Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
«Cuando es uno, vale, pero cuando son muchos, surgen problemas», declaró el pasado septiembre el ministro del Interior francés Brice Hortefeux, con motivo de la jornada de los jóvenes del UMP, el partido de Sarkozy. Nuestro colectivo nació en respuesta a esa afirmación de Hortefeux, que no suscitó una ola de rechazo equivalente al desprecio que manifestó contra los inmigrantes. Esa afirmación era reveladora de un clima difuso y sucedía, de manera tristemente previsible, a numerosos precedentes semejantes. Las declaraciones estigmatizantes, repletas de estererotipos -que se presentan injustamente como desechos de lenguaje- se han multiplicado después.
El punto en común es la instrumentalización del asunto de la inmigración, que se presenta de modo deshonesto como un problema para mejor dividir a los franceses y para que estos olviden sus preocupaciones reales.
Son discursos que minan los valores republicanos y en general dañan la imagen de Francia. Pretendemos, pues, denunciar estas actitudes y demostrar que la inmigración representa una riqueza -económica, política, social, cultural…- para nuestro país gracias sus aportaciones pasadas, presentes y futuras.
La iniciativa, que se lanzó en Internet, ha obtenido amplia respuesta: en Facebook ha reunido a 54.000 personas, que se han reunido a través del sitio lajourneesansimmigres.org. un blog (http://blog.lajourneesansimmigres.org) y un fórum. Se fundó inmediatamente una asociación sin ánimo de lucro que todos los días consigue un número mayor de adhesiones y simpatizantes.
Somos un amplio colectivo nacional, ciudadano y apolítico; contamos con representantes en todas las regiones de Francia. Franceses e inmigrantes de todos los horizontes, tenemos en común el hecho de que somos conscientes de la contribución de los inmigrantes a nuestro país y confiamos en que esta aportación se reconozca en su justa medida. Sentimos la necesidad de reaccionar ante la progresiva banalización de un discurso que estigmatiza la inmigración en sentido vasto.
Así, el conjunto de la sociedad de dará cuenta de que nuestra presencia en este país es positiva y contribuye a su riqueza. ¡Somos ciudadanos de pleno derecho!
En épocas de crisis, los discursos construyen poco a poco la figura del «chivo expiatorio». El inmigrante, el extranjero, el otro suele ser el culpable designado. Emprender un debate sobre la identidad nacional (como ha hecho el ministro para la Inmigración y la Identidad Nacional, Eric Besson) en este periodo en el que se conjugan crisis financiera, deconstrucción de vínculos y cohesión social, y campaña electoral, significa explotar temores para atraer a la franja más a la derecha del electorado y correr el peligro de una radicalización cada vez más pronunciada a favor de la extrema derecha.
Hoy, mientras la crisis y las desigualdades estallan, la mayoría presidencial atraviesa un momento difícil con vistas a las elecciones regionales de marzo. La cuestión de la inmigración reaparece como por arte de magia aunque no corresponde a una necesidad profunda de la sociedad. Sin embargo, el peligro es que se llegue a un agarrotamiento identitario. Hace falta, por tanto, afrontar la cuestión para subrayar que la identidad es evolutiva, y que la inmigración constituye uno de sus componentes legítimos y positivos.
Nos hemos inspirado en el Gran Boicot Americano, que tuvo lugar el 1 de marzo de 2006. Ese día los inmigrantes de origen hispano quisieron protestar contra una ley que criminalizaba la inmigración clandestina. A través de su ausencia, quisieron subrayar la necesidad de su presencia para el buen funcionamiento de la economía estadounidense. Hemos mantenido el nombre «Jornada sin inmigrantes» para recuperar, rehabilitándolo, el término «inmigrante», que se había convertido casi en un insulto debido a la fuerza, al martilleo de las palabras. Tras este término, reunimos a todas las personas a las que se percibe como tales. Además, más de uno de cada tres franceses es fruto de la inmigración. La cuestión, pues, afecta a toda la sociedad francesa. Desde el momento en el que se define la inmigración en los términos del discurso dominante actual, resulta que toda la cohesión social se ve amenazada y la imagen de Francia, dañada. Queremos, por tanto, cambiar los términos del debate. La inmigración no es un «problema», siempre que no se presente siempre bajo esta luz negativa. Queremos que se sepa que la inmigración es una riqueza que va más allá de la mera contribución económica.
Se ha elegido el 1 de marzo de 2010 en referencia también a la entrada en vigor de la ley Ceseda de 1 de marzo de 2005. Este «código sobre la entrada y la residencia de los extranjeros y sobre el derecho de asilo» reduce al inmigrante a objeto económico. Simbólicamente no hubiéramos podido encontrar un día mejor para actuar y demostrar que nuestra presencia es benéfica desde el punto de vista económico, pues contribuye a la prosperidad. Somos trabajadores y empresarios como los demás.
Hemos previsto que esta jornada de no participación en la vida económica como una fecha histórica en la que, mediante nuestra ausencia, subrayemos la necesidad de nuestra presencia. Lanzamos, por ello, un llamamiento a todas las personas implicadas para que se reúnan: extranjeros o ciudadanos franceses, inmigrantes, descendientes de inmigrantes, personas solidarias. Habrá puntos de reunión. En París, enfrente del ayuntamiento, pero también enfrente de los ayuntamientos de todos los municipios de todas las grandes ciudades francesas, porque el colectivo actúa a escala nacional.
Nadia Lamarkbi. Periodista franco-marroquí, promotora de la «Jornada sin inmigrantes» del 1 de marzo en Francia
Fuente: http://www.ilmanifesto.it/il-manifesto/in-edicola/numero/20100116/pagina/01/pezzo/269125/