Traducido pra Rebelión por Christine Lewis Carrol
Warren Clark explica que el éxito de la campaña contra el workfare [1] pone en duda el futuro de este tipo de políticas.
«Tres personas empiezan hoy su «experiencia laboral». Nos ayudarán durante 30 horas semanales en el periodo navideño. Me da pavor la idea de que en las oficinas centrales piensen que no necesitan pagar a sus trabajadores. Yo mismo cobro el salario mínimo por un trabajo a tiempo parcial y si se permite contratar a trabajadores sin remunerarlos, ¿qué les impide amortizar mi puesto de trabajo y contratar a trabajadores de las ETT sin coste para los propietarios?» (Empleado de Shoezone, noviembre de 2012).
A finales de 2012 cadenas como Argos, Asda, Superdrug y Shoezone hicieron uso de los programas gubernamentales de empleo no remunerado para cubrir la demanda estacional, en vez de contratar a más personal o pagar horas extraordinarias. Esto forma parte de una tendencia creciente de reemplazar el empleo pagado por los programas de empleo no remunerado. En septiembre de 2012 el grupo alimentario 2 Sisters Food Group despidió a 350 trabajadores de su planta de Leicester. Trasladó la producción de rellenos de pizza a Nottingham, a consecuencia, supuestamente, de varias huelgas recientes. Sin embargo en vez de contratos de trabajo remunerado, la compañía optó por colocar a 100 personas de los programas de empleo no remunerado ‘con el propósito de que conocieran el trabajo en el sector alimentario’.
No sólo son las compañías privadas las que se aprovechan de los programas de empleo no remunerado. También lo hace el sector público que cubre así los despidos y recortes. Los hospitales, el transporte público y los municipios han utilizado todos a trabajadores adscritos a los programas de empleo no remunerado. El municipio de Halton se ha despojado del 10% de los puestos de trabajo desde 2010 y utiliza ahora las personas adscritas a los programas. Lewisham ha cerrado algunas de sus bibliotecas. Se ha sabido ahora que sus nuevas ‘bibliotecas comunitarias’ subcontratadas se aprovechan de la mano de obra sin remunerar adscrita a los programas.
La utilización de los programas de empleo no remunerado se ha intensificado durante el último año, lo que ha repercutido en la cantidad de trabajo remunerado disponible. ‘La actividad laboral obligatoria’, que exige a la gente trabajar 30 horas semanales durante cuatro semanas sin cobrar, se ha incrementado en 70.000 contratos al año, a pesar de que el informe del Departamento de Trabajo y Pensiones (DWP por sus siglas en inglés) indicó que esta actividad tuvo ‘efecto cero’ sobre las posibilidades de encontrar trabajo. Se prevé que el llamado ‘programa de experiencia laboral’ -es decir contratos de ocho semanas principalmente dentro del sector privado- obligará a 250.000 personas a trabajar sin remuneración en los próximos tres años. El gobierno se niega a decir cuántas personas de las 850.000 que trabajaron en el ‘programa de trabajo’ lo hicieron sin cobrar. Con otros cinco programas de empleo no remunerado en funcionamiento, todo apunta a que éstos sustituyeron los puestos de trabajo remunerados e hicieron bajar los sueldos.
Pero a pesar de la expansión de los programas de empleo no remunerado, las primeras estadísticas publicadas acerca del programa de trabajo indicaron que había sido un sonoro fracaso: no alcanzó siquiera su propio objetivo de colocación de desempleados. Los adscritos al programa de trabajo tienen el doble de posibilidades de seguir cobrando una prestación que de encontrar trabajo.
Combatir los programas de empleo no remunerado
Hasta hace poco esta realidad de la gran cantidad de mano de obra explotada en el Reino Unido no formaba parte de la conciencia pública. A menos que tú o algún amigo tuyo hayan trabajado gratis para Asda o tu patrón haya recortado tu jornada laboral para sustituirte por personas procedentes de los programas de trabajo, quizá no sepas nada de esta política. Red Pepper (octubre/noviembre 2011) fue uno de los primeros medios que informaron de los planes del gobierno de incrementar el número de personas que participaban en los programas de empleo no remunerado, al plantear los problemas que suscitarían los programas al socavar las condiciones laborales, hacer retroceder el salario mínimo e intentar reescribir el contrato social.
El éxito de la campaña contra los programas de empleo no remunerado consigue que éstos se conozcan y se critiquen. Su viabilidad ya se cuestiona seriamente. Decenas de marcas y organizaciones benéficas se han visto obligadas, gracias a la presión pública, a dar dejar de utilizar los programas, lo que incluye a Sainsbury’s, HMV y Oxfam. Los programas de trabajo ya no amenazan con suspender las prestaciones a las personas que no participan, aunque los beneficiarios tienen la impresión a menudo de que esto no sea así y se les amenaza con que tengan que trabajar obligatoriamente.
Ha habido intervenciones prometedoras de activistas sindicales de base para acabar con la amenaza de los programas de empleo no remunerado en el Ministerio del Interior, el ayuntamiento de Brighton y Hove, mientras que el municipio de Norwich fue la primera entidad local que aprobó una moción de boicot a los programas de empleo no remunerado. El futuro de esta política es incierto y este aspecto fundamental del ataque gubernamental al Estado de bienestar podría dar un vuelco.
Construir un movimiento
En febrero del 2012 Tesco cometió el error de anunciar en la red un puesto dentro de los programas de empleo no remunerado que ofrecía trabajar en turno de noche a cambio de la prestación por desempleo. En cuestión de horas el anuncio estaba en Twitter y Facebook y los medios de comunicación dominantes no tuvieron más remedio que prestar atención al asunto; los titulares del Daily Mail el 22 de febrero de 2012 fueron «Tesco toma un giro radical con respecto al programa de trabajo de la ‘mano de obra esclava'».
En cuanto la gente se enteró de qué eran los programas de empleo no remunerado reaccionó. Se celebraron días de acción en 43 ciudades a lo largo del Reino Unido, desde notas adhesivas en los grandes almacenes a ocupaciones y piquetes en los establecimientos de los mayores delincuentes. Las cadenas como TK Maxx, Burger King y Marie Curie Cancer Care, que se habían aprovechado en silencio de miles de horas de trabajo sin remunerar, se retiraron del programa para salvar su reputación.
Boycott Workfare puso también el punto de mira en los grupos de expertos que estaban a favor de los programas de empleo no remunerado, cuya presión antidemocrática ha impulsado la implantación de estos programas. A consecuencia de las campañas continuas ya no anuncian los lugares de reunión de sus conferencias por temor a las acciones directas.
La campaña y la posterior cobertura de los medios han combatido ese clima político. Demasiada gente de todas las tendencias políticas se ha creído el cuento de que por un lado existe gente que lucha y por el otro gente que se escaquea. Después de todo fue el Partido Laborista el que introdujo los programas de empleo no remunerado, al dividir a los beneficiarios de prestaciones entre pobres que las merecían y pobres que no.
A medida que las organizaciones de base señalan a algunos de los principales usuarios de los programas, el futuro de los mismos empieza a ser incierto. A consecuencia de las acciones coordinadas por todo el Reino Unido que forzaron la disminución -si no la retirada- de los programas, la British Heart Foundation se jactó de que se aprovechaba de 1.600 colocaciones en sus instalaciones procedentes de los programas. Un informe reciente del DWP sobre el trabajo obligatorio indica una reducción importante de este tipo de colocaciones desde que la campaña ha conseguido que las organizaciones benéficas se retiren. Desde diciembre de 2012 la disposición de aprovecharse del trabajo forzoso sin remunerar ha llegado a ser más difícil de aceptar desde que los beneficiarios de prestaciones por enfermedad y discapacidad declarados ‘no aptos para trabajar’ son también susceptibles de trabajar obligatoriamente durante periodos ilimitados. Lord Bichard, miembro de un comité de la Cámara de los Comunes, llegó a plantear el trabajo obligatorio para los pensionistas. En los últimos meses la campaña Boycott Workfare, al colocar en el punto de mira a las organizaciones benéficas, ha impulsado a más entidades a anunciar que se retirarán. Los programas de empleo no remunerado se tambalean.
Estas victorias han planteado nuevos desafíos. A pesar de los comentaristas de los medios de comunicación dominantes, políticos y algunas campañas que alegan que Tesco se había retirado de los programas de empleo no remunerado al anunciar la compañía la implantación de un nuevo programa, en realidad participaba todavía. Superdrug y Scope suspendieron su implicación para luego reincorporarse.
Una campaña dirigida por los parados
Desde el principio la campaña de Boycott Workfare ha implicado y ha dado protagonismo a la gente directamente afectada por los programas de empleo no remunerado, a la gente que muchos sectores de la izquierda ignoran a menudo.
En los lugares en los que la política tradicional ha dejado un vacío se ha creado un espacio para las campañas de base, creativas y ágiles. En colaboración con otros grupos, un elemento clave de las campañas de Boycott Workfare es que persigue posibilitar cuantas más acciones mejor; da la bienvenida a cada táctica y estrategia utilizadas contra los programas y da publicidad a todas las acciones de dondequiera que hayan tenido lugar y quienquiera que las haya realizado. Implica dar poder a las personas para resistir los programas, al poner toda la información a disposición de los beneficiarios de prestaciones o a los que hayan recibido multas. Se trata de ayudar, sin contraprestaciones.
Las personas entienden que sus acciones importan. Es su movimiento. Los conocimientos de qué empresas utilizan los programas se consiguen con las aportaciones de todos; las historias reales y experiencia de las personas se utilizan para desmentir las alegaciones de las compañías de que no utilizan los programas. Todos los días la gente combate los programas escribiendo cartas, enviando correos o criticando a las empresas que participan en los programas en las redes sociales.
Poco a poco se ha establecido la campaña en red por todo el Reino Unido. Las personas actúan cuándo y cómo quieren, compartiendo información e inspiración y coordinándose para conseguir los objetivos marcados. Colectivamente los grupos de base apuntan más alto que su influencia real.
Los programas y los sindicatos
Como sucede a menudo la respuesta de los sindicatos varía enormemente. Las direcciones sindicales (TUC) han sido lentas en reaccionar a los programas sin remunerar en el lugar de trabajo. Las TUC ocupan la posición incómoda de condenar oficialmente los programas mientras apoyan el programa propuesto del Partido Laborista, la llamada «garantía laboral». Este programa aboga por el trabajo obligatorio muy por debajo de un salario digno y con un régimen de sanciones igual de riguroso que el implantado por el actual gobierno de coalición.
Los afiliados de base de las nuevas delegaciones comunitarias [establecidas en los vecindarios] del sindicato Unite llevan a cabo acciones directas contra los programas de empleo no remunerado. Sin embargo Unite todavía pidió a Boycott Workfare que asesora sin cobrar a sus afiliados desempleados y multados, a pesar de cobrar a éstos la cuota anual de 26 libras. Boycott Workfare se negó. Parece que Unite no utiliza todavía sus recursos para ofrecer el tipo de apoyo individual que Boycott Workfare intenta proporcionar gratis.
El sindicato PCS ha apoyado más a Boycott Workfare y colabora con la campaña. Si embargo el sindicato CWU ayudó a implantar un programa de empleo sin remunerar en Royal Mail [Correos]. Se salió tardíamente del programa por vergüenza.
A pesar de este variado cuadro, las delegaciones locales han aprobado mociones contra los programas de empleo no remunerado y han conseguido que se discutan en las conferencias nacionales. Muchos sindicatos, como BFAWU, NUT, Unison, Unite y PCS ya han implantado políticas contra los programas. En 2013 Boycott Workfare espera colaborar con los sindicatos para establecer estrategias que contrarresten los programas a nivel local, regional y nacional, lo que es fundamental porque la implantación de los programas es muy difusa.
El año que nos espera
La campaña Boycott Workfare se enfrenta a retos importantes en 2013. Desde octubre de 2012, las personas que se niegan a participar en los programas de empleo no remunerado o entran en conflicto de alguna manera con este sistema se arriesgan a perder la prestación de subsistencia durante tres años. El Crédito Universal [una nueva prestación social que se implantará en el Reino Unido] asoma por el horizonte, acompañado de todo un diluvio de condiciones. Los trabajadores a tiempo parcial y que ganan poco estarán en el mismo barco que los que buscan empleo y se verán obligados a buscar empleo y participar en los programas de empleo no remunerado hasta que ganen el equivalente de un empleo a tiempo completo por el salario mínimo. Whitehall [ubicación de la administración gubernamental británica] pretende que sea obligatoria la utilización de la desastrosa web Universal Jobmatch, condenando a los que reclaman prestaciones a buscar, desmoralizados, durante horas en una base de datos ineficaz a la vez que se vigila que efectivamente están utilizando la página de búsqueda.
Sin embargo se vislumbra una perspectiva realista de éxito. Un informe jurídico del DWP que pretende bloquear la información de quién utiliza los programas de empleo no remunerado argumenta que los programas se arriesgan a colapsarse si se publica dicha información. A medida que constatamos esto continuamente mediante el boca a boca, la propia efectividad de la campaña nos da ánimos.
Se presentarán los programas de empleo no remunerado a más personas en 2013. Pero a medida que incrementemos nuestro alcance, éstas nos conocerán también a nosotros y todavía nos quedan algunos ases en la manga. Aquí va nuestra advertencia a los usuarios potenciales de los programas de empleo no remunerado: si nos explotáis os cerraremos.
Nota:
[1] Workfare: son programas gubernamentales que obligan a trabajar sin remuneración a las personas que reciben prestaciones sociales.
Warren Clark es miembro de la campaña Boycott Workfare, con experiencia personal en los programas de empleo no remunerado. Escribe aquí a título personal.
Fuente: http://www.redpepper.org.uk/workfare-a-policy-on-the-brink/
rCR