Carlos E. Severino Valdez (San Juan, Puerto Rico, 1965-) es catedrático de Geografía Política en el Departamento de Geografía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Ha sido director del Departamento de Geografía (1992-2001), decano de la Facultad de Ciencias Sociales (2001-2011) y rector (2013-2015) del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Se desempeñó como Comisionado Especial para el Desarrollo Sustentable de Vieques y Culebra. Estudió su doctorado en Geografía Política en la Universidad de Humboldt, en Berlín, Alemania. Es egresado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Severino Valdez ha contestado todas nuestras preguntas sobre status y descolonización. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.
– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – ¿Es hora de exigir el fin del colonialismo y comenzar una conversación sobre reparaciones económicas en Puerto Rico y Estados Unidos? ¿Por qué?
– Carlos E. Severino Valdez (CESV, en adelante) – Es hora de replantearse varias premisas que se han sostenido por décadas sobre el mal llamado tema del estatus de Puerto Rico. Por muchas décadas -desde 1952 para ser más exacto- habíamos vivido lo que ahora tenemos más que claro. Una ficción política sobre la situación colonial, la cual afectó mucho las estrategias, el entendimiento teórico y la propia visión práctica y política del asunto colonial. Y eso, a mi manera de ver, ha afectado todas las vertientes ideológicas sobre cómo atender el problema a fondo. La ficción en la narrativa oficial es que el problema se habría resuelto a través de un pacto entre iguales, refrendado en 1952 con la creación del Estado Libre Asociado (ELA). Claro, siempre hubo algunos sectores que denunciaron que tal cosa no era cierta. No obstante, no tengo dudas que el surgimiento del ELA cambió y afectó mucho el accionar político en la isla. La creación del ELA permitió a los EE.UU. acudir en 1954 ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a proponer con éxito que el problema colonial de Puerto Rico se había solucionado sobre la base de una relación bilateral autonómica consentida. Vale la pena destacar que cuando eso ocurrió, la ONU hacía pocos años que había comenzado el proceso de desmantelamiento del imperialismo-colonialista en el nuevo orden mundial de la posguerra. Los EE.UU. como Estado victorioso de la guerra, líder mundial y sede de la organización se vio en la obligación de actuar sobre este asunto. No lo pudo eludir y tenía por consecuencia que actuar sobre el asunto. De algún modo hoy podemos decir que se buscó una salida “lampedusesca” tratando de cambiar todo para que todo continuara igual.
El ELA fue su respuesta y además fue una respuesta importante en su afán de jamás reconocerse a sí mismo como un país imperialista y, por tanto, en posesión de colonias. No reconocerse como ejercitante del colonialismo es una negación de su propia realidad seguramente por el hecho de que el país había nacido como Estado desde su condición de colonia inglesa y venciendo el imperialismo británico.
Pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo y décadas después ha quedado más que claro que aquella narrativa originada formalmente en 1952 fue una falsa representación. Desde hace ya unos años no cabe duda de que Puerto Rico está sometido al control absoluto y plenipotenciario del congreso de los Estados Unidos. Varias decisiones judiciales de su alto foro (el tribunal supremo) y del propio congreso de EE.UU. así lo han dejado en evidencia irrefutable. Tal y como nos dice el amigo y colega Aarón Gamaliel Ramos, Puerto Rico no tiene entonces un problema de estatus político por resolver, como se ha instalado en la conciencia política colectiva puertorriqueña. Esa es la narrativa vigente al menos desde 1967 cuando se llevó a cabo el primer “referéndum de estatus” luego de la creación del ELA en 1952. Luego, la lucha ideológica ha sido entre unos que dicen que el estatus no está en issue y otros que aseguran lo contrario evadiendo el verdadero problema: la descolonización. Ciertamente lo que Puerto Rico ha tenido y tiene aún es un problema colonial por resolver y la ONU ha establecido un proceso claro y diáfano para que se logre el desmantelamiento total del colonialismo. ¿Y qué pasa en Puerto Rico entonces? Pues ha habido una dilación en cambiar el paradigma imperante desde 1952 y solidificado en 1967 en torno a que el problema es simplemente el de cambiar de estatus político. En el discurso todas las colectividades políticas reconocen hoy que la isla no es otra cosa que una colonia, sin embargo, las visiones estratégicas aún siguen siendo las mismas y me explico. Parece que aún sigue intacto entre una parte amplia del liderato del país el reconocimiento del congreso americano como la entidad que debe resolver el problema colonial de la isla y eso es un absurdo. Si el país vive inequívocamente en una situación de colonia bajo el control plenipotenciario del congreso estadounidense, es entonces absurdo pensar y reconocer esa entidad como descolonizadora. Lo que es peor aún es que no tengamos todavía la suficiente claridad política para reconocer lo que es innegable: el único interés real del congreso en resolver este asunto es de naturaleza clientelar como recientemente lo afirmara el colega Jaime Lluch Aguilú. No es un interés genuino. En un país como Estado Unidos gravemente afectado por una polarización política y un aumento vertiginoso de la población migrante puertorriqueña, el juego electoral hace que la carta de congraciarse con los puertorriqueños sea hoy no solo atractiva sino casi medular. Así, tenemos que convencernos de que la condición colonial de este país no es realmente una excepcional. Es ordinaria y amerita seguir la estructuración que el derecho internacional creó desde 1945 en la Carta de las Naciones Unidas. Para comenzar seriamente a encaminar el proceso de descolonización de Puerto Rico, primero hay que abandonar la idea de que el congreso americano desde una posición de poder y dominio sea una entidad descolonizadora, el hecho de que el congreso determine unilateralmente las condiciones de la descolonización es en sí misma una acción colonial.
El liderato político tiene que entender eso o cuando menos una parte de su espectro. Las futuras relaciones entre los EE.UU. y Puerto Rico, cualesquiera que sean, deben negociarse de tú a tú reconociendo el derecho inalienable del pueblo puertorriqueño como punto de partida. Por eso pienso y sostengo que en este momento el centro de gravedad de la lucha por la descolonización de nuestro país debe ser en la Naciones Unidas y no el congreso americano. Al término de este proceso, por supuesto, que será imprescindible el congreso para negociar muchos aspectos, pero no dentro de una relación claramente de debilidad estructural en forma de imperio-colonia.
– WRS – ¿Qué relación si alguna ves entre la migración de los puertorriqueños a los Estados Unidos y las innumerables oportunidades desarrolladas por el Congreso de los Estados Unidos para que las corporaciones estadounidenses exploten a Puerto Rico?
– CESV – En este punto no voy a abundar mucho, toda vez que me parece que en algún modo en la primera pregunta elaboré sobre el particular. Debo insistir en que en los hechos el interés de los congresistas americanos procede de un interés dialécticamente clientelar. Cuando digo dialécticamente me refiero a la posibilidad de que en efecto algunos congresistas actúen de la mejor buena fe, pero la descolonización no se logra solo con buena fe la descolonización es un problema estructural. Destaco, y disculpen que insista, pero la coyuntura política interna de los Estados Unidos me parece que ha magnificado el uso de la situación colonial de Puerto Rico como artilugio electoralista y clientelar y donde mucho dinero está corriendo para este propósito desafortunadamente.
– WRS – ¿Cuál debería ser el rol de la academia y la sociedad civil puertorriqueña dentro de los Estados Unidos y Puerto Rico en la descolonización de Puerto Rico, si alguno? ¿Qué deberían hacer?
– CESV – Es una pregunta sencilla pero muy difícil de contestar. A ver, la diáspora es importante, muy importante, pero la diáspora no tiene liderato político porque la población puertorriqueña está cada vez más dispersa y se redistribuye en nuevos centros de aglomeración como la Florida entre otros tantos. Eso hace muy difícil que se pueda desde allí articular ideas y un despliegue de esfuerzos para la descolonización. Eso no quiere decir que no se estén haciendo importantes aportes desde allá, pero la diáspora no es una fuerza política organizada. La diáspora no solo está dispersa geográficamente sino también en términos políticos. De algún modo la diáspora en general puede también ser víctima de las demagogias clientelares y de las propias crisis que en que se encuentran los partidos estadounidenses dominantes allá. La diáspora es una manifestación muy grande del propio problema colonial porque la inmensa mayoría ha migrado por la pobreza y ausencia de horizontes propios que continúa asolando a nuestro país de una manera muy poderosa. Creo importante el rol de la academia y de la sociedad civil diaspórica, pero sin un rol dirigente ni claridad conceptual en la ruta adecuada tanto en Puerto Rico como en los EE.UU. lo veo difícil que la ayuda pueda fluir políticamente en la dirección correcta. Es necesario un proyecto organizativo educativo, abarcador y aglutinador que ayude a la diáspora a canalizar sus inquietudes sobre el futuro de la isla.
– WRS – ¿Cómo la Comisionada Residente de Puerto Rico en el Congreso de los Estados Unidos y los congresistas de origen puertorriqueño podrían ayudar a resolver los problemas económico-sociales creados por la explotación de los Estados Unidos en Puerto Rico?
– CESV – Creo que me he explicado en ese particular ya.
– WRS – ¿Por qué los movimientos de estadidad no han sido capaces de confrontar al imperialismo estadounidense en Puerto Rico y los Estados Unidos? ¿Qué deberían hacer?
– CESV – Los movimientos pro-estadidad, pero no exclusivamente los estadoístas tienen un problema fundamental en mi opinión (no todo el mundo, claro está, porque hay excepciones muy meritorias). Resulta que la propia relación colonial tan larga y contenciosa ha llevado a torcer ciertas premisas esenciales y mucho más con lo que ya expliqué del tema del surgimiento del ELA. Hoy parece haber un consenso en Puerto Rico sobre el hecho de que la isla es una colonia. No era así hace unas tres décadas atrás. Lo que pasa es que noto que una parte de ese reconocimiento de que la isla es una colonia no está del todo claro en términos teóricos y por tanto prácticos. No se puede ser anticolonialista como dicen ser muchos estadoístas y a la vez proimperialista. Se denuncia la colonia, pero para que exista una colonia tiene que haber un imperio que ejerza su dominación sobre ella y que no le permite ejercitar su derecho a la autodeterminación cualquiera que ese sea. El rechazo a la colonia crece, pero la imperio-filia en algunos sectores es cada vez más poderosa. Esto que digo no tiene que ver necesariamente con una crítica ideologizada sino como resultado de la propia colonialidad que debe ser aclarada conceptual y teóricamente. Nada tiene esto que ver con una postura “antiamericana” como pensarán algunos/as sin entender bien lo que digo. Hablo aquí de una postura en contra el dominio históricamente perverso y colonial que ha ejercido el gobierno de los Estados Unidos sobre Puerto Rico. Puerto Rico jamás debe ser antiamericano. En un futuro la relación con los Estados Unidos es y será clave incuestionablemente en la vertiente que el pueblo de Puerto Rico determine libre y soberanamente. Pero el pueblo de Puerto Rico no puede enajenarse y darle la espalda a su derecho inalienable a tomar decisiones soberanas cualquieras que sean.
– WRS – ¿Qué ha hecho, si algo, la presidencia de los Estados Unidos, y los dos partidos políticos dominantes dentro de los Estados Unidos, el demócrata y el republicano, para mitigar el desastre que ellos y que los estadounidenses ayudaron a crear dentro de Puerto Rico?
– CESV – En realidad no creo que la presidencia como institución ni los partidos políticos tengan clara en su conciencia política el daño que ha hecho el colonialismo al pueblo de Puerto Rico. La propia situación consentida entre una parte de los dominados y el dominador para incrementar económica y sociológicamente la dependencia actualmente es terrible para la autoestima de las y los puertorriqueños. No hay nada peor que ese sentimiento indefensión y de no de estar seguros de que el país se puede sostener así mismo exitosamente El colonialismo ha creado una isla rodeada de espejos incapaz de ver efectivamente su realidad y sus oportunidades con seguridad en un mundo donde las soberanías se reafirman hoy con contundencia como el camino a seguir en un sistema-mundo cambiante y donde si nosotros no tomamos las decisiones que mejor nos convengan nadie las tomará por nosotros. El éxito de las nuevas economías emergentes es la soberanía y su capacidad de autodeterminación. Los partidos tanto republicano como demócrata en los EE.UU. se encuentran en una gran crisis y ya es algo muy difundido y aceptado que ese país tiene una democracia cada vez más debilitada que ha transitado más bien hacia una plutocracia. El Partido Republicano está muy afectado por las derechas radicales neoconservadoras) y el Partido Demócrata está cooptado por los intereses de un exclusivo grupo de oligarcas multibillonarios encabezados por Geoge Soros (y su agenda neoliberal del Open Society) y otros pocos. Los que ponen el dinero controlan la agenda sin el consentimiento de las grandes mayorías y de su bienestar.
– WRS – ¿Cuál sería la forma de que los puertorriqueños rompan con este ciclo de abuso del colonialismo estadounidense dentro de Puerto Rico? ¿Debería Puerto Rico y los puertorriqueños ser reparados económicamente por Estados Unidos?
– CESV – Para romper con el colonialismo hay que desarrollar una teoría anticolonial y también antimperialista (insisto que no me refiero en lo absoluto a antiamericanismo) clara y en armonía con el derecho internacional. El colonialismo en Puerto Rico no es excepcional, es típico y común como cualquier otro por tanto no hay que buscar caminos especiales ni vueltas de tuercas particulares.
– WRS – El economista francés Thomas Piketty considera que Francia debería reparar en más de 28 mil millones de dólares americanos a Haití. ¿En cuánto debería Estados Unidos reparar económicamente a Puerto Rico y a los puertorriqueños?
– CESV – No podría contestar esta pregunta con precisión porque no lo he estudiado. Pero ahora mismo este último proyecto “de estatus” del congreso en ese sentido trajo unos números unilaterales donde no tuvimos participación y que lamentablemente no pocas personas lo han utilizado para denotar una falsedad como que Puerto Rico después de su independencia o libre asociación tendría disponibles fondos federales por 20 años y luego sucumbirá a la pobreza extrema. Las reparaciones habrá que calcularlas bien con nuestros economistas que son excelentes y llegar a un acuerdo de mutua conveniencia con el congreso de los Estados Unidos entre iguales. Siempre he dicho y lo sostengo que para que Puerto Rico transite efectivamente hacia cualquier forma de relación con los Estados Unidos (incluyendo la estadidad federada) debe tener una economía autosuficiente creada desde la autodeterminación.
– WRS – Muchos puertorriqueños viven en la diáspora, bien en Estados Unidos como fuera de los Estados Unidos. Otros puertorriqueños han sido y son partícipes del saqueo estadounidense dentro de Puerto Rico. Todos, los primeros y los segundos son estadounidenses. ¿Por qué deben ser o no ser recompensados? ¿Son todos los puertorriqueños sujetos coloniales a los que se les ha robado su futuro en su propia tierra? ¿Se les debe devolver su futuro estén donde estén, sean quienes sean?
– CESV – Todo proceso de descolonización debe efectuarse bajo la premisa de una profunda reconciliación nacional. Los boricuas en los Estados Unidos en cualquier manera de relación que se desarrolle con los Estados Unidos serán un nexo indisoluble y una pieza económica, cultural y política fundamental de este país. Por muchas décadas mujeres, hombres y niños no tuvieron otra salida que migrar y por mucho tiempo el país les dio la espalda. Eso hay que subsanarlo. Los migrantes boricuas han tenido un precio muy alto que pagar en todo este desenvolvimiento colonial de los EE.UU. sobre Puerto Rico. Sobre esa realidad hay que construir relaciones de mayor cercanía e interdependencia con nuestra diáspora.
– WRS – Dos congresistas de origen puertorriqueño, Alexandría Ocasio-Cortez y Nydia Velázquez, presentaron un proyecto de ley para la descolonización de Puerto Rico. Por su parte, Jenniffer González representa a Puerto Rico dentro de los Estados Unidos. Tiene reconocido dentro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos el poder de presentar legislación. Ha estado moviendo un proyecto de anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos junto con el congresista puertorriqueño Darren Soto, proyecto que al igual que el de las congresistas antedichas ha sido sustituido por uno alternativo y de consenso entre todos. ¿Qué le falta a ese proyecto de ley? ¿Qué defectos le ves a ese proyecto de ley? ¿Por qué Ocasio-Cortez y Velázquez merecen algo mejor? ¿Por qué González y Soto merecen algo mejor?
– CESV – Creo que esta pregunta ya la he respondido antes. Los/as congresistas puertorriqueños/as actúan de muy buena fe, eso no lo pongo en duda. Pero el problema de fondo creo que no lo comprenden, porque se quedaron en el viejo paradigma de que Puerto Rico tiene un problema de estatus. Sería injusto cuestionar su compromiso con nuestro país porque aman a su país de origen, pero su visión sobre el problema colonial sigue atrapada en una vieja falsa narrativa y no reconocen que sobre Puerto Rico ahora más que nunca lo que debe aplicar es el derecho internacional y en ese contexto el protagonista debe ser el pueblo de Puerto Rico y no a congresistas (me refiero a los congresistas estadounidenses) en su afán de obtener jugosos donativos y así votos para ser reelectos. La situación de Puerto Rico merece más respeto. Desde el congreso no es donde se debe descolonizar a Puerto Rico. Por el contrario, es en el congreso donde se debe culminar la descolonización negociando los términos entre iguales soberanos.
Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.
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