Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Francia, el país europeo que tiene la tasa de natalidad más alta, ¿acaso tiene miedo de sus jóvenes? El gobierno y la mayoría están haciendo todo lo posible para difundir la idea de que los jóvenes se han vuelto muy peligrosos y que, por lo tanto, hay que reprimirlos sin usar guantes de seda. Los miembros comenzaron a discutir ayer en la Asamblea Nacional la ley Loppsi 2 (orientación y programación para la seguridad interna). Una ley para todo, que prevé la posibilidad de filtrar la red (por el bloqueo de sitios web con contenido pedopornográfico) y da a la policía el derecho a «espiar» directamente en los ordenadores de los sospechosos. La ley también establece la vídeovigilancia en «manifestaciones que pueden crear alteraciones del orden público». El capítulo más controvertido afecta a los niños menores de 13 años: con esta ley, los prefectos podrán imponer un toque de queda para los menores de 13 años de edad no acompañados desde las 23 horas a las 6 de la mañana. Los padres de los niños a quienes se encuentren solos durante el toque de queda tendrán que pagar una multa de hasta 450 euros. Algunos municipios ya han experimentado en Francia un toque de queda para menores de edad y la Loppsi 2 no hace sino extender esta experiencia a todo el territorio.
A partir de mañana, el Senado discutirá en segunda sesión, otra ley represiva para los más jóvenes: un nuevo arsenal de normas para frenar la violencia en reuniones y en la escuela. Mientras los diputados comenzaban a discutir el toque de queda para menores de 13 años y los senadores se preparaban para legalizar el control de la policía en las escuelas, ocurría una noticia que da que pensar. Anne, una niña de 14 años, fue detenida y encarcelada la semana pasada en una celda en situación de detención preventiva por cerca de diez horas. Sucedió en el distrito XX (veinte) de París. La niña había participado en una pelea pequeña con algunos amigos de la escuela, no muy lejos de la escuela secundaria a la que acude. Esta discusión, durante la cual una compañera recibió varias patadas, les costó cara a los estudiantes: otras dos niñas y un varón, todos de 14 años, ya habían sido detenidos por un episodio similar en el mismo instituto, un hecho excepcional (que se banalizará con la nueva ley que se está debatiendo en el Senado). Ana estaba durmiendo todavía cuando la policía llamó a la puerta. Sus padres ya se habían ido a trabajar. La muchacha no pudo ni vestirse y se la llevaron -esposada, según ella- a la policía, vestido con el chándal que usa como pijama. La policía se justifica, dice que Ana está acusado de «violencia agravada», «en reunión», y que este delito prevé una pena de hasta 5 años de prisión. Sin embargo, la policía ha abierto una investigación sobre la labor de los agentes.
Sarkozy y su gobierno han encontrado en los jóvenes «delincuentes» un blanco cómodo. En los últimos ocho años, en Francia, ha habido siete leyes diferentes que han agravado la represión de los jóvenes delincuentes, protegidos aquí por la ordenanza de 1945, que se centra en la parte educativa de la represión (se está revisando también la ordenanza de 1945, con el fin de equiparar la legislación penal aplicable a los menores a la de los adultos). Sarkozy afirma que la delincuencia juvenil va en aumento. Nadine Morano, Secretaria de Asuntos familiares, explica que «en el 45 entre los jóvenes de 13 a 18 años, uno de cada 170 jóvenes tenía problemas con la delincuencia. Hoy es uno de 30». Pero las estadísticas del Ministerio del Interior no confirman en absoluto estas cifras y sí señalan que desde los años 70 hasta hoy una estabilidad relativa. No obstante, existe también lo que la gente «percibe», de acuerdo con los discursos de los políticos, que hablan de una juventud cada vez más violenta, para la cual ya no sería posible encontrar excusas ni establecer proyectos de recuperación.
El caso de la joven Anne, sometida a la custodia policial durante 10 horas por una pelea con un compañero de clase, ha puesto de relieve, una vez más, el abuso de la detención policial, a la que la policía recurre sin hacerse demasiadas preguntas. Se han recogido muchos testimonios de gente que lucha contra esta forma de represión; personas que, incluso por una infracción de las normas de tráfico, han sido detenidas, humilladas y encerradas durante horas en una celda. Todos los años en Francia hay 900 mil detenciones. Los policías que arrestaron a Ana, en teoría, no infringieron la ley: sólo los niños menores de 10 años no pueden ser detenidos. De 10 a 13 años, la custodia puede durar hasta 12 horas, renovables pueden una vez (24 horas). De 13 a 16, la custodia se duplica (24 horas, luego, 48). Entre 16 y 18 años, las primeras 24 horas de custodia puede renovarse otras dos veces, hasta 72 horas, por los delitos más graves.
Fuente: http://blog.ilmanifesto.it/franciaeuropa/2010/02/10/la-francia-di-sarkozy-ha-paura-dei-giovani/