La resistencia del pueblo de la República Bolivariana de Venezuela ha logrado rechazar una nueva ofensiva imperialista, los acontecimientos del pasado 23 de febrero dejan ver la organización popular, la firmeza del pueblo venezolano en torno al proyecto socialista que encarna en las reformas sociales que desde hace dos décadas se vienen realizando, si bien […]
La resistencia del pueblo de la República Bolivariana de Venezuela ha logrado rechazar una nueva ofensiva imperialista, los acontecimientos del pasado 23 de febrero dejan ver la organización popular, la firmeza del pueblo venezolano en torno al proyecto socialista que encarna en las reformas sociales que desde hace dos décadas se vienen realizando, si bien existen contradicciones internas propias de todo proceso social, la amenaza injerencista a consolidado la unidad entre las fuerzas bolivarianas, aglutinándolas en la defensa de la soberanía y la autodeterminación de su nación, la coyuntura álgida que se vive puede servir para remendar aspectos descuidados en el orden social y económico, el riesgo aún continua, los Estados Unidos en conjunto con la ultraderecha venezolana y los gobiernos lacayos como el colombiano (cuya autodeterminación ha quedado pisoteada) buscan nuevas formas de agresión, la reciente reunión del Grupo Lima celebrada el 25 de febrero culminó con una nueva declaración injerencista (no apoyada por todos los países, pues México, Uruguay, Santa Lucía y Guyana no la suscribieron y se han mantenido firmes en su decisión de no reconocer al golpista Juan Guaidó), de la cual se desprende la intención de usar las vías diplomáticas para provocar y justificar la intervención militar, más aún ante las recientes derrotas de los golpistas y la farsa humanitaria que pretendieron montar en las fronteras de Venezuela. El hambre de poder y la soberbia del imperialismo siguen en incremento, herido en el orgullo Donald Trump y sus secuaces insisten con descaro en la provocación que han montado.
El conflicto deseado y orquestado por Washington ha llevado a la ruptura total de relaciones entre los gobiernos de Venezuela y Colombia debido al sometimiento colombiano a favor de la injerencia en su país vecino, los actos más álgidos que se vivieron en las últimas jornadas tuvieron lugar en la frontera entre ambos países, además, el gobierno de ultraconservador de Jair Bolsonaro también se ha prestado para la agresión, del lado fronterizo entre Brasil y Venezuela se han registrado de igual forma acciones y agresiones contra la soberanía venezolana. Estos hechos fomentan la posibilidad de un conflicto mayor en la región entre naciones hermanas, la vieja estrategia usada por los Estados Unidos busca dividir los frentes de batalla que debe afrontar el gobierno de Nicolás Maduro acompañados del incremento de la asfixia económica con el bloqueo impuesto desde hace años, el aumento de la distorsión mediática y de la presión diplomática con el fin de aislar y facilitar ante la opinión internacional una intervención militar.
En su última resolución la mayoría de los países presentes del Grupo Lima no se expresaron a favor del uso de la fuerza militar para intervenir en Venezuela, pero si mantuvieron y reafirmaron el sometimiento que les ha caracterizado frente a los Estados Unidos, la propia intervención en la reunión de Bogotá del Vicepresidente estadounidense deja en claro la inclinación mayoritaria de los integrantes, con sus palabras Mike Pence reafirmó el total apoyo del gobierno de Donald Trump al golpista Juan Guaidó y expreso que «todas las opciones están sobre la mesa», refiriéndose claramente a la posibilidad latente de una agresión militar. En esa misma intervención lanzó un «llamado» con claro tono de amenaza a los países como México, Uruguay y las naciones del Este del Caribe que no reconocen al golpista Guaidó ni apoyan las acciones hasta la fecha realizadas para agredir a la República Bolivariana para que reconozcan al autoproclamado presidente y se sometan a los deseos imperialistas, para este chantaje utilizó la antigua formula de presión que establece que quien no esté con los Estados Unidos está en contra de lo que ellos llaman «libertad». Frente a estas intimidaciones el gobierno mexicano respondió reiterando su posición de no intervención y respeto a la autodeterminación de las naciones, siendo fiel a su política internacional y los principios que la rigen.
El panorama siguen siendo complejo, la moral del pueblo venezolano tiene puntos al alza, las victorias que han conseguido en el resguardo de si integridad como nación aglutinan a favor del proyecto bolivariano, la imágenes de la provocación desenmascararon abiertamente la injerencia colombiana y norteamericana lo que ha permitido romper una franja del cerco mediático impuesto, pero la rueda de la historia sigue girando, Nuestra América sigue amenazada, los proyectos sociales de países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba siguen en el ojo de las embestidas irracionales de la hegemonía estadounidense. Nuestra América se necesita a sí misma con urgencia, para la extensión de la conciencia, la solidaridad y la unidad en defensa de su soberanía y autodeterminación, pero sobre todo, en defensa de la humanidad que nuevamente es puesta en crisis por la lógica de barbarie del imperialismo estadounidense.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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