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Sobre el Che, 50 años con él

Fuentes: Rebelión

1. Rememorar al Che, sin que esto sea un mensaje de obituario, pero con un nudo en la garganta, es repasar su presencia no solo en la Historia, sino en los seres humanos concretos que lo conocieron y se forjaron con él. Por ello, es válida la pregunta: ¿Qué vieron, en el Che, los ojos […]

1.

Rememorar al Che, sin que esto sea un mensaje de obituario, pero con un nudo en la garganta, es repasar su presencia no solo en la Historia, sino en los seres humanos concretos que lo conocieron y se forjaron con él. Por ello, es válida la pregunta: ¿Qué vieron, en el Che, los ojos de la humanidad de hace más de medio siglo como para hacerlo referente de las luchas libertarias en todo el planeta y que, hoy, permitan contar sobre su trascendencia histórica a las nuevas generaciones?

2.

Entre los múltiples sucesos, vieron a los (otros) 300:

Eran los fines de diciembre de 1958. Para el avance de la guerrilla, la provincia de Santa Clara era clave; conquistarla significaba partir en dos la isla. Contra cerca de 3.900 soldados, tanques y un tren blindado, 300 guerrilleros al mando del Che tomaron la ciudad de Santa Clara, en una de las gestas militares más importantes de la Revolución Cubana. «Teníamos una bazuca sin proyectiles y debíamos luchar contra una decena de tanques», rememoró el Che. En agotador combate, el tren fue «descarrilado por un manotazo del pueblo» (Silvio) y, doce horas después, Fidel anunciaba la caída de la dictadura de Batista. Cuando, el 8 de enero de 1959, los Barbudos entraron victoriosos en La Habana, eran ya una leyenda.

3.

Mas, la ‘leyenda’ no se trataba solamente de una lucha militar contra una feroz dictadura, iba más allá: para el Che, la guerrilla era un ‘catalizador político’: un motor que potenciaba los intereses políticos de los sectores explotados de la sociedad para su liberación. Concienciar a la población sobre las condiciones objetivas (estructurales y coyunturales de Cuba) y subjetivas (la necesidad y la urgencia de un cambio total) fue, entonces, tarea paralela al combate. Y eso aprendimos y, por generaciones, nos identificamos en nuestros accionares y compromisos políticos. Pero, con algo más, un ‘algo’ que hizo de la experiencia cubana y del Che, un ejemplo a seguir.

La lucha no fue únicamente contra el régimen, la naturaleza y el imperialismo. Era también contra la conciencia burguesa en todas sus múltiples formas.

4.

En algún momento de la guerra, desde la Sierra, el Che baja de incógnito a una población donde lo reciben en una casa con todas las precauciones del caso. Su presencia motiva para tener un pequeño banquete. El Comandante se niega a servírselo pues -indica- no es correcto hacerlo mientras sus compañeros, en las montañas, casi no tienen qué comer. Toma algo con frugalidad. De igual manera, una cómoda cama está preparada. El Che no puede permitirse dormir allí mientras sus compañeros comparten el suelo de las montañas: acomoda unas mantas en el suelo, y duerme.

5.

Romper la conciencia burguesa que se instala en los intersticios de nuestra personalidad es tarea revolucionaria a la par del ejercicio político. Cuando el Che se encuentra en la guerrilla cubana, en las noches, lee a los combatientes pasajes de libros. ¿Libros durante el combate? Así es. El Che llevaba dos mochilas: una, la de miliciano y, otra, llena de libros, ‘que era pesadísima’, según cuentan. Al ser capturado en Bolivia, cargaba la Crítica de la Economía Política, de Marx; Ensayos sobre las teorías del capitalismo contemporáneo, de Vigotsky; Ils arrivent (Ellos llegan), de Carrell; Geometría analítica, de Philips; e Historia económica de Bolivia, de Luis Peñaloza. Y había distribuido textos entre las mochilas de sus compañeros de combate. La construcción del Hombre Nuevo (hombres y mujeres nuevos) pasaba por él mismo. Y eso lo comprendió el mundo.

6.

Revolucionar el terreno de la ética es, desde entonces, exigencia cotidiana para todos quienes ejercemos la izquierda. Hay trincheras de resistencia que hemos construido en el transcurso de estas décadas. Atrás quedó el estallido de libertad de los años sesenta del siglo veinte; los ochenta que vieron nacer la onda posmoderna y los noventa de la desaparición de la Unión Soviética y el endiosamiento de un poder único a escala mundial. Al Che se le intentó desaparecer decenas de veces, incluso luego de su asesinato, como objeto de consumo, antigualla o desecho de la historia. Y este presente, a medio siglo del crimen, parece, a primera vista, lleno de su ausencia.

7.

En el discurso de Fidel para comunicar al pueblo cubano de la muerte del Che, el 18 de octubre de 1967, en la Plaza de la Revolución, insistió que el Che «nos dejó su ejemplo» y una guía en el devenir de todos: «Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che!».

Si algo dejó el Che al mundo es, con su ejemplo, descubrirle lo bueno que tenemos todos dentro nuestro, desde la ruptura con las ideologías burguesas y la responsabilidad de construirse un futuro desde la conciencia socialista.

Por ello, se mantiene todavía la voluntad de muchos por seguir asesinándolo. Pero, este medio siglo desde su asesinato ha sido también el de la presencia del Che animando el compromiso de las fuerzas de transformación a lo largo del planeta. Y, sin arrogancia, si de hacer historia se trata, estas cinco décadas en lo político, económico, militar y ético continúan resumiéndose en: 1) ¡Patria o Muerte, venceremos! 2) ¡Hasta la victoria siempre! Y 3) ¡Ser como el Che!

Blog del autor: http://descalzo1.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.