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Perú

Señales de extrema crueldad

Fuentes: Rebelión

Numerosas expresiones de crueldad afloran en la conducta cotidiana de la clase dominante y sus voceros en el Perú de hoy. Podríamos referirnos a algunas, a modo de dejar constancia del comportamiento subhumano de quienes detentan las riendas del Poder en un país como el nuestro.

Para no hacerlo de modo extenso, nos referiremos sólo a tres episodios que han movido el escenario nacional y generado un debate político polémico. Aludimos, en primer lugar, al caso Guillermo Bermejo, el congresista de la izquierda  que cumple ya  los primeros días de los 15 años a los que fuera recientemente condenado.

Como se sabe, Bermejo fue detenido sin consecuencia alguna en varias ocasiones. En dos de ellas la Fiscalía logró  crearle un muñeco acusatorio aportando “pruebas” de distinto signo, desde declaraciones de “testigos protegidos” hasta fotografías montadas y periplos inventados. En dos ocasiones los jueces desestimaron esas “pruebas” porque respondían a una engañifa. Seis jueces, por unanimidad, opinaron lo mismo y desecharon los cargos por considerarlos infundados.   

 Pero como la clase dominante es terca, se empeñó en abrirle un tercer proceso.  Y, como algunos creen que a la tercera va la vencida, se empeñaron a fondo, juntaron tres jueces nuevos y lograron, finalmente, que lo hallaran culpable. ¿De qué?. No se sabe precisamente, pero de algo ha de ser, porque le pusieron 15 años de cárcel, lo esposaron como a un reo cualquiera y lo llevaron a un Penal de máxima seguridad. Todo eso, en un par de horas.

Los jueces dijeron que el acusado “no había logrado desbaratar las acusaciones” formuladas en su contra, ni había podido “demostrar su inocencia”. Menos aún, que era falsa la acusación de  haber firmado una “carta de sujeción” a los lideres senderistas y un padrón de afiliados a la organización terrorista.

Como puede apreciarse, en este proceso, se invirtieron las herramientas judiciales. No era que la Fiscalía debía probar los cargos, sino el acusado era quien debía demostrar su inocencia. ¿Y la “carta de intención”?  Nadie la vio, ni la leyó, ni supo de su existencia porque -la policía dice- los lideres senderistas tienen escondidas esas “cartas de intención”. Arguyeron entonces otra, la de “sujeción” presuntamente “firmada” por Bermejo. Tampoco la mostraron porque tampoco existe.

La única “carta de sujeción” que habrían hallado -si la buscaran- sería la que firmaron los Marinos Montoya y Cueto, y los generales Chiabra y Zapata cuando fueron invitados al “ágape de adhesión” celebrado en  los ambientes del SIN cuando  los años de Fujimori y su asesor. ¿Lo recuerdan? Y esa carta si existe en libros, folletos, impresos y hasta en videos. Guillermo Bermejo no tuvo nada que ver en eso.

¿Por qué ahora aparecen contra Bermejo?. Por una sola razón: porque asomó como candidato presidencial para los comicios del 2026. Había que acabar con él a como diera lugar. Por eso la condena. Por lo demás, a la condena le añadieron algunos añitos más de “inhabilitación política” para que no pueda desempeñar ninguna función pública por lo menos en dos décadas. A eso, le llaman “Democracia”.

El otro caso es el de Betssy Chávez, quien fuera jefe del Consejo de ministros del gobierno de Pedro Castillo. La acusaron de “un golpe”, que no se produjo. Luego de una rebelión”, que tampoco existió. Y ahora de un “intento de sedición” de una “conjura para tentar una sedición”. Lo real es que no tienen cargo alguno contra ella, ni contra Castillo.  Aquí el golpista, fue quien dispuso -el 7 de diciembre del 2022- la captura de Castillo cuando era presidente y ordenó se invistiera como Mandataria a una usurpadora. ¿Quién lo fue?

En todo caso, no fue Betssy Chávez.   A ella la agarraron y la metieron presa, y la sometieron a tratos vejatorios: la trasladaban en una perrera, y esposada a la sala de audiencias al “juicio” al que estaba obligada a concurrir. La recluyeron en un Penal ordinario y sin el menor respeto a su investidura, sabiendo -además- que no tiene familiares en Lima porque sus padres residen en Tacna. Y, por supuesto, le prolongaron la detención ya sin orden de captura.  Y por eso tuvieron que liberarla.

Libre ya, la sometieron a acoso y amenazas reiteradas. Cansada de ello, pidió Asilo en la Embajada de México. Y la clase dominante puso el grito en el cielo. Ahora exige que no le den el salvo conducto para irse del país, como Odría hizo con Haya de la Torre hasta que perdió en la Corte de La Haya. Ahora -parece mentira- algunos apristas dicen que no deben otorgarle a la asilada el salvo conducto- Haya los echaría como echó Cristo a los mercaderes del templo.

Ellos aseguran que cometió “delitos comunes”, sin señalarlos, porque, en todo caso, la rebelión es un acto político, y no un delio común. No importa. Dirán igual, que es un delito común. Lo que ocurre es que lo hacen tantas veces ellos, que ya creen que es común, el “más común de los delitos”.

Y el tercer caso de la crueldad, se inscribe en el trato subhumano que hoy se aplica en los Centros Penitenciarios. El gobierno no sabe que su tarea es capturar y neutralizar a los delincuentes “que están afuera”, en la calle. Y no martirizar a los que “están adentro”, privados de su libertad. Estos ya están “neutralizados”, salvo excepciones.  Curándose en salud, el gobierno dice que desde los Penales “se cometen delitos” ¿Cuántos…?, ¿50. 100. 1,000? ”?. Pero hay 106 mil presos ¿Todos ellos tienen que pagar, incluso al margen del delito  que los llevó allí?

No es quitándoles la comida, encerrándolos sin ver el sol 22 horas del día, y sin servicios elementales como “se combate la delincuencia”,  Salvo que se diga que “los presos son salvajes” y “hay que tratarlos como tales”. En ese caso, las autoridades deberán rebajarse a actuar como salvajes para “ponerse a tono” con la situación. Algo así ocurrió una vez en África, cuando ciertos exploradores decidieron “acabar con los caníbales”: se los comieron a todos.

No es un Estado delincuente el que habrá de acabar con la delincuencia. Ni siquiera podría hacerlo asumiendo sus propias modalidades de acción. Si eso ocurriera, simplemente generalizaría la delincuencia hasta convertirla en una acción total.

No debiera olvidarse nunca un precepto esencial: la tarea del Estado es resocializar, rehabilitar al ciudadano que por una u otra razón cometió un delito para reincorporarlo a la vida productiva. Para eso, tiene el deber de reeducarlo, La educación de los presos es herramienta básica e inexcusable, como debe serlo también el trabajo, la organización y la disciplina y la cultura, v ale decir, todas las piezas inherentes a la formación humana.

Por lo demás, un rostro se puede tener para capturar a un delincuente; y otro para quien ya fue privado de su libertad. A uno se le puede perseguir y hasta acosar; pero al otro, no se le puede martirizar Si eso se hace, se habrá de cimentar el odio y la venganza, cuando no la rebeldía legítima o el motín clásico, ¿Será eso lo que se busca?

Estas expresiones de crueldad son incompatibles con cualquier sociedad humana. Hay que enfrentarlas, denunciarlas, combatirlas y derrotarlas.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.