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Trump, enemigo de los pueblos

Fuentes: TopoExpress

Nota edición TE: Hoy vivimos un momento particularmente aberrante de la historia. Occidente y en especial EEUU se presentan como los garantes de las libertades individuales, aunque encarcelen sin juicio en Guantánamo o levanten muros con cemento o alambre de espino. La destrucción de Oriente Medio es responsabilidad de Occidente. ¿No es acaso su responsabilidad […]

Nota edición TE: Hoy vivimos un momento particularmente aberrante de la historia. Occidente y en especial EEUU se presentan como los garantes de las libertades individuales, aunque encarcelen sin juicio en Guantánamo o levanten muros con cemento o alambre de espino.

La destrucción de Oriente Medio es responsabilidad de Occidente. ¿No es acaso su responsabilidad la destrucción de Irak por unas armas que no existieron más que en la imaginación de la prensa y de políticos que intentaron justificar la guerra? ¿No lo es menos la invasión y destrucción de Afganistán? ¿Acaso la intervención occidental en Libia ha promovido el desarrollo económico, político o social de ese país? ¿El apoyo y la financiación occidental a los grupos terroristas en Siria ha aportado paz, estabilidad y mejora en los derechos humanos a ese pueblo? El presente, y el pasado más inmediato, están plagados de violaciones de esos mismos derechos. Hoy como ayer EEUU se arroga el derecho de definir qué países cumplen el derecho y quien está fuera de él. Irán ha sido desde mucho uno de estos países del «eje del mal».

La UE no puede mostrar más flaquezas si no quiere desaparecer como agente en la política internacional. Presionada brutalmente por Trump, que amenaza con desestabilizar a la todopoderosa Alemania y con ella al resto de países al introducir aranceles a la venta de automóviles. Europa se debate entre perder las millonarias inversiones realizadas en el país persa o la obligación de comprar el petróleo norteamericano mucho más caro que el iraní y al mismo tiempo pagar y construir nuevos puertos que permitan el desembarco del gas licuado estadounidense, más costoso que el persa o el ruso. De aceptar el chantaje, la UE se convertiría en mero vasallo de EEUU. La aparente firmeza que ha demostrado la responsable de Asuntos Exteriores de la Unión es el preludio de la guerra comercial que sin duda intensificará el presidente Trump.

La historia del pueblo iraní tiene algo de aciaga. Ha estado históricamente determinada por la riqueza de sus Imperios y fundamentada en su innegable valor estratégico. Lugar de enfrentamiento entre Occidente y Oriente desde la Grecia clásica hasta nuestros días, ha sido siempre una tierra deseada, torturada, conquistada, perdida y reencontrada. Irán, a diferencia de Libia o Afganistán, ha tenido desde muy antiguo estructuras de Estado. La guerra impuesta por Sadam Hussein con apoyo occidental no pudo doblegar al país que emergió, a pesar de las enormes pérdidas demográficas, más unido y más firme. Las sanciones que ha sufrido desde entonces no han podido destruir sus capacidades. Las intervenciones terroristas contra el gobierno y el parlamento, como las del año pasado, o la requisa de armamento pesado destinado a grupos terroristas en la provincia de Kerman hace pocos días ponen de manifiesto el interés de EEUU/Israel en desestabilizar el país. Las sanciones que aplicará EEUU ahora forman parte de ese objetivo general.

Los EEUU e Israel estudiaron una intervención militar en la época Bush y en la de Obama (2012). Su escasa viabilidad (el Pentágono lo desaconsejó) y la evolución negativa de la guerra en Afganistán acabaron moderando el «ardor guerrero». Como esa opción quedaba inhábil, Obama decidió explorar las posibilidades de un tratado de no proliferación nuclear y el levantamiento parcial de sanciones económicas en 2015 que concluyó en la firma del PAGC. El líder Supremo de la Revolución islámica Sayyed Ali Jamenei nunca dejó de recordar al presidente Rouhani la escasa fiabilidad de los Estados Unidos. Parece que Trump ha decidido darle la razón y romper unilateralmente los acuerdos firmados. La justificación es una no-justificación, no ha sido capaz de argüir ninguna razón lógica. EEUU ha roto unilateralmente los acuerdos con el país persa introduciendo importantes sanciones que pretenden ahogar la economía y promover otra revolución «verde», como ya ha intentado en varias ocasiones. Washington exige del gobierno iraní que limite su acción internacional a los intereses de Israel en la zona, quiere imponer el desarme iraní y eliminar su capacidad de respuesta contra Israel o los propios EEUU. En realidad EEUU no puede permitir la existencia de una potencia regional que pueda hacer sombra a su gendarme en la zona.

La política de Trump tiene similitudes con la aplicada a Corea del Norte: el «palo y la zanahoria». La administración de Estados Unidos cree erróneamente que puede obligar a firmar un nuevo acuerdo con Irán o Corea del Norte.Como todos sabemos, la diplomacia norteamericana parece no tener en cuenta los precedentes históricos: Corea libró y ganó su guerra de liberación contra el ocupante japonés, al igual que enfrentó a los propios EEUU en la guerra de Corea. Afganistán nunca fue conquistado por ninguna potencia, ni Alejandro el Magno, ni la Rusia zarista, ni la Inglaterra imperialista pudieron prevalecer. La Siria moderna nunca fue doblegada, la ocupación de Irak ha resultado un fiasco y la presión sobre «República Islámica de Irán» no funcionará.

Ciertamente EEUU no dejará de intentarlo. Los últimos meses han sido difíciles para la moneda Iraní, que se ha depreciado en un 100%, creando una fuerte crisis cambiaría (El rial que se cotizaba a más 42.000 rials/dólar en abril ha pasado a mas de 80.000 en el mercado oficial y a más de 114.000 en el mercado negro). Estas amenazas, así como la baladronada de Trump de impedir la exportación de crudo a India, China, o Rusia solo han conseguido unir más que nunca al país. El Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (línea dura) y la élite política (moderados pragmáticos según Occidente) adoptan la misma posición.Trump, que pretende dirigir las relaciones internacionales como si fueran una empresa, tiene mucho que aprender de la historia del Imperio Persa. Sus líderes no aceptarán imposiciones hasta que no haya gestos recíprocos por parte de EEUU, que han de incluir la restitución del Plan de Acción Global Conjunta (ACAP) y el levantamiento total o parcial de las sanciones económicas.

A pesar de los gritos y las amenazas mutuas, no se han cerrado todas las puertas a la comunicación. El principado de Omán es el terreno neutral escogido para los intercambios. El ministro de Asuntos Exteriores de Omán, Youssouf Ben Abdullah, recibió la visita de su homólogo iraní, Javad Zarif. El ministro omaní viajó posteriormente a Washington esa semana y se reunió con el Secretario de Defensa Jim Mattis, el Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton para discutir la crisis iraní.

En otro giro a los que estamos acostumbrados el presidente Trump expresó su voluntad de reunirse con el presidente iraní Hassan Rouhani sin condiciones previas. Mahmoud Vaezi, jefe de gabinete de Rouhani,reveló1que Trump había solicitado, no menos de ocho veces, entrevistarse con el presidente iraní desde julio, quien al tanto de las exigencias norteamericanas se había negado a asistir.Para EEUU es también un problema de liderazgo, puesto que las Naciones Unidasy Europa no se han adherido a las sanciones impuestas unilateralmente por Estados Unidos. Turquía, India, Rusia y China han indicado, directamente, que no las cumplirán. Por añadidura, China, así como India y Japón se nutren del petróleo iraní; la sustitución de unos proveedores por otros no es cosa que se pueda conseguir en días ni siquiera semanas.Irán, en un gesto desafiante, ha amenazado con cerrar el Estrecho de Ormuz. Mientras, los aliados yemeníes han demostrado que pueden poner en aprietos a los petroleros que zarpan de los puertos de Arabia Saudí y han de pasar por el Golfo de Adén obligatoriamente, haciendo más imprescindible la salida del estrecho de Ormuz que, como sabemos, está en aguas territoriales iraníes. Si Estados Unidos evita que Teherán venda su petróleo los militares iraníes entenderán que «No tenemos nada que perder…», pudiendo atacar cualquier carga de petróleo desde lejos.El precio del petróleo sería inaccesible para todos los países que no son productores de petróleo.

Por otra parte, el comandante de los Guardianes de la Revolución ha especificado que pueden golpear a 36 bases norteamericanas en minutos, así como abrir nuevos frentes en  «Siria, Líbano, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen y muchos otros países estarán involucrados… Irán no está aislado y tenemos amigos y armas en muchos lugares. Somos conscientes de la capacidad militar de los EEUU, pero no capitularemos sin conducir a todos los países a una guerra, si eso es lo que quiere Trump.»

Los apoyos más importantes con los que cuenta el gobierno iraní no son únicamente estos, sinó especialmente Rusia y China. EEUU intentó aislarlos de Irán tras la firma del PAGC, pero no lo logró. El apoyo iraní a Irak, Siria, Hezbola, Yemen y el apoyo a la estabilidad en Líbano, provoca enorme preocupación en Tel Aviv y Washington y contrasta con el fracaso de la intervención de Arabia Saudita en Yemen. Estos son otras variables que Trump quiere introducir en esta ecuación a cambio de vagas promesas, que como hemos visto, el inquilino de la Casa Blanca, puede incumplir inmediatamente.

Es más que improbable que estos primeros acercamientos propiciados por Oman den sus frutos. Irán pasará una época difícil y turbulenta. La resistencia del pueblo iraní será nuevamente puesta en cuestión como lo fue en la guerra de 1980 contra Irak, pero la República Islámica de Irán no es la de entonces, tiene bases y amigos en los que apoyarse.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/trump-enemigo-de-los-pueblos/