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Un diputado británico vende el «éxito de la OTAN en Kosovo» como argumento para bombardear Siria

Fuentes: Russia Today

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Los intervencionistas liberares suelen citar Kosovo como un éxito de la OTAN y actualmente como razón para atacar Siria. Sin embargo, la anarquía actual reinante en el país demuestra que nada podría estar más lejos de la verdad.

En 1999 la OTAN bombardeó Yugoslavia durante 78 días, lo que culminó con la retirada de las tropas yugoslavas de la provincia serbia de Kosovo. Los ataques aéreos mataron a decenas de miles de personas o las mutilaron y Kosovo se convirtió en un pequeño Estado de la OTAN bajo control de la UNMIK (Misión de las Naciones Unidas en Kosovo) en alianza con sus colaboracionistas locales, el Ejército de Liberación de Kosovo (Kosovo Liberation Army, KLA).

El debate parlamentario del mes pasado sobre los ataques aéreos británicos a Siria fue testigo de cómo varios diputados citaban aquella operación como un gran éxito. El diputado laborista Ivan Lewis estaba «orgulloso de las decisiones difíciles que tomamos» en Kosovo y otros lugares que, afirmaba, «salvaron cientos de miles de vidas».

Quienes apoyan la intervención militar británica en Siria esgrimieron particularmente Kosovo como un ejemplo de que los ataques aéreos por sí solos, sin el apoyo de fuerzas de tierra, pueden resultar victoriosos. Burlándose de quienes afirmaron que «la actuación de la coalición, que se basa casi totalmente en bombardear […] tendrá poco efecto», Margaret Beckett respondió: «Bueno, díganselo a los kosovares y no olviden que si no se hubiera bombardeado Kosovo quizá un millón de refugiados musulmanes albanos estarían buscando refugio en Europa».

El diputado conservador Richard Benyon estuvo de acuerdo con ella y añadió: «Pregunté a uno de mis electores, a uno que sabe un poco de este asunto, el general Sir Mike Jackson, si podía recordar algún conflicto en el que los ataques aéreos por sí solos marcaran la diferencia. Lo pensó y dijo una sola palabra: Kosovo.»

El argumento es totalmente falaz. Una diferencia obvia entre el bombardeo de la OTAN sobre Kosovo en 1999 y el bombardeo británico de Siria hoy en día es el contraste entre sus objetivos declarados. Aparentemente, la OTAN bombardeó Yugoslavia para lograr un objetivo limitado, la secesión de Kosovo. En Siria actualmente, sin embargo, el objetivo aparente de los ataques aéreos contra el ISIS es la destrucción del ISIS. En otras palabras, mientras que en el primer caso el objetivo era obligar a la fuerza a la que se atacaba a hacer una concesión, aparentemente el objetivo del segundo es la eliminación total de este objetivo. Aunque un castigo suficiente podría convencer a alguien de que acepte una demanda, no convencerá a nadie de que acceda a su propia erradicación. Por lo tanto, no hay paralelismo alguno en la lógica que subyace a ambas campañas y cualquiera que trate de señalar una es completamente falso.

En segundo lugar, cuando se examinan los verdaderos documentos históricos queda claro que la OTAN en realidad no logró cumplir sus exigencias, ni siquiera en sus propios términos. El «acuerdo» de Rambouillet fue un decreto de última hora por parte de la OTAN la víspera de los bombardeos, diseñado para ser rechazado con el fin de justificar los bombardeos. El punto discordante clave para Yugoslavia en este documento era que exigía que se concediera a las tropas de la OTAN libre acceso a los aeropuertos, carreteras, puertos y ferrocarriles de todo el país, esto es, la ocupación efectiva de toda la república federal por parte de la OTAN.

Obviamente, como escribieron Sara Flounders y John Catalinotto del International Action Centre, «ningún gobierno que se precie podría aceptar semejante ultimátum». El gobierno yugoslavo, en cambio, se ofreció a retirar sus tropas de Kosovo. Fue rechazado por la OTAN, que empezó a bombardear a los pocos días. Después de casi tres meses de resistencia heroica por parte del pueblo yugoslavo, los bombardeos acabaron con la retirada de las tropas yugoslavas de Kosovo, sin que la OTAN ocupara ninguna otra parte del resto del país. Es decir, se puso fin a la guerra en los términos que originalmente habían ofrecido los yugoslavos y no en los términos exigidos por la OTAN desde el principio: apenas la victoria abrumadora que afirmaron las personas cercanas al general británico Mike Jackson.

No obstante, lo que realmente desmiente el relato del «éxito de Kosovo» es simplemente la condición de pequeño Estado de la OTAN que tiene actualmente. Un artículo en profundidad de Vedat Xhymshiti publicado el mes pasado en Foreign Policy Journal señala que «Kosovo es el país más pobre y más aislado de Europa, con unos políticos millonarios sumidos en el crimen. Una tercera parte de los trabajadores está en paro y la corrupción es generalizada. El paro juvenil (de las personas de 25 años y menores) es de 2 de 3 cada tres personas y se considera que casi la mitad de los 1.8 millones de ciudadanos de Kosovo están en la pobreza. Desde diciembre de 2014 hasta febrero de 2015 aproximadamente el 5% de la población del país se vio obligada a abandonar el país para tratar de encontrar una vida mejor, estudios o un trabajo más digno en su incierto viaje a países más ricos de la EU».

El argumento de los diputados británicos de que la toma de Kosovo por parte de la OTAN se logró solo por medio de bombardeos aéreos, sin fuerzas de tierra, es una mentira. El aliado de la OTAN en 1999 fue Ejército de Liberación de Kosovo (KLA, por sus siglas en inglés), un violento grupo sectario que trataba abiertamente de establecer un Estado étnicamente supremacista, lo mismo que las fuerzas apoyadas por la OTAN en Libia, Siria y Ucrania. Una vez que la OTAN acabó con el gobierno yugoslavo de Kosovo, el poder efectivo sobre el terreno pasó al KLA, que inmediatamente empezó a implementar su visión de un Kosovo étnicamente puro a través de una serie de pogromos, masacres y persecuciones de las poblaciones serbias, judías y gitanas de la provincia. Consiguieron el control efectivo de la política de Kosovo y utilizaron su poder para garantizarse impunidad, tanto por los crímenes pasados y por los que estaban realizando en esos momentos, como por la expansión generalizada de su criminalidad organizada.

En diciembre de 2010 un informe del Consejo de Europa calificó al primer ministro kosovar y ex líder del KLA Hashim Thaci de «jefe de un grupo albano «similar a la mafia» responsable de contrabando de armas, drogas y órganos humanos a través de la Europa del Este», según una reseña del diario británico The Guardian. Según el informe, tras la intervención de la OTAN el grupo Drenica de Thaci dentro del KLA se hizo con el control de «la mayoría de las empresas criminales ilícitas» en las que había implicados kosovares en Albania. El informe indicaba que «agencias dedicadas a luchar contra el contrabando de drogas en al menos cinco países han señalado que Hashim Thaçi y otros miembros de su grupo Drenica han ejercido un control violento del tráfico de heroína y otros narcóticos». El investigador de derechos humanos autor de este informe, Dick Marty, comentó que «Thaçi y estos otros miembros del grupo Drenica se les nombra constantemente como ‘actores clave’ en informes de inteligencia sobre las estructuras de crimen organizado similares a la mafia».

Además de su importante papel en el tráfico de heroína en Europa, Thaci y su grupo también se les menciona por haber sido responsables de una operación profesional de contrabando de órganos humanos que implicaba el secuestro y muerte de civiles serbios para quitarles los riñones y venderlos. Thaci ejerce actualmente el doble cargo de ministro de Exteriores y de vice primer ministro, y la protección de la OTAN le garantiza el no comparecer ante la justicia por estos crímenes.

En efecto, la impunidad apoyada por la OTAN ha sido un tema recurrente entre la nueva elite kosovar. Un informe de Amnistía Internacional publicado en agosto de 2013 señalaba que «la Misión de Administración Provisional de Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK, por sus siglas en inglés) en particular no investigó los secuestros y asesinatos de serbios kosovares tras el conflicto de 1998-1999» y añadía que «el hecho de que la UNMIK no investigara lo que constituye un ataque generalizado y sistemático contra una población civil y, potencialmente, crímenes contra la humanidad ha contribuido al clima de impunidad que prevalece en Kosovo». El informe de Marty señalaba además «la falta de voluntad política por parte de la comunidad internacional para perseguir efectivamente a los antiguos dirigentes del KLA» y Carla del Ponte, ex fiscal jefe del tribunal sobre los crímenes de guerra [de Kosovo] en La Haya afirmó que se le había prohibido perseguir a los dirigentes del KLA.

La responsabilidad de la UNMIK sobre la policía y la justicia acabaron en diciembre de 2008, tras la controvertida declaración de independencia de Kosovo. Fue sustituida por la Misión de la Unión Europea en Kosovo para el Imperio de la Ley (EULEX) que, según Amnistía Internacional, heredó 1.187 casos de crímenes de guerra que la UNMIK no había investigado. Todo indica que la impunidad abierta que ha prevalecido hasta ahora será sustituida por un imperio de la ley de pacotilla acompañado del enjuiciamiento de unos pocos agentes de bajo nivel mientras que se mantiene la protección de los de alto nivel. Tras el informe condenatorio del Consejo de Europa, EULEX estuvo siete años investigando denuncias y finalmente publicó un veredicto que era un caso de manual de encubrimiento que se limitaba a los daños. EULEX concluyó que los delitos eran, en efecto, reales y estaban vinculados a los principales miembros del KLA, pero se negó a corroborar los nombres de ningún individuo específico involucrado, a pesar de las abundante pruebas. Parece que la protección de Thaci es absoluta.

Con todo, en agosto de este año el parlamento de Kosovo aprobó finalmente (después de rechazarlo inicialmente) el establecimiento de un tribunal especial de crímenes de guerra para encausar a los dirigentes del KLA por crímenes cometidos entre 1998 y 2000. Desde entonces el parlamento ha sido objeto de varios ataques, algo que recuerda mucho a escenas vividas fuera de los parlamentos de Libia y Ucrania cuando se llevaron a cabo pasos legales vacilantes y simbólicos para poner fin a la impunidad de los escuadrones de la muerte sectarios. Los disturbios y seis ataques diferentes con gases lacrimógenas por parte de la oposición han llevado a un punto muerto el funcionamiento normal del Parlamento de Kosovo. Todo apunta al estatus de Estado fallido.

Mientras tanto, en noviembre de 2014 surgieron aún más dudas acerca de la credibilidad EULEX (cuyos funcionarios supervisarán el establecimiento de un nuevo tribunal) cuando la ex jefa de la unidad económica de UNMIK, Andrea Capussela, publicó los resultados de un análisis exhaustivo de los casos más significativos en los que había estado involucrado EULEX. Según ella, siete de estos casos solo se habían abordado después de una intensa presión internacional, mientras que en el caso de otros ocho no se había llevado a cabo investigación alguna, a pesar de que había «pruebas creíbles y bien documentadas que sugieren de forma contundente que se habían cometido graves delitos».

Andrea Capussela señaló que «la conducta de EULEX en estos 15 casos (los ocho que se ignoraron y los siete abiertos bajo presión) sugieren que la misión tendía a no perseguir los crímenes de alto nivel y cuando lo hacía, trataba de no acusar o condenar a figuras prominentes». Aseguró que durante los seis años que operó solo se habían conseguido cuatro condenas, tres de ellas contra figuras secundarias, mientras que «las figuras de alto rango vinculadas a los mismos crímenes o bien no eran investigadas o no eran acusadas». Un desatacado investigador kosovar señaló que «hay personas que asesinan a otras personas y que se libran debido a UNMIK y a EULEX» y añadió que «la elite política y EULEX se han fusionado. Son indivisibles. Las leyes son únicamente para las personas pobres». De hecho, parece que la propia EULEX opera cada vez más como una mafia y, según Amnistía Internacional, «el año pasado presionó al periodista Vehbi Kajtazi que había informado de la supuesta corrupción en EULEX».

En un giro final del «éxito» de la OTAN, Kosovo se ha convertido ahora en el principal suministrador per capita de luchadores a favor del cambio de régimen en Siria. La cifra oficial es de 300, pero unos cálculos más fiables sugieren que la verdadera cifra en de más de 1.000 (de una población de 2 millones), incluido uno de los 10 máximos comandantes del ISIS, Lavdrim Muhaxheri. Como la educación pública desapareció desde 1999 junto con la mayoría de las demás prestaciones sociales, las madrasas subvencionadas por Arabia Saudí han llenado el vacío y proporcionan una educación sectaria wahhabi extrema que ahora introduce en los nuevos campos de batalla sirios de la OTAN a su primera generación de graduados empobrecidos. Por consiguiente, no es una sorpresa que los esfuerzos del gobierno kosovar para impedirlo hayan sido «superficiales e ineficaces», según David Philips en The Huffington Post.

Así pues, la «lección» de Kosovo no es que «la fuerza aérea funciona» ni ninguna tontería similar. La verdadera lección es lo que revela sobre la fórmula de la OTAN para destruir poderes regionales independientes: basarse en una combinación de bombardeo aéreo junto con el empoderamiento de escuadrones de la muerte sectarios locales, que a continuación vienen a dominar la escena política, acaban con el Estado de Derecho y garantizan un Estado disfuncional incapaz de proporcionar dignidad o seguridad de sus ciudadanos. Es la misma fórmula que se empleó en Libia en 2011 y que se está intentando ahora en la Siria actual. Por supuesto, para la OTAN todo esto es, en efecto, un éxito: Yugoslavia desmembrada y sus recursos saqueados a expensas de su desesperado y empobrecido pueblo, y Kosovo convertido en un suministrador de tropas de asalto para un cambio de régimen en Siria y en un lugar de paso del tráfico de heroína y de órganos. Si a esto es a lo que la OTAN llama un éxito, todos debemos rezar para que haya un fracaso.

Dan Glazebrook es un escritor político independiente que escribe para RT, Counterpunch, Z magazine, The Morning Star, The Guardian, The New Statesman, The Independent and Middle East Eye, entre otros. Su primer libro, Divide and Ruin: The West’s Imperial Strategy in an Age of Crisis, fue publicado por Liberation Media en octubre de 2013. Consta de varios artículos escritos desde 2009 en los que examina las relaciones entre el colapso económico, el auge de los BRICS, la guerra contra Libia y Siria y la «austeridad». Actualmente investiga para un libro sobre el uso por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña de los escuadrones de la muerte sectarios contra Estados y movimientos independientes desde Irlanda del Norte y América Central en las décadas de 1970 y 1980 hasta Oriente Medio y África hoy en día.

Fuente: https://www.rt.com/op-edge/327531-british-mps-nato-kosovo/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.