Mientras funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) se devanan los sesos y agregan recetas neoliberales para intentar detener la profunda crisis económica, financiera y social desatada en Estados Unidos y la Unión Europea, una nueva institución, con diferente visión para enfrentar los graves problemas actuales, emerge en América Latina: el […]
Mientras funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) se devanan los sesos y agregan recetas neoliberales para intentar detener la profunda crisis económica, financiera y social desatada en Estados Unidos y la Unión Europea, una nueva institución, con diferente visión para enfrentar los graves problemas actuales, emerge en América Latina: el Banco del Sur (BANSUR).
Si hasta hace pocos años el FMI y el BM imponían sus recetas neoliberales a los países del Tercer Mundo, para que estos pudieran acceder a empréstitos con altísimos impuestos que resultaban imposibles de pagar, ahora esas mismas medidas las aplican a los países capitalistas desarrollados cuyas economías amenazan con naufragar.
Privatizaciones de empresas y servicios públicos, incremento del desempleo, recortes sociales en todos los sectores, son algunas de las directivas impuestas a esos gobiernos para que rebajen los déficit fiscales.
Los millonarios empréstitos otorgados últimamente a países europeos y a Estados Unidos (estos últimos por la FED) van a los bancos, principales causantes de las crisis financieras para que paguen a los acreedores extranjeros las deudas contraídas, a la par que los gobiernos se endeudan cada vez más. Es una crisis cíclica en un sistema en constante declive.
Con una visión completamente opuesta al FMI y al BM continúa su formación el Banco del Sur. El reciente espaldarazo dado por la Cámara de Diputados de Argentina a la aprobación del proyecto de creación del instituto regional de crédito, fue acogido con satisfacción por sus siete miembros fundadores.
Argentina aportará al BANSUR un capital inicial de 400 millones de dólares que serán previstos en el Presupuesto 2012.
En enero de 2007 se firmó en Buenos Aires el acta fundacional del Banco del Sur y el 28 de septiembre de 2009, siete presidentes sudamericanos rubricaron el convenio constitutivo en Porlamar, Isla Margarita.
Suscribieron el convenio, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Venezuela, mientras Chile, Colombia y Perú no lo hicieron, aunque se espera que este último se adhiera tras la llegada al poder del presidente Ollanta Humala.
El anterior mandatario peruano, Alan García no se interesó pues mantenía estrechas relaciones con el venezolano Partido Acción Democrática y con el ex presidente (recién fallecido) Carlos Andrés Pérez. Tampoco deseaba fortalecer la figura de Hugo Chávez, uno de los principales gestores del BANSUR.
En esa misma línea, muy ligada a Washington, se mantuvo el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, y los analistas indican que con la administración de Juan Manuel Santos, Bogotá se irá acercando a la entidad financiera regional.
Quedaría por mencionar a Chile que pese a participar como observador no ha querido inmiscuirse directamente y ha adoptado el mismo papel jugado por Gran Bretaña dentro de la Unión Europea y la zona euro. Mientras permanezca el gobierno pro occidental de Sebastián Piñera, será muy difícil que Chile se interese por asociarse al BANSUR.
El organismo financiero tendra un capital inicial de 7 000 millones de dólares (a elevarse en un futuro a 20 000 millones) y será un importante puntal crediticio para los miembros de la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR). Contará con un Consejo de Ministros, un Consejo de Administración, un Consejo de Auditoría y un Directorio, con un representante por cada país.
Argentina, Brasil y Venezuela, como países más fuertes económicamente entregarán en conjunto 6 000 millones de dólares (2 000 cada uno) los que se aportarán en un plazo de cinco años, o sea, 400 millones de dólares por año.
Ecuador y Uruguay, depositarán capitales en una proporción menor, de 400 millones de dólares, y Bolivia y Paraguay, a razón de cien millones cada uno. Además, estos cuatro tendrán la ventaja de poder entregar el dinero en un plazo de diez años.
El sistema establecido en el FMI y del BM para otorgar créditos, nombrar altos funcionarios o imponer políticas económicas y financieras, esta directamente relacionado con el aporte de cada país y por tanto, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón cuentan con muchos más votos a la hora de imponer sus intereses.
En cambio, las directrices del nuevo banco regional instituyen que independientemente del monto de recursos abonados para el capital inicial, cada país miembro tendrá un voto.
Esto permitirá que sus miembros tengan los mismos derechos y deberes, con una política financiera diferente a las establecidas hasta nuestros días, para que se puedan disminuir las asimetrías entre los países, o sea, que los mayores del Cono Sur ayuden a los pequeños.
Entre los preceptos acordados se señala que laborará como un banco de desarrollo que financie obras de infraestructura y apoye a las empresas públicas y privadas de los países firmantes.
Su nacimiento se produce en una coyuntura favorable para América Latina con mayoría de gobiernos nacionalistas y democráticos que desean el bienestar económico y social de sus ciudadanos, alejados de las políticas que imponía Estados Unidos a través de gobernantes dóciles que cumplían con las recetas neoliberales del FMI y el BM.
Además, Sudamérica en sentido general ha tenido un crecimiento estable en los últimos años (pese a la crisis económica mundial) y ha incrementado sus exportaciones, lo que redunda en un panorama financiero favorable.
El BANSUR es otro paso significativo en el camino de América Latina por alcanzar la verdadera integración y soberanía económica.
Como afirmó el presidente Hugo Chávez, «será el banco de nosotros, para traer nuestras reservas que las tenemos en el Norte y las usan allá para darnos créditos a nosotros mismos a tasas superiores de lo que nos pagan… hemos despertado y no nos pueden seguir manipulando con el cuento del libre mercado».