El movimiento 15-M simboliza el conjunto de protestas sociales y cívicas de todo el lustro de 2010 a 2014, que es mucho más variado. Después de más de una década conviene este recordatorio para valorar con perspectiva histórica este amplio proceso de indignación popular y acción colectiva progresista y su impacto sociopolítico.
Etiqueta: La indignación toma las plazas
Sí, efectivamente, soy tan cobarde que el artículo dedicado a los diez años del movimiento 15M lo escribo cuando ya han pasado unos días del aniversario. También es cierto que, tal y como me temía, muchos de los artículos publicados estos días vuelven a caer en los lugares comunes (cada posicionamiento ideológico con su propio lugar común) cuando no en la burda e interesada manipulación de lo que fue ese fenómeno.
Se cumplen 10 años de un hito que nacido en el corazón del Reino de España, aquel del “No pasarán”, traspasó no solo las fronteras de Madrid sino del Estado, y cuyo eco resituó elementos y de alguna forma marcó una época.
Toda revolución es antes una gran conversación y toda gran conversación ha escogido antes, con paciencia de gramático, un nuevo vocabulario. Ese nuevo vocabulario está escrito en el diccionario de las protestas y su alfabeto se construye negando la conveniencia de lo existente.
El movimiento 15-M simboliza el conjunto de protestas sociales y cívicas de todo el lustro de 2010 a 2014, que es mucho más variado. Después de una década conviene este recordatorio para valorar con perspectiva histórica este amplio proceso de indignación popular y acción colectiva progresista y su impacto sociopolítico. Se trata de evaluar esta experiencia de la ciudadanía crítica y sacar enseñanzas para los retos presentes y futuros de los movimientos sociales y el espacio del cambio de progreso.
Cuando la llamada “nueva política” adquirió un gran protagonismo, a mediados de la década pasada, con éxitos electorales singulares como el de AGE, Las Mareas y Podemos, parecía que la muerte de las viejas organizaciones era un hecho. Hoy es evidente para cualquiera que no se puede repartir la piel del oso antes de que este muera.
No queríamos ser mercancía en manos de políticos y banqueros aquel 15M y lo somos. La indignación de las plazas se desmembró en los diversos imperios de la coma que no encaja o los egos por domesticar. Los establecidos con etiqueta progresista nunca perdonaron la rebelión y el cuestionamiento de su poder. El poso de […]