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Suecia apuesta al multiculturalismo

Fuentes: BBC

«Yo hablo sueco, árabe, kurdo, persa e inglés con mis amigos», dice Ammar Mamand, un joven kurdo de 12 años que vive en Malmo, en el sur de Suecia. «Pero en clase sólo hablamos en sueco y en inglés». La ciudad -de 270.000 habitantes- tiene una diversidad cultural como ninguna otra en Suecia: el 34% […]

«Yo hablo sueco, árabe, kurdo, persa e inglés con mis amigos», dice Ammar Mamand, un joven kurdo de 12 años que vive en Malmo, en el sur de Suecia.

«Pero en clase sólo hablamos en sueco y en inglés».

La ciudad -de 270.000 habitantes- tiene una diversidad cultural como ninguna otra en Suecia: el 34% de sus habitantes es de origen extranjero. Muchos vienen de la ex Yugoslavia, y más recientemente de Irak y Somalia. También un creciente número de daneses se ha mudado a Malmo.

Suecia es un país que ha optado por el multiculturalismo, rechazando el modelo de asimilación de su vecina Dinamarca, que es uno de los países más severos en cuanto a sus leyes de inmigración.

Casi un 12% de los nueve millones de suecos ha nacido en el extranjero, un porcentaje alto si lo comparamos con otros países de Europa occidental. Esto representa un número significativo de votantes si tenemos en cuenta las elecciones generales del próximo domingo.

La inmigración no ha ocupado un lugar prominente en las campañas electorales, ya que los principales partidos se concentraron en el tema del trabajo.

Sin embargo, estos dos temas están relacionados dado que muchos inmigrantes esperan que el próximo gobierno garantice más fuentes laborales. El índice oficial de desempleo es del 6%, pero la oposición dice que es más elevado.

Trabajo

La tradicional tolerancia, neutralidad y generosidad del estado sueco puede resultar atractiva para los recién llegados. Pero el idioma es un gran problema para la mayoría y, en Malmo, los índices de desempleo entre los inmigrantes son mucho más altos que el promedio nacional.

«Combatir la discriminación es difícil porque es una cuestión de mentalidad y de actitud, y eso cambia muy lentamente», dice Parwin Carami, un iraní coordinador de integración de Malmo.

Si bien en los últimos años el partido Demócrata -que aboga por una Suecia étnicamente homogénea- ha ganado simpatizantes.

Si bien en las elecciones de 2002 obtuvo sólo un 1,4%, convirtiéndose en el partido más grande en no conseguir una banca en el parlamento, al mismo tiempo, aumentó su presencia en el Consejo Municipal pasando de 8 asientos a 49.

La experiencia de Suecia con la inmigración es muy distinta a la del Reino Unido o Francia, donde grandes contingentes de inmigrantes llegaron tiempo atrás, generalmente de las ex colonias donde se hablaba el mismo idioma.

Malmo sufrió un agudo retroceso económico en los 90, justo en momentos cuando se producía una gran ola migratoria. Esto significó que «el desempleo adquirió rápidamente una dimensión étnica», dice el alcalde de la ciudad, Ilmar Reepalu.

Cada año llegan a Malmo unos 3.000 inmigrantes, pero la ciudad sólo tiene viviendas para unos 1.500, le dijo Reepalu a la BBC.

Hacinamiento

Muchos de los recién llegados se dirigen primero a la zona de Rosengard.

Según Reepalu, el hacinamiento es un problema porque muchas de las personas que buscan asilo quieren vivir con sus amigos o familiares.

El sociólogo Aje Carlbom advirtió que esta formación de «enclaves» es un terreno fértil para los islamistas y «la sociedad sueca no se da cuenta de lo que está sucediendo por su clima de tolerancia».

A pesar de los altos índices de desempleo en Rosengard algunos individuos emprendedores han llegado lejos.

Ammar Mamand asiste a la escuela en el Centro Islámico de Rosengard, institución que enorgullece a su fundador, el macedonio Bejzat Becirov, por su apertura e independencia

Construido en 1983, el punto central es la mezquita fundada por la comunidad local.

La mayor parte de las instalaciones se quemaron durante un misterioso incendio en 2003. Todavía pueden verse sus huellas en el salón de las plegarias.

Pero el centro se ha recuperado y brinda educación y otros servicios a las familias inmigrantes.

Modelos

Otro pilar de la comunidad en Rosengard es Diabate Dialy Mory, de Senegal, a quien todos conocen por el apodo de «Dallas».

Llegó a Suecia en 1964 cuando había sólo unos pocos africanos en Malmo.

Durante décadas dirigió un club de boxeo, una suerte de imán para los niños inmigrantes, muchos de los cuales tienen dificultades para adaptarse a la sociedad sueca.

«Muchos vienen aquí sin sus padres, no hablan el idioma, están fuera de la sociedad», le dijo Dallas a la BBC.

«Cuando vienen a aprender boxeo con nosotros, es como si estuvieran entre hermanos o hermanas y entonces comienzan a actuar diferente, comienzan a entender que son personas y que hay alguien que se preocupa por ellos».

Como regla, en el club sólo se habla en sueco.

Para muchos inmigrantes en Rosengard la estrella de fútbol sueca Zlatan Ibrahimovic (cuyos padres vinieron de la ex Yugoslavia), es un héroe.

Otras figuras exitosas entre la comunidad de inmigrantes incluyen al prestigioso cocinero Marcus Samuelsson, nacido en Etiopía, y el director de cine Josef Fares, de Líbano.

El alcalde de Malmo señala que Suecia ha reforzado sus leyes antidiscriminatorias y está trabajando por validar los diplomas de estudios cursados en el extranjero.

Reepalau señala los aspectos positivos de la inmigración:

«Mientras Suecia siente el peso de una población cada vez más anciana, nuestra ciudad se ve beneficiada por una población joven, que es en sí misma una inversión para el bienestar futuro», concluye el alcalde.