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Transnistria, ¿un conflicto congelado?

Fuentes: Rebelión

El 16 de noviembre de 2020, la eurófila Maia Sandu fue elegida para para la presidencia de la República de Moldavia con el 57% de los votos, un resultado convalidado ocho meses después por la victoria de su partido, Acción y Solidaridad, en las elecciones legislativas con el 48% de los votos.

Esta execonomista, que trabajó en el Banco Mundial, se destacó desde su asunción por un regreso a la hostilidad hacia su vecino secesionista. Recordando que “la región de Transnistria es parte integrante de la República de Moldavia”, la nueva dirigente hizo un llamado al retiro de las tropas rusas, estacionadas en la zona de seguridad que delimita la frontera con la región secesionista, en virtud del acuerdo del 21 de julio de 1992 entre la Federación de Rusia y su país. 

Cuenta con el apoyo de EE UU que, por vía de su embajador, se declaró en mayo de 2021 favorable a una “completa reintegración de Transnistria en el seno de la República de Moldavia”. 

Sandu, sucesora de un gobierno calificado de pro-ruso, exhibe una agenda decididamente orientada hacia la integración europea del país. Su vecino ucraniano, manifiesta su solidaridad con Chisináu, la capital moldava. Desde el 1° de setiembre del año pasado, Kiev les prohibió a los vehículos con patente de Transnistria entrar en su territorio. 

Un poco de historia reciente 

Vinculadas por decisión de Moscú, las dos orillas del Dniéster vieron sus destinos nuevamente separados por la disolución de la Unión Soviética. 

El 2 de setiembre de 1990, unos meses después que el gobierno moldavo hubiera declarado su soberanía, Transnistria reivindicó a su vez la independencia. En nuevo proyecto nacional de Chisináu, esencialmente sostenidos por partidarios de una unión con Rumania, fue masivamente rechazado por las poblaciones rusófonas del Este del país. 

En marzo de 1992, un intento de recuperación militar de la orilla izquierda del río desembocó en enfrentamientos a los que puso fin un acuerdo de cese del fuego, firmado el 21 de julio. 

Tres décadas más tarde, Transnistria subsiste como un vestigio de esta crisis geopolítica. “Nuestra independencia es ya una realidad -sostiene Vitali Ignatiev, ministro de Relaciones Exteriores-. Solo falta regularizarla”. 

La Transnistria secesionista primero adoptó el nombre oficial de República Moldava Socialista Soviética del Dniéster tras su declaración de independencia en 1990. El 17 de marzo de 1991, la población votó en un 97% a favor del mantenimiento de la URSS, en el transcurso de un referéndum que las autoridades moldavas decidieron boicotear. 

Tras la desaparición de la Unión Soviética, la República Transnistria se rebautizó República Moldava del Dniéster. Para Iván Voit, historiador y docente en la Universidad de Pridnestrovia, “una reacción a la traición de las elites de la época” que fueron culpables de haber sellado la disolución de la URSS, a pesar de la victoria del “sí” (76% de los votantes a escala de la Unión Soviética). 

A pesar de no haber reconocido nunca su independencia, Rusia le provee una importante ayuda económica, así como de gas subvencionado. A cambio, permanece endeudada en el plano político y cumple un papel de reaseguro contra una eventual adhesión de Moldavia a la OTAN, a pesar de la inclusión del principio de neutralidad en la Constitución moldava. 

El español Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y ‎Política de Seguridad, viajó discretamente a Ucrania a principios de enero. ‎Durante su estancia en ese país, Josep Borrell estuvo en la línea del frente en Donbass y se reunió con ‎los funcionarios de la Misión de la Unión Europea para la Asistencia Fronteriza en Moldavia y ‎Ucrania (EUBAM) para instaurar un bloqueo económico contra Transnistria. ‎ 

Transnistria pide el reconocimiento «pacífico» de su independencia 

El presidente de Transnistria, Vadim Krasnoselski, ha reclamado el viernes 6 de mayo el reconocimiento «pacífico» y «a través de la mesa de negociaciones» de la independencia de la región separatista moldava, en medio del aumento de las tensiones en plena ofensiva militar rusa en Ucrania. 

«¿Cuántas veces he hecho la pregunta sobre si es preferible un reconocimiento a través de la guerra y el derramamiento de sangre o una vida pacífica sin ser reconocidos por la comunidad internacional?», ha dicho, antes de incidir en que «la respuesta es obvia». 

«Transnistria debe ser y será reconocida, pero de forma pacífica, en la mesa de negociaciones, a través de un diálogo. El proceso debe ser exclusivamente democrático (…), sin hostilidades ni pérdidas», explicó en un mensaje publicado en su cuenta oficial en Telegram. 

Así, ha recalcado que «nadie quiere una guerra» y ha añadido que «no hay necesidad de azuzar las llamas con provocaciones». «La población de Transnistria sabe lo que es una guerra y aprecia la paz. No es necesidad de buscar o crear artificialmente sucesos peligrosos a través de la vía informativa», ha reiterado. 

«Nadie habla de un silencio, en absoluto, pero no hay necesidad de sembrar el pánico entre los ciudadanos», ha manifestado, antes de reseñar que las autoridades trabajan para «desarrollar la economía» y mejorar la calidad de vida de la población. 

Por otra parte, ha indicado que «tras los ataques terroristas» de la última semana en el territorio, «el mundo parece haber recordado la existencia de Transnistria». «Los teléfonos no paran de sonar. Todo el periodismo internacional se despertó con estas explosiones», ha argüido. 

«¿Por qué estuvieron sordos ante el destino de la república durante tres décadas? ¿Por qué nuestras actividades, logros y dificultades fueron ignorados o mencionados sólo brevemente?», se ha preguntado. «¿Por qué nos ignoraron cuando llamamos a todas las puertas pidiendo ayuda?», ha criticado. 

Las palabras de Krasnoselski han llegado un día después de que el ministro de Exteriores de la región, Vitali Ignatiev, pidiera a Ucrania y Moldavia que adopten «decisiones equilibradas» para impedir que las tensiones sigan aumentando. 

La región de Transnistria -cuya población es mayoritariamente rusa y ucraniana- ha cobrado protagonismo en las últimas semanas por su vínculo con el Gobierno ruso y su importante posición geoestratégica. Las autoridades ucranianas han llegado a denunciar posibles incursiones rusas hacia el oeste de Ucrania desde Transnistria. 

Atentados 

La sede del ministerio del Interior de Transnistria fue blanco de un tiro de RPG –un tipo de ‎lanzacohetes personal– el 25 de abril en Tiraspol, capital de la autoproclamada República ‎Moldava Pridnestroviana o República de Transnistria. ‎ 

Sólo horas después, el 26 de abril, las antenas de radio y de televisión más potentes de ese ‎territorio, situadas en la región de Mayak, fueron objeto de atentados dinamiteros. ‎ 

Estos atentados concuerdan con los objetivos descritos desde 2019 en un plan trazado por la RAND ‎Corporation y presentado ese año al Congreso de Estados Unidos para debilitar a Rusia ‎obligándola a intervenir militarmente fuera de sus fronteras. Ese plan preveía la posibilidad de ‎imponer a Moscú una guerra en Ucrania y otra en Transnistria.  

Estados Unidos ha movilizado a la Unión Europea para imponer un bloqueo económico contra ‎Transnistria, un pequeño Estado no reconocido, cuya población decidió en un referéndum ‎separarse de Moldavia a raíz de la disolución de la URSS. ‎En efecto, desde el 1º de enero y bajo la dirección de Stefano Sannino, ex representante en Serbia de ‎la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), los funcionarios ‎de la Misión de Asistencia de la Unión Europea en la Frontera entre Moldavia y Ucrania (EUBAM) ‎están dirigiendo a las autoridades aduaneras de Moldavia y Ucrania –dos países que no son ‎miembros de la UE– para concretar el bloqueo económico contra Transnistria. Así que Rusia ‎se verá obligada a establecer un puente aéreo para garantizar la alimentación de los ‎‎500.000 habitantes de ese enclave. ‎ 

En 1992 Estados Unidos trató ‎infructuosamente de aplastar militarmente la pequeña Transnistria lanzando contra ella un ejército de individuos reclutados en las prisiones rumanas. La valiente resistencia armada de una población fiel al modelo de los Soviets, ‎principalmente sus mujeres, hizo fracasar aquel proyecto de la CIA. ‎ 

Fuentes: Red Voltaire, Europa Press, Le Monde Diplomatique 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.