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Hubo huelga general

También los belgas se cruzan de brazos

Fuentes: Le Courrier

Traducido para Rebelión por Susana Merino

Esto no sucedía desde 1993, una huelga general encabezada por las tres organizaciones sindicales ha frenado a Bélgica.

La respuesta de los sindicatos a las medidas de austeridad forjadas por el nuevo gobierno no se hizo esperar. Frente a los recortes de alrededor de los 12.000 millones previstos por la coalición de socialistas, demócrata-cristianos y derecha liberal, muchos han sido los trabajadores belgas que ayer se cruzaron de brazos bloqueando la actividad económica del país.

Si hasta ahora se ha ahorrado a Bélgica la austeridad que gangrena los países de la zona euro, ha sido probablemente porque durante más de 500 días el país se había frenado a causa de otra crisis, la institucional. Al salir fuertemente dividida de las elecciones legislativas de 2010 (ampliamente ganadas por el partido socialista en Valonia y por la derecha nacionalista en Flandes), la rutina de las actividades belgas fueron manejadas durante un año y medio por el gobierno saliente.

Aprobado en dos días

Pero apenas concluido el acuerdo gubernamental a finales de noviembre de 2011, las cosas se precipitaron. El ejecutivo dirigido por el social-demócrata Elio Di Rupo presentó su presupuesto, anunciando «la necesidad de economizar 11.000 millones de euros» La principal decisión que provocó esta movilización ha sido el aumento de la edad de la jubilación. Pero también se ha debido a que hacía apenas dos días que las medidas anunciadas habían sido aprobadas por el Parlamento casi a puertas cerradas. «En Bélgica la concertación social entre el gobierno, los patronos y las organizaciones sindicales ha sido históricamente muy importante. Y el gobierno, empujado también por la Unión Europea, ha soslayado a los sindicatos» explica Bruno Bairand, del Grupo de Investigación para la búsqueda de una estrategia económica alternativa (Gresea).

Por otra parte ha sido el comisario europeo de Asuntos Económicos, Oli Rehn, quién llamó al orden al gobierno de Di Rupo calificando su presupuesto de «demasiado optimista» requiriéndole entre 1.200 y 2.000 millones de euros de nuevos esfuerzos presupuestarios suplementarios. El nuevo gobierno decidió entonces congelar temporalmente gastos por importe de 1.000 millones de euros hasta el próximo control presupuestario previsto para febrero. «Todo parece indicar que, en los meses próximos, se tomarán aún otras medidas» estima el señor Bauraind.

Una movilización creciente 

A partir de entonces, el 2 de diciembre los sindicatos convocaron a una manifestación nacional en Bruselas, que reunió a unas 80.000 personas (50.000 según la policía). Luego se produjo la huelga de los funcionarios públicos del 22 de diciembre, que paralizó el subterráneo, los trenes, los autobuses y la administración de las principales ciudades del país. Pero a pesar de las movilizaciones el diálogo no se ha restablecido. A mediados de enero Elio di Rupo acusó a las organizaciones sindicales de conducir a los ciudadanos al abismo. Mientras tanto no cesan de crisparse las relaciones entre la FGTB (Federación General del Trabajo de Bélgica, históricamente vinculada al PS) y el Partido socialista.

«Lo interesante es que en la historia de las grandes huelgas belgas siempre se produjo la división entre los gobiernos de derecha y las organizaciones sindicales progresistas. Y hoy uno se encuentra con un gobierno de coalición dirigido por un socialista y organizaciones sindicales que se manifiestan contra ese gobierno. Esto es nuevo y demuestra que en la columna socialista no se sigue con la misma amplitud de onda» analiza el investigador del Gsea.

El término es débil. En un editorial del 26 de enero titulado «Somos militantes de un sindicato de izquierda a no confundir con el PS» afirma Sergio, maestro y militante del FGTB que ha venido a participar en un piquete frente a una escuela comunal. Para él como para sus colegas las medidas sobre la prejubilación son las más difíciles de aceptar. Pero no solamente esas, «Para los jóvenes será también cada vez más duro. Y también entre los trabajadores activos, muchos apoyan la huelga pero no participan en la movilización porque no se pueden permitir perder una jornada de trabajo si quieren llegar a fin de mes», agrega Dominique, maestro y militante sindical.

Jean-Mar Durrieux, presidente de la Central general de los servicios públicos (CGSP) en la región de Mons-Borinage (sección electoral de Elio Di Rupo) denuncia que según él «existe falta de concertación, precipitación en la toma de medidas e ignorancia total de los expedientes por parte de los negociadores gubernamentales».  

Pacto fiscal europeo

Las negociaciones se desarrollan también en el nivel europeo y fue justamente ayer cuando Bruselas acogió la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Los Estados miembros discutieron allí sobre empleo y crecimiento, pero también sobre el nuevo tratado de gobernanza fiscal. Ironías de la suerte, con la huelga de los trabajadores belgas, algunas delegaciones debieron desviar sus vuelos y aterrizar en la base militar de Beauvechain ubicada a unos treinta kilómetros de Bruselas para ser inmediatamente trasladadas, escoltadas por la policía a la sede del Consejo Europeo.

Los gobiernos nacionales invocan a menudo los requerimientos de Europa como una fatalidad y un corsé que les impide llevar a cabo políticas alternativas. Bruno Bauraind atempera: «es necesario tocar en dos niveles cuando se habla de la UE. Está claro que los países miembros tienen cada vez menos márgenes de maniobra y que cada vez se otorgan más poderes a la Comisión en el control de los presupuestos estatales. Pero no hay que olvidar que Europa está formada por Estados-naciones, que son los ministros de finanzas de los diferentes países los que negocian entre ellos para definir las políticas presupuestarias de la Unión. Es fácil echar la culpa a la UE aunque esta esté formada por esos mismos Estados-naciones».

Jubilados y desocupados en la mira

«Una huelga por nada», sindicatos «irresponsables», «infierno de los usuarios». Luego de la masiva movilización del 2 de diciembre en Bruselas, todos los medios se pusieron en marcha para hacer tragar a la población la píldora de las medidas «injustas pero indispensables». El gobierno insiste y juega con las palabras: se trata de «rigor» y no de austeridad.

En resumen la edad mínima para jubilarse aumentará seis meses a partir de 2013 y luego seis meses al año hasta llegar a la de 62 en 2016 en el sector privado y en el régimen general de la función pública. El tiempo activo mínimo aumentará progresivamente a cuarenta años en el período hasta 2015. La edad mínima para acceder a una prejubilación pasa de los 56 a los 60 años, con un mínimo de 40 años de actividad (en lugar de 38) el monto de la jubilación se calculará a partir de las remuneraciones de los diez últimos años de actividad (contra los cinco últimos años en la mayoría de los casos).

Se ha salvado la indexación automática de los salarios. Se trata de una particularidad belga que permite indexar anualmente los salarios de acuerdo con la inflación (3,65% en enero). El acuerdo del gobierno no prevé ponerla en tela de juicio pera nada es seguro en el mediano plazo. La semana pasada los «expertos» del Fondo Monetario Internacional llamaron al país a volver a considerar este sistema estimando que el país se halla ya en recesión.

En lo referente a los jóvenes, el período de espera (el período que sigue a la terminación de los estudios) antes de poder acceder a los subsidios por desempleo pasa de seis o nueve meses (según la edad) a 12 meses con controles de búsqueda activa de trabajo cada cuatro meses. Este pedido de inserción queda sin embargo limitado a tres años. Los trabajadores sin empleo se enfrentarán a una regresividad más rápida de los subsidios por desempleo (a excepción de los tres primeros meses) y un control todavía más estricto.

Como señala Bruno Bauraind «mientras que las medidas que van a afectar a la población, a los jóvenes, a los subsidios por desempleo, etc. son medidas precisas, las destinadas a hacer pagar impuestos al capital permanecen indefinidas». Y en casos como por ejemplo la ley sobre intereses teóricos, que permite a las grandes empresas como Arcelor-Mittal no pagar casi impuestos, solo será tímidamente reformada.  

Huelga verdaderamente general

«Esta huelga general ha sido realmente un éxito» podía declarar después del mediodía Claude Rolin, secretario general de la central cristiana CSC, la más grande del país. Los ferroviarios, los primeros que entraron en acción, paralizaron la noche del domingo al lunes toda la red ferroviaria belga, incluidos los trenes internacionales de alta velocidad Thalys y Eurostar que unen Bruselas con París, Amsterdam, Colonia y Londres. Al amanecer ya no circulaban ningún subterráneo ni ningún autobús en Bruselas. Y en el interior del país los transportes eran mínimos.

Los obreros del puerto de Anvers, uno de los más importantes de Europa, también decidieron unirse a la huelga. El aeropuerto de Charleroi, en el que operan la mayor parte de las compañías «low-cost«, como Rynair, estaba cerrado, así como muchas escuelas y administraciones.

En el ámbito privado la huelga fue «muy acatada» por la gran distribución y la industria especialmente siderúrgica, automovilística y petroquímica, según el sindicato socialista FGTB. Los huelguistas organizaron además bloqueos en rutas y autopistas, principalmente en la entrada de las zonas industriales, con el objeto de paralizar las fábricas que se mantenían activas. Medios, correo, policía, cárceles y venta de alimentos fueron afectados en menor medida.

Fuente:   http://www.lecourrier.ch/node/95496

rCR