La agencia de la OSCE encargada de vigilar la jornada del 5 de abril sostiene que ésta se desarrolló «conforme a los cánones para elecciones democráticas de Europa».
Con 4,3 millones de habitantes, Moldavia, único país europeo con un partido comunista en el Gobierno, irrumpió el 5 de abril en el panorama mediático con noticias confusas que dibujaban un escenario de caos y revueltas populares. Varios medios se apresuraron a establecer paralelismos con las «revoluciones de colores» y dieron por hecho la existencia de un fraude generalizado.
Las elecciones generales transcurrieron bajo una vigilancia internacional intensa. Entre los organismos que realizaron labores de observación destaca la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos (ODHIR), a cargo del área humanitaria de la Oficina para la Seguridad y la Cooperación (OSCE), que desarrolla toda su actividad en el este de Europa. El núcleo duro de la OSCE está compuesto por los países que forman la OTAN. Con un inusual despliegue por su magnitud, la ODHIR vigiló la jornada electoral en más del 65% de los colegios electorales.
Según su declaración oficial, «las elecciones se desarrollaron en conformidad con los cánones para elecciones democráticas de la OSCE y el Consejo de Europa». Este balance adquiere especial significación si tenemos en cuenta que parte de la campaña electoral giró sobre la entrada del país en la UE y en la OTAN, una opción, esta última, a la que se opone firmemente el Partido Comunista (PC).
El lunes 6 de abril, unas 1.500 personas (10.000, según las agencias de prensa internacional), menores de edad en su mayoría, protestaron contra los resultados saqueando parte del Parlamento ante una relativa pasividad policial. En un país en el que el 60% de la población vive en el campo, los jóvenes urbanos apuestan mayoritariamente por un acercamiento a Occidente y la anexión de Moldavia a Rumanía. Las manifestaciones dejaron de existir mediáticamente cuando Javier Solana (Míster PESC) llamó al respeto a los mecanismos del Estado de derecho. El nuevo recuento electoral realizado diez días después de las elecciones validó los resultados electorales, que otorgaron un 49,48% de los votos al PC, que ha acusado a Rumanía de haber instigado la protesta. El Partido Liberal obtuvo el 13,14%; el Partido Liberal Democrático, el 12,43%; y la alianza Nuestra Moldavia, el 9,77%. Aunque el PC se quedó a las puertas de los 3/5 necesarios para elegir al presidente del país, pocos dudan de que conseguirá los apoyos necesarios. La derecha resultó ampliamente derrotada.
Ilegalizado tras la independencia de Moldavia de la URSS en 1991, el PC se alzó con la victoria en las elecciones de 1998 al obtener un 30% de los votos, poniendo fin a un Gobierno neoliberal con denuncias de corrupción y a un período en el que se agudizaron las diferencias sociales y aumentó exponencialmente la tasa de pobreza. Tras apostar por el gasto social y en un marco de inestabilidad política se convocaron nuevas elecciones en 2001 en las que obtuvo un 49,9%, mientras que en 2005 obtuvo un 46%. Los comicios locales de 2007 supusieron un punto de inflexión y el PC perdió un tercio de sus votantes. Tanto las encuestas de las últimas semanas como las realizadas a pie de urna pronosticaban un cambio político con un gobierno de coalición que arrebataría el poder al PC. La sorpresa electoral obligó a recomponer las estrategias a los actores internacionales con intereses en la zona.
El PC defiende un acercamiento a la UE y un tipo de economía de mercado «social». Rumanía, que es miembro de la Unión desde 2007, pretende ser principal interlocutor del proceso de negociación con la UE afectando a las relaciones entre ambos países. En 1994, a pesar de las pretensiones rumanas, y para sorpresas de muchos, el 90% de los moldavos rechazó en referéndum su integración en el país vecino.
Contexto histórico y geopolítico
Moldavia fue república de la URSS hasta agosto de 1991. Dependiente de Rusia para su abastecimiento de petróleo, carbón y gas natural, desde entonces ha mantenido relaciones tensas por la soberanía sobre la región rusoparlante de Transdniéster. En 1990, ante los temores de que Moldavia se integrara en Rumanía, esta zona se declaró independiente, lo que provocó en 1992 una breve guerra en la que se constató la participaron de elementos de la 14ª división del Ejército Rojo. Tras la guerra Modalvia perdió el control político sobre la zona separatista que de facto es independiente.
El control económico que ejercía Rusia sobre Moldavia se convirtió en un elemento clave de presión sobre el gobierno neoliberal que tomó el poder tras la independencia de Moldavia. Moscu reaccionó muy bien a la llegada en el 2001 del comunista Voronin a la presidencia, pero las relaciones se enfriaron por la oposición de este a la presencia del ejercito ruso en la zona. Rusia decretó un embargo contra las exportaciones de vino moldavo (principal ingreso de la economía moldava) que provocaron una reorientación de la actividad comercial de Moldavia hacia Europa. En referéndum celebrado en el año 2006 Transdniéster voto por su integración en Rusia, resultados que nunca fueron reconocidos por Moldavia.
En tiempos recientes Rusia ha variado levemente su posición frente al conflicto de Transdniéster. Para completar el mapa geopolítico conviene recordar que Georgia y Ucrania ya forman parte de la OSCE (Ucrania incluso solicitó formalmente su integración en la OTAN). Ante la posible expansión de la OTAN en su frontera suroeste, Rusia necesita mimar a un gobierno que se define neutral y que se opone rotundamente a la entrada de Moldavia en la OTAN. El precio a pagar por el gobierno ruso puede ser cesar en su apoyo a la zona secesionista, lo cual también le generaría problemas en su política interna. De momento apenas dos semanas después de las elecciones tuvo lugar una cumbre formal entre el gobierno de Moldavia y las autoridades del Transdniéster en la que ambas partes declararon que «se han producido avances».