En la que sería contraposición al mandato
Analistas de todas las tendencias políticas del Perú aún se hacen intrincadas conjeturas en el afán de precisar la «posición ideológica» en que finalmente quedará «ubicado» el presidente Ollanta Humala.
Ello luego de cinco meses de gobierno marcados por contradicciones políticas y posteriormente de designar un segundo gabinete ministerial -por «crisis» del primero- conformado esta vez por ministros de orientación neoliberal casi en su totalidad.
Ese cambio fue antecedido por otros virajes más, como el acto de renunciar al ideario «nacionalista» con que alcanzó el poder, su rompimiento con la «izquierda» que construyó su elección, y también, de su divorcio de la non sancta «derecha» con la cual se alió inesperadamente al inicio de su mandato -Alejandro Toledo-.
Y principalmente el hecho más grave aún, de perder a su propia iniciativa el apoyo popular del electorado que lo encumbró, en el momento que decidió sitiar militarmente y aplicar «medidas OTAN» («congelación bancaria de presupuestos») a Cajamarca, en el propósito de doblegar a su población para favorecer intereses mineros foráneos.
Así el periodista de «ultra-derecha» Juan Carlos Tafur en el editorial del «Diario 16» del 18 de Diciembre señala que «si su evolución -la de Humala- lo condujese a los predios liberales sería extraordinario, pero ello no parece viable»; es decir según éste, no llegaría al nivel óptimo de «neoliberalismo salvaje» -Juan Pablo II, dixit– (1).
El analista de «derecha» Augusto Alvarez Rodrich en artículo publicado en el diario «La República» el 18 de Diciembre, menciona que «izquierdistas alistan hoy las críticas, para que el Presidente repiense lo que hace; derechistas que hace poco financiaban campañas mediáticas para fusilarlo, hoy lo adulan»; de lo que se deduce, existiría una supuesta polarización política de «izquierda y derecha» -según éste-.
El sociólogo de «izquierda» Sinecio López en declaraciones proporcionadas al «Canal +Qn» el día 12 del presente, opinó que «lo que continuaría sería un gobierno del triunfador electoral -Humala- con el programa del perdedor -Keiko Fujimori-«; de lo cual se colige sería un período de neoliberalismo, corrupción y genocidio.
El ideólogo de «ultra-izquierda» Luis Arce Borja expresó en «El Diario Internacional» el 18 del presente, que «la lista es larga de nuestros ‘izquierdistas’ devenidos en ‘humalistas’… y la conducta sin principio y sin ningún tipo de moral política de estos personajes, configura la grave situación política que vive el Perú», sugiriendo que ese gobierno es fiel reflejo de la «seudo-izquierda» que lo condujo al poder.
Si bien esos formadores de opinión intentan encontrar «explicaciones» desde un enfoque muy particular, en nuestro parecer omiten vincular la realidad política del Perú con el entorno mundial y su acontecer, a los cuales no es ajeno el gobierno de Humala.
Esa sería aparentemente la razón por la cual éstos presuman que la problemática del gobierno radique solamente en los actores políticos y sus lineamientos, más no en los sistemas que interactúan en la coyuntura.
Para el caso apelaremos a una visión mucho más panorámica apoyándonos en las tesis emitidas últimamente por el politólogo mexicano Alfredo Jalife, catedrático de la UNAM y experto en globalización (2).
Jalife es enfático en sustentar que «la dicotomía izquierda y derecha política, ya no existe» puesto que «esa definición pertenece a los siglos XIX y XX», y que, «hay que tener presente que hoy vivimos otros tiempos; estamos en el siglo XXI».
El analista sostiene que, «izquierda y derecha política, es la falacia en que aún se cobijan mañosamente personajes y grupos de la política latinoamericana», de lo cual alerta a los latinoamericanos para evitar ser sorprendidos.
Alfredo Jalife conceptúa innovadoramente -basándose en la realidad- que «en el siglo XXI, la nueva dicotomía es que, o se está con la globalización neoliberal que va a buscar el saqueo nacional, o se es nacionalista y patriota, no importa si se es de derecha o de izquierda» -coloniaje o soberanía-.
La aplicación de la tesis de Jalife a la «realpolitik» peruana nos permitiría establecer por ejemplo, que entre los años 1991 al 2011 el Perú habría sido gobernado por los antipatriotas Alberto Fujimori, Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y Alan García.
Los hechos reforzarían la ponencia del politólogo mexicano al analizarse cada uno de los actos gubernamentales de los antipatriotas, los cuales parecían provenir de «virreyes imperiales de los EE.UU.» conduciendo el saqueo del país en favor del neoliberalismo.
En esa misma tesis y en contra lo que algunos historiadores y analistas especulen sobre el rol político cumplido en el Perú por el presidente Juan Velasco (1968-1975), éste habría sido el único gobernante patriota que tuvo el país en los últimos 50 años.
En apego a esa misma teoría y para efectos de la coyuntura actual, surgirían entonces las interrogantes siguientes: ¿Ollanta Humala será un antipatriota como sus antecesores? ¿O aspirará ser un patriota como Velasco?, ¿O es que de repente «es muy difícil caminar derecho» y por ello tal vez decida ser un «virrey criollo» más?
Sea cual sea su parecer, deberá asegurarse que ahora, sólo hay dos vías políticas por las cuales optar: o con la patria, o contra ella. Ya no hay más excusas ideológicas.
Notas:
(1) http://www.aporrea.org/
(2) http://www.voltairenet.org/
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