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Compromisos incumplidos en materia de desarrollo

UE estancada entre el dicho y el hecho

Fuentes: IPS

Los gobiernos de la Unión Europea (UE) ratificaron su compromiso de ayudar a cumplir el objetivo de reducir la cantidad de personas que viven en la indigencia en el mundo, pero se negaron a concretar un plan para aumentar la asistencia a los países pobres.

Los presidentes y jefes de gobierno de los 27 países que conforman el bloque acordaron «una agenda para la acción» contra la pobreza, en el marco de la cumbre de dos días finalizada en la víspera en Bruselas.

Reiteraron su compromiso de destinar 0,56 por ciento del ingreso bruto nacional colectivo a la asistencia al desarrollo para 2010 y aumentar ese porcentaje a 0,7 para 2015.

La asistencia se duplicará en los próximos dos años y alcanzará los 66.000 millones de euros (unos 103.000 millones de dólares), la mitad de los cuales se distribuirán en África.

Los gobiernos de la UE se «comprometieron también a crear sus respectivas agendas indicativas» de sus planes de ayuda en función de las promesas suscritas por ellos en 2005.

Pero activistas contra la pobreza arguyeron que la «agenda para la acción» es demasiado endeble y que se necesitan programas explícitos obligatorios desde el punto de vista legal para mejorar la asistencia.

La confederación Concord, que reúne a las más conocidas organizaciones no gubernamentales humanitarias del continente, protestaron por considerar que, lejos de aumentar la asistencia, muchos gobiernos del bloque disminuyeron el año pasado la cantidad de dinero otorgado a los países más pobres.

Si no hay un aumento drástico, la UE estará otorgando unos 75.000 millones de dólares menos respecto de la asistencia comprometida entre 2005 y 2010, explicó la confederación, que apunta a fortalecer el impacto de las organizaciones no gubernamentales ante las instituciones de la UE.

«Numerosos gobiernos europeos mostraron su compromiso real a mantener sus promesas de ayuda y crearon agendas acerca de cómo la distribuirían», indicó Jasmine Burnley, portavoz de Concord.

«Pero la mayoría le da largas al asunto. La falta de compromiso de algunos de ellos tira abajo la actuación de Europa en su conjunto y compromete la credibilidad de la UE en materia de desarrollo», apuntó.

Los líderes del bloque arguyeron que reducir a la mitad para 2015 la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, con base en los indicadores de 1990, puede lograrse en todo el mundo «si se toman de inmediato acciones concertadas y de forma sostenida».

Ese es, precisamente, el primero de los ocho grandes Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) acordados en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de septiembre de 2000, realizada en presencia de numerosos jefes de Estado y de gobierno.

Los ODM incluyen además lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la mortalidad materna en tres cuartos también para 2015 y respecto de las cifras registradas en 1990.

El compromiso se completa con el combate contra la expansión del VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.

Pero la UE no hizo esta semana mucho más que divulgar una declaración, lo cual arrojará pocos resultados tangibles, señaló Kumi Naidoo, presidente del Llamado Global a la Acción contra la Pobreza (GCAP), coalición internacional que agrupa a varias organizaciones en más de 100 países.

«La agenda para la acción fue concebida para mostrar el liderazgo europeo en materia de reducción de la pobreza», apuntó.

«Pero la falta de un cronograma anual que garantice la asistencia, a tiempo, debilita esa posición. Sabemos que la falta de previsión acerca de cuando se recibirá la ayuda puede tener un impacto severo en los países pobres al imposibilitar a los gobiernos pagar los sueldos de maestros y profesores, enfermeras y otros profesionales fundamentales», explicó Naidoo.

La organización «Debt, Aids, Trade, Africa» (DATA, siglas en inglés de Deuda, Sida y Comercio en África), liderada por el músico de rock irlandés Bono, en un análisis publicado esta semana, reprochó a tres de los cuatro miembros europeos del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo, no honrar los compromisos hechos en la cumbre de Gleneagles en 2005.

Sólo Gran Bretaña tiene posibilidades de acercarse a las metas en 2010, pero no así Alemania, Francia e Italia, que junto a Canadá, Estados Unidos, Japón y Rusia completan el G-8

Las promesas con África se rompieron, indicó la organización. La asistencia de Francia a las naciones de la región subsahariana cayó en 66.000 millones de dólares entre 2006 y el año pasado, por ejemplo.

El obispo sudafricano y premio Nobel de la Paz Desmond Tutu escribió en la introducción al estudio de DATA que «las intenciones son una cosa, y llevarlas a cabo, otra. «Me preocupa que Francia, Alemania e Italia no vayan a cumplir las promesas hechas a África en 2005, porque entonces, toda Europa quedará rezagada», advirtió.

Los gobiernos de la UE señalaron que la lucha contra la pobreza debe considerarse un asunto urgente, pero esa y otras cuestiones incluidas en la agenda de la cumbre se vieron eclipsadas por el rechazo de Irlanda al Tratado de Lisboa la semana pasada.

El Tratado de Lisboa es un marco jurídico para regular el alcance y los procedimientos futuros de la UE a fin de adaptar sus instituciones y métodos de trabajo, y consolidar la legitimidad democrática del bloque y la base de los valores fundamentales.

El Tratado de Lisboa entrará en vigor una vez que lo hayan ratificado los 27 países miembros del bloque. Pero el rechazo irlandés por medio de un referendo, como lo exige su Constitución, pone en duda su futuro.

Los gobiernos de la UE declararon que el proceso de ratificación debe seguir adelante, a pesar del «no» irlandés.

Hasta ahora, 19 parlamentos del bloque aprobaron el tratado. Irlanda fue el único en realizar una consulta en las urnas al respecto.

Sin embargo, los gobernantes reconocieron que el tratado está en dificultades no sólo en Irlanda sino también en República Checa, donde la ratificación se pospuso porque el Senado consultó a la justicia acerca de si el tratado es consistente, o no, con la Constitución nacional.

Gran Bretaña ratificó esta semana el tratado por la vía parlamentaria.

Pero la Alta Corte de Justicia de ese país pidió al gobierno del primer ministro británico Gordon Brown demorar la ratificación formal para poder estudiar una iniciativa legal que se propone someter el tratado a referendo.

La iniciativa fue impulsada por el empresario y partidario del opositor Partido Conservador Stuart Wheeler.

En otro orden de cosas, la UE accedió a levantar las sanciones diplomáticas impuestas a Cuba en 2003, en represalia por medidas represivas internas adoptadas por el gobierno de Fidel Castro, reemplazado el 24 de febrero de este año por su hermano Raúl, otro de los líderes históricos de la Revolución.

El comisario europeo para el Desarrollo y la Asistencia Humanitaria, el belga Louis Michel, señaló que hubo varias reformas en Cuba en materia de propiedad de la tierra, agricultura y acceso a teléfonos móviles.

La decisión de la UE «despeja el camino para un diálogo más abierto y franco entre Bruselas y La Habana acerca de una amplia gama de asuntos como derechos humanos, ambiente, ciencia y tecnología», indicó Michel.