Desde hace unos meses en Francia hemos asistido a la movilización de sectores conservadores, reaccionarios, fascistas, religiosos de diferente pelaje, contra la legalización del matrimonio para las personas del mismo sexo. La última manifestación contra esta Ley (ya en vigor) se realizó el 26 de mayo. Una manifestación dirigida contra el gobierno (pretendidamente socialista) y […]
Desde hace unos meses en Francia hemos asistido a la movilización de sectores conservadores, reaccionarios, fascistas, religiosos de diferente pelaje, contra la legalización del matrimonio para las personas del mismo sexo. La última manifestación contra esta Ley (ya en vigor) se realizó el 26 de mayo. Una manifestación dirigida contra el gobierno (pretendidamente socialista) y en «defensa de la familia», es decir, contra el «matrimonio para todos y todas».
El proyecto de esta Ley (derecho al matrimonio y a la adopción para las parejas homosexuales…, como ya está reconocido en 14 países en el mundo, desde Holanda hasta Nueva Zelanda, pasando por Bélgica y el Estado español) fue presentado por el Consejo de Ministros el 7 de noviembre de 2012.
Desde que esa fecha, el proyecto suscitó una viva oposición que, por la dimensión que adquirió, sorprendió a muchos observadores. Las primeras manifestaciones, con un perfil amplio y conservador, tuvieron lugar el 17 de noviembre y las de perfil integrista y fascista, el 18 de noviembre. Después se han dado manifestaciones de varios cientos de miles de personas en 13 de enero, el 24 marzo y el 21 de abril.
En cualquier caso, el Consejo Constitucional (hegemonizado por el UMP -partido de derechas-) ha ratificado la Ley, y la primera boda entre dos hombres se celebró el 29 de mayo en Montpelier.
Esta Ley constituye el único cumplimiento de las promesas electorales del gobierno de «izquierdas» francés. El único, ya que el resto de promesas han sido puestas de lado para evitar conflictos con la patronal -lo que no entra en la agenda de los gobiernos- o con la derecha y la extrema derecha. Esa es la razón por la que no se ha promovido la ley que permita el voto en las elecciones municipales a las y los inmigrantes que residen desde hace años en Francia. Una reacción que el gobierno no esperaba que se diera en torno a la legalización del matrimonio homosexual.
Relación de fuerzas social y política
La virulenta reacción contra esta ley se explica, en primer lugar, por el vacío político total que encuentra enfrente. La izquierda progubernamental es incapaz de movilizar a favor de cualquier iniciativa progresista. Como botón de muestra: el 1 de Mayo, los sindicatos pro-gubernamentales (tres confederaciones, entre ellas la CFDT) no lograron movilizar mas de 300 personas al mitin nacional en Reims), mientras que el resto de sindicatos movilizaron entre 100.000 y 170.000 personas.
La base social de izquierdas está muy dividida en torno a qué relación mantener con el gobierno y se siente políticamente frustrada, desamparada y desorientada.
Como en la mayoría de otros países europeos, se han impuesto «sacrificios» a la gente asalariada en nombre de la crisis que se desencadenó en 2007/2008. Y el gobierno «socialista» no ha cambiado sustancialmente la orientación política de su predecesor (el reaccionario y neoliberal de Sarkozy), aunque durante la campaña electoral la social-democracia francesa criticó tanto el aumento del IVA para compensar la reducción de impuestos a las empresas, como los intentos por imponer «acuerdos de competitividad» en las empresas, cuyo objetivo era dar carta verde a la patronal para llegar a acuerdos colectivos -si encontraban sindicatos dispuestos a firmarlos- basados en la reducción salarial o el incremento del tiempo de trabajo «para hacer frente a la crisis». La derecha de Sarkozy fue vencida en las elecciones pero la socialdemocracia se ha encargado de imponer estos dos proyectos que cuando estaba en la oposición había combatido. Por último, el próximo otoño se anunciará una nueva regresión grave bajo la forma de la enésima «reforma de las pensiones, que conllevará la ampliación de los años de cotización (actualmente situada en 41,5 anualidades).
A pesar de ello, desde hace tres años las resistencias sociales en Francia están a un nivel inferior a la que se da en otros países de la Unión Europea, como Portugal, España y Grecia. Tanto la «crisis» como la utilización que hace de ella la patronal para atentar contra las conquistas sociales e imponer retrocesos en todos los ámbitos, ha agravado la situación de los trabajadores y trabajadoras y de la gente pensionista en Francia.
Al mismo tiempo y dado que las cifras de desempleo están lejos del nivel alcanzado en España o Grecia, muchos franceses se apegan a su empleo y aceptan (de hecho) «apretarse el cinturón» para no caer más bajo y perder su sustento.
Por otra parte, las últimas resistencias sociales masivas que se dieron en Francia -las movilizaciones contra la reforma de pensiones de 2010- terminaron en una fuerte derrota. Debida, sobre todo, a la política de las direcciones sindicales que se opusieron a llamar a una huelga genera al que podía resultar «incontrolada» y rompieron las huelgas que se daban en determinados sectores (refinerías de petróleo, transporte) en septiembre/octubre de 2010. Las direcciones de los principales sindicatos (CGT, CFDT) prefirieron perder la batalla y esperar a las elecciones de 2012 con la esperanza puesta en que la llegada de la socialdemocracia al gobierno aportaría la solución. La experiencia de una derrota muy amarga, como la de noviembre de 2010, dejó una huella profunda. Sembró la resignación entre los trabajadores y trabajadoras y el sálvese quien pueda, debilitando la confianza en la resistencia colectiva como instrumento para poder ganar.
Todos estos hechos explican la razón por la que, en este momento, no existe un polo de resistencia social progresista importante y atractivo. La mayoría de las personas que podrían reconocerse en semejante polo «de izquierda» están atomizadas y abocadas al individualismo. Es la razón que explica que la derecha y la extrema derecha hayan podido ocupar la calle y el terreno de la (pseudo) contestación-.
El factor histórico y la memoria colectiva católica
El segundo factor importante en la situación actual, lo constituyen los medios católicos, conservadores o reaccionarios en Francia. Sectores que van más allá de su tradicional actitud de defensa del orden social existente de forma pasiva. La memoria de la ruptura revolucionaria de los años 1789-1793, que condujo a la primera República, y la forma como el orden burgués se impuso al ancienne régime (monarquía feudal y clerical) han hecho que este campo esté dispuesto a movilizarse contra los cambios que considera catastróficos o que le conducen al abismo
En lo que respecta a la iglesia católica, ha desempeñado un papel ambiguo. La iglesia oficial ha dado una imagen contradictoria. En el fondo está claramente en contra del reconocimiento del matrimonio homosexual; sin embargo, no deseaba aparecer políticamente activa.
Por otra parte, al mismo tiempo que considera la homosexualidad como «amoral», oficialmente, en más de una ocasión, ha mostrado su comprensión hacia las personas homosexuales. Ahora bien señalando siempre que el matrimonio homosexual no era deseable «por el interés de los niños». Es por ello que ha dado carta libre a cada obispo para determinar cómo «trasladar» este mensaje de la Iglesia en cada diócesis. En algunas, la Iglesia ha mostrado una actitud prudente y no ha apoyado las movilizaciones, si bien la propaganda contra el «matrimonio para todos y todas» estaba presente en los centros religiosos. En otras, sin embargo, han estado muy activa. En cualquier caso, en tanto que institución, la Iglesia no ha financiado las manifestaciones, dejando esta actividad a la gente más militante o a las asociaciones creadas a tal fin.
El cardenal de Lyon, Philippe Barbarin, es posiblemente el que apareció más agresivo en el debate público. En setiembre de 2012, cuando aún no se conocía el contenido concreto del proyecto de Lay, manifestó públicamente que éste abría la vía «al incesto y a la poligamia». No era el único que pensaba así. Otros, entre ellos el diputado y empresario Serge Dessault, expresaron la misma opinión, añadiéndole también la pedofilia y la zoofilia. De hecho, desde el punto de vista más cavernícola de la «moral católica», todos estos comportamientos -que deben ser analizados de forma separada porque la pedofilia constituye un comportamiento criminal- tienen el mismo valor negativo, ya que cuestionan el «sacramento del matrimonio» desde el punto de vista doctrinal.
Sin embargo, el 2 de mayo de 2013, el Cardenal Barbarin declaró que el debate «me ha transformado«. Y precisó: «Finalmente, este debate me ha llevo a reunirme con cantidad de personas, a debatir mucho, e interiormente siento que esto me ha transformado profundamente. Lo que resulta interesante es escuchar las demandas legítimas de la gente y encontrar la disposiciones legislativas que permitan satisfacerlas» (El cardenal habla aquí de los homosexuales que desean tener un reconocimiento jurídico de su condición de pareja. BS), si bien preservando la verdad, es decir, que un matrimonio es la unión de un hombre y una mujer.»Dicho de otro modo, actualmente el tono de su discurso es mucho menos agresivo que al principio y proclama su respeto hacia las personas homosexuales… si bien sigue considerando que el matrimonio entre personas del mismo sexo es contrario a la «verdad».
En el seno del catolicismo francés, existe también una minoría progresista, algunos de cuyos representantes se han posicionado públicamente a favor del «matrimonio para todos y todas». Por ejemplo, en la manifestación del 12 de diciembre de 2012, la revista Témoignage Chrétien distribuyó una hoja favorable al matrimonio de las parejas homosexuales. Esta publicación, que se hizo famosa por su compromiso contra la tortura durante la guerra de Argel (1954-62), representa una vieja corriente de cristianos de izquierda que ahora mismo son muy minoritarios en el seno de la Iglesia, porque la mayoría de los antiguos cristianos de izquierda de los años 1950 -cuando la corriente era muy importante- se «desconfesionalizaron» y se alejaron del catolicismo. En la manifestación a favor del matrimonio para todos y todas del 21 de abril también salió a la palestra un grupo de «musulmanes progresistas»… también muy minoritario.
Si tomamos estos dos factos en conjunto, son ellos los que explican, en parte, la dinámica un poco sorprendente de esta movilización. En algunos puntos, recuerda la que se dio en la primavera de 1984 contra la reforma que afectaba a la financiación de la escuela privada católica y que fue acompañada de la primera incursión de la extrema derecha como partido electoral influyente -los primeros éxitos electorales del Frente Nacional se dieron en esas mismas fechas.
En la Asamblea Nacional
Los opositores al proyecto de ley han estado muy activos en la Asamblea Nacional hasta el momento mismo en que fue adoptada la Ley. El 23 de abril de 2013, cuando fue votada nominativamente en la Asamblea Nacional, los que se oponen a la ley interrumpieron el proceso parlamentario introduciéndose en el hemiciclo. Habían sido invitados por dos diputados. Uno, el diputado de derechas Hervé Martion (diputado por la región Rhône-Alpes donde defendió la coalición entre el antiguo presidente regional, Charles Millon, y la extrema derecha bajo la bandera del Frente Nacional) y por el diputado de la extrema derecha, Jacques Bompard, que durante décadas ha militado en grupos militaristas y fascistas -OAS Metropolo, Occidente-, después en el Frente Nacional, formación que abandonó en 2005 tras un conflicto personal con su jefe, Jean-Marie Le Pen. Hoy, siempre como miembro de la extrema derecha, tiene su propio partido (la «Ligue du Sud», inspirada en la «Liga Norte» italiana) pero fue elegido con el apoyo del Frente Nacional.
Entre los que irrumpieron en la Asamblea Nacional, se encontraba Anne-Laure Le Gallou, esposa de Jean-Yves Le Gallou, viejo trotamundos de la extrema derecha: es quien en 1985 inventó el concepto de «preferencia nacional» (discriminación estructural que trataría de inscribir en la ley). Ese mismo año pasó de la derecha clásica (UDF) al Frente Nacional, que abandonó en 1999 junto a Bruno Mégret para construir el MNR (movimiento nacional republicano), un partido marginal de la extrema derecha. Actualmente, Jean-Yves Le Gallou está decepcionado con los partidos y no pertenece a ninguno de ellos; anima un think-tank de extrema derecha (Fundación Pelémia) que trabaja los conceptos ideológicos. Su mujer era, hasta ahora, mucho menos conocida por sus actividades públicas, pero se hizo famosa el 23 de abril.
«Primavera» putrefacta
Una buena nueva: ¡la primavera ha llegado por fin a Francia! Desgraciadamente, no se trata de primavera meteorológica en medio de un tiempo podrido en todos los sentidos del término. Al contrario, lo que desde finales de marzo se ha instalado en el ámbito público es la «Primavera francesa» que, a pesar de su apariencia poética, es un movimiento cuanto menos ultra reaccionario, apoyado por neofascistas (como el grupúsculo nacional-catolicista «Renouveau francais»), que hace unos meses actúan desde en el interior del movimiento opuesto al «matrimonio para todos y todas».
La «Primavera francesa» fue lanzada oficialmente tras el éxito de la gran manifestación del 24 de marzo de 2013, y superó por la derecha al colectivo «Manifestación para todos», que era quien convocaba la misma. La principal impulsora de «Manifestación para todos» es Frigide Barjot, nombre artístico de Virginie Merle. El padre de esta mujer de 50 años, Jacques Merle, se hizo famoso porque en los años 1980 financió a Jean-Marie Le Pen. En su juventud, Virginie Merle fue presentada por su padre al dirigente del FN. Después creció mas bien en los círculos de la derecha clásica, se casó con Bruno de Tellenne, pluma del muy derechista Charles Pasqua (Ministro del Interior de 1986 a 1988 y de 1993 a 1995). En tanto que Sra. Tellenne, participó en la campaña presidencial de Jacques Chirac en 1995 pero, sobretodo, adquirió notoriedad el 1 de Mayo de 2007 cuando participó en la concentración convocada por Jean-Marie Le Pen.
Actualmente, «Frigide Barjot» se vale de la imagen que ha construido de sí misma (un personaje un tanto excéntrico y en apariencia «inclasificable») para animar un movimiento de rechazo heteróclito. En su persona converge el rechazo a ser tratada como homófoba -afirma asiduamente que tiene amigos homosexuales que también se oponen al «matrimonio para todos y todas» y que el problema no sería el amor entre los homosexuales sino «el lugar de los niños en la familia»- y la capacidad de dirigirse a amplias capas de la población a las que no llega la extrema derecha. A principios de abril participó en el congreso anual de la muy conservadora OUI (Unión de organizaciones islámicas de Francia), que representa el ala derecha de los musulmanes franceses, con el objetivo de ganar nuevos aliados contra el matrimonio de las parejas homosexuales, lo que le valió críticas provenientes del FN (que se opone a semejantes aliados). A principios de mayo anunció un viaje a Marruecos, donde defendió conceptos conservadores, incluso francamente reaccionarios, en lo que respecta a la visión de la familia.
Ahora bien, el carácter excéntrico del personaje «Frigide Barjot», el que busque aliados entre los musulmanes e incluso entre los homosexuales, así como su estrategia publicitaria (aparentemente despolitizante y mediática) han contrariado a los sectores más «duros». Así, las y los fundadores de la «Primavera francesa» criticaron esa estrategia por «demasiado floja», demasiado consensual, y están por un enfrentamiento político más abierto.
La principal animadora de la «Primavera francesa» es Beatrice Bourges, de 52 años. Pretende no ser una integrista católica con el argumento de que está divorciada (es el único argumento que encuentra). Entre otras cosas, su movimiento está especializado en la recuperación de símbolos creados por la izquierda contestataria. Uno de los carteles de ese movimiento muestra dos puños cerrados en alto, como los que se utilizan en los carteles de apoyo a las luchas de los trabajadores y trabajadoras. La única diferencia es que los puños están pintados en azul y en rojo/rosa, encerrando la silueta de un niño coloreado en blanco. De ese modo, los elementos gráficos muestran los colores de la bandera nacional -rojo, blanco y azul- y simbolizan también la «familia ideal» con un padre, una madre (azul para el hombre y rosa para la madre) y un niño en medio. En resumen, cada cual en su sitio, según el orden «natural» de las cosas.
La «Primavera francesa» utiliza también otros símbolos tales como el eslogan » On ne lâche rien» (no renunciamos a nada) que viene de una canción protesta del grupo «HK et les Saltimbanks» muy popular en la izquierda sindical y la izquierda radical y que se cantaba en las manifestaciones del años 2010 contra la «reforma/destrucción de las pensiones». Por otra parte la «Primavera francesa» (con otros componente del movimiento anti-matrimonio homosexual) ha intentado desbordar a la policía en las manifestaciones, provocando enfrentamientos con las fuerzas del orden. Esto ha dado pie a la construcción de «mártires», descritos como pobres «padres de familia» golpeados por la policía delante de sus hijos.
UMP y Frente Nacional
Como cantidad de otros militantes del movimiento que se oponen al «matrimonio para todos-todas», Béatrice Bourgers no está afiliada a ningún movimiento de extrema derecha, sino al UMP, que es el principal partido de la oposición francesa y está muy enraizado en este movimiento, aún cuando internamente esté dividido en cuanto a la estrategia a seguir: el ala más «moderada» está por dar por terminado el conflicto y piensa que el partido ha ido muy lejos en el apoyo al movimiento, que es hora de volver al cauce de una oposición institucional «responsable»
Pero otros dirigentes del UMP piensan que es preciso aventar las brasas para hostigar lo máximo posible al gobierno actual. Desde medidos de mayo, una vez que la Ley entrara en vigor, el UMP está atravesado por el debate sobre la abrogación (o no) de la nueva ley por un futuro gobierno de la derecha. Una parte del UMP considera que se trata de una mala idea porque una vez que la ley existe y que las parejas se casen, no es posible volver a la situación anterior. La ex ministra de ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, representante del ala burguesa más moderada del UMP -y que trata de convertirse en candidata a la alcaldía de Paris en marzo de 2014- declaró el 19 de mayo: «No se podrán anular los matrimonios ni las adopciones». Dicho de otro modo, no se podrá privar a las personas afectadas de sus derechos adquiridos. Otros sectores del UMP está radicalmente en contra de esta idea. La diputada y muy derechista, Hervé Mariton reclama «claridad» en las posiciones de su partido, exigiendo una abrogación pura y simple de la Ley. El jefe del partido, Jean-François Copé, navega entre estas dos posiciones. Habla de «reescribir» esta nueva Ley en el futuro, «cuando hayamos alcanzado el poder» sin afirmar claramente qué es lo que entiende por «reescribir».
Tras las declaraciones de Nathalie Kosciusko-Morizet (o NKM), una de las alas más derechistas del partido -la «Derecha fuerte», dirigida por dos jóvenes políticos, uno de los cuales (Gullaume Peltier) proviene de la extrema derecha- ha tratado de sabotear su candidatura a la alcaldía de Paris. Guillaume Peltier, que comenzó su carrera política en el Frente Nacional en 1999, ha manifestado públicamente que el UMP debe designar «a otra persona» como candidata a este puesto. A NKM también le reprochan haberse abstenido durante la votación de la ley en la Asamblea Nacional. EL 22 de mayo, la «Derecha fuerte» fue llamada al orden por una parte de la dirección del UMP porque habían violado la disciplina del partido.
Algunos representantes de la derecha francesa han ido muy lejos en la movilización contra el matrimonio homosexual. Incluso se ha visto al muy conservador diputado Marc Le Fur, pelearse -en el sentido literal del término- con la policía… La relación con la extrema derecha también suscita divergencias en el seno del UMP. Mientras que algunos, como el ex Primer Ministro François Fillon, piensan que es necesario marcar distancias, otros practican alianzas, van codo con codo en la calle con representantes de la extrema derecha. En la manifestación del 21 de abril de 2013, un diputado del FN (que no es miembro del partido pero fue elegido en sus listas en junio de 2012), el abogado Gilbert Collard, se fotografió junto a miembros del UMP, entre los que se encontraba la ultra-católica y antigua ministra Christine Boutin. Por otra parte, la misma Christine Boutin declaró en una emisión televisiva el 19 de mayo que «existen leyes morales superiores a las leyes de la República». Toda una proclama antidemocrática.
También hay que hablar aquí del Frente Nacional. El principal partido de la extrema derecha, se ha encontrado entre dos fuegos cruzados en torno a este movimiento. Al comienzo de las movilizaciones, su presidenta, Marine Le Pen, consideró que no iban a tener mucho éxito, que quedarían circunscritas a los medios católicos conservadores. Trataba de evitar caer en la trampa y encontrarse políticamente presa de los medios más conservadores y reaccionarios de la sociedad francesa, dado que ella busca dirigirse a las jóvenes generaciones, a las mujeres y a la gente con estudios. El 22 de abril, Marine Le Pen también se reunió con el diputado europeo holandés Geert Wilders (racista anti-musulmán) que, en Holanda, no defiende un «orden moral» conservador contra las mujeres y los homosexuales sino que, por el contrario, se dirige a ellos a fin de construir una coalición contra el enemigo principal: el musulmán (descrito como reaccionario y peligroso para las libertades públicas logradas en «Occidente»).
Por estas razones, Marine Le Pen pensó que podía pasar de la movilización contra el matrimonio de las parejas homosexuales. Según ella, las cuestiones que interesan a los franceses son «sobre todo, las cuestiones económicas y sociales», comenzando por el paro. Una posición que contaba con el apoyo de su joven consejero Florian Philippot… pero con el rechazo de un sector importante de los dirigentes, buena parte de los cuales, a diferencia de Marine Le Pen, ha participado en estas manifestaciones. Comenzando por los dos diputados que tiene el FN en la Asamblea Nacional, Marion-Maréchal Le Pen (su sobrina) y Gilbert Collard. Pero dado que el FN ha aparecido dividido sobre esta cuestión, su dirección teme que no pueda recabar los frutos de la misma. En todo caso, en abril pasado, Marine Le Pen acusó públicamente al UMP de «recuperar al movimiento», lo que no parece muy hábil tácticamente, pero expresa sus temores.
Ahora queda por ver cual va a ser la incidencia de esta movilización en las elecciones municipales que tendrán lugar en marzo de 2014. Esta movilización va a tener su influencia en las urnas y «Frigide Barjot» ya ha anunciado que ella espera lanzar una candidatura que se llamara «Manifestación para todos» y, por consiguiente, postularse como candidata. Sin embargo, los partidos políticos, cuyas estructuras ya están trabajando sobre ello en toda Francia, van a tener un papel determinante. Probablemente, el UMP y el FN van a tratar de presentar el máximo de candidatos que hayan «ganado» un perfil a lo largo de las movilizaciones. Mientras tanto, algunos alcaldes podrían estar tentados de tomar la delantera «boicoteando», a nivel de municipio, la Ley. Esto es, negándose a oficiar los matrimonios homosexuales (o poniéndoles muchos obstáculos administrativos). El alcalde del UMP de Vieene, Jacques Remiller ya ha anunciado que va a hacerlo.
Una encuesta reciente muestra que si la mayoría de personas consultadas condena semejante actitud -todo el mundo debe respetar la ley-, a la inversa, una mayoría del electorado del FN (56% del entorno de este partido) y sobretodo del UMP (60%) se muestra favorable a ese boicot. A pesar de que sea ilegal. En los municipios con una presencia fuerte de la derecha o la extrema derecha, esta Ley corre el riesgo de ser mal aplicada…
Una extrema derecha amplia
Incluso el FN deberá prestar atención a lo que hace para evitar ser castigado por «traicionar» los ideales de la extrema derecha a causa de una estrategia demasiado electoralista. Durante estas movilizaciones son muchos los grupos o grupúsculos de la extrema derecha que han salido a la superficie, llegando a reclutar numerosos militantes y simpatizantes. Es el caso del ya mencionado «Renouveau français», muy activo en los altercados con la policía la noche del 23 de abril.
Es, también, el caso de GUD (Grupo Unión-Defensa), grupo estudiantil conocido por su violencia e implantado fundamentalmente en Paris y Lyon. También están las «Juventudes nacionales» (JN) de Alexandre Gabriac, joven consejero regional en Lyon -excluido del FN en 2011 por mostrarse en Facebook saludando al modo hitleriano-, cuyo movimiento es abiertamente fascista y violento. Los JN estuvieron particularmente activos el 17 de abril, tratando de ocupar la sede del Partido Socialista en Lyon; sin embargo, los otros grupos desconfían de ellos debido a que la táctica de este grupo está basada fundamentalmente en el eco mediático con llamamientos permanentes a los medios de comunicación cuando realizan actos.
Mencionemos también el incremento de agresiones homófobas violentas que impulsan estos grupos. En abril, el abanico de agresiones iba desde el vapuleo de homosexuales en el distrito 19 de Paris a las agresiones de calle en Niza, pasando por ataques contra un bar de «homosexuales» por skinheads en Lille. La actividad del movimiento contra el matrimonio homosexual ha estado acompañada del temor personal que albergan muchas personas homosexuales.
Está por ver si este movimiento va a tener continuidad o si va a recular una vez que le Ley ha sido ratificada por el tribunal constitucional y aplicada. En cualquier caso, lo que es cierto es que estos siete últimos meses de movilización van a dejar una profunda huella.
27/05/2013
Traducción: VIENTO SUR