social o médica.
Migreurop expresa su profunda inquietud por estos retornos forzados a Serbia, que se realizan sin tener en cuenta la vulnerabilidad de los migrantes, ni la discriminación a la que se exponen en los países de retorno. Migreurop condena esta política inhumana de expulsión, practicada por la UE y los Estados miembros.
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