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La posición del gobierno de Syriza en el actual momento de la negociación con el Eurogrupo

Un New Deal para Grecia

Fuentes: Social Europe Journal

«Nuestra tarea es convencer a nuestros socios de que nuestros afanes son estratégicos, antes que tácticos, y de que nuestra lógica es razonable. La suya, desistir de un enfoque fracasado.» Tres meses de negociaciones entre el gobierno griego y nuestros socios europeos e internacionales han traído consigo mucha convergencia en torno a los pasos necesarios […]

«Nuestra tarea es convencer a nuestros socios de que nuestros afanes son estratégicos, antes que tácticos, y de que nuestra lógica es razonable. La suya, desistir de un enfoque fracasado.»

Tres meses de negociaciones entre el gobierno griego y nuestros socios europeos e internacionales han traído consigo mucha convergencia en torno a los pasos necesarios para superar años de crisis económica y proporcionar a Grecia una recuperación sostenida. Pero todavía no se ha producido un acuerdo. ¿Por qué? ¿Qué pasos se necesitan para producir una agenda de reformas viable y comúnmente acordada?

Nosotros y nuestros socios estamos ya de acuerdo en muchas cosas. EL sistema fiscal griego necesita reorganización, y las autoridades fiscales deben liberarse de influencias políticas y empresariales. El sistema de pensiones está enfermo. Los circuitos de crédito de la economía están rotos. El mercado de trabajo ha sido devastado por la crisis, está profundamente segmentado y el crecimiento de la productividad se ha estancado. La administración pública está urgentemente necesitada de modernización, y los recursos públicos deben usarse más eficientemente. Obstáculos insuperables bloquean la formación de nuevas empresas. La competencia en los mercados de productos está, y por mucho, demasiado limitada. Y la desigualdad ha alcanzado niveles ultrajantes, lo que impide la unidad de la sociedad en torno a reformas esenciales.

Aparte de ese consenso básico, los posibles acuerdos sobre un nuevo modelo de desarrollo para Grecia necesitan superar dos barreras. En primer lugar, tenemos que ponernos de acuerdo en cómo enfocar la consolidación fiscal griega. En segundo lugar, necesitamos una amplia agenda de reformas comúnmente acordada que venga en apoyo de esa senda de consolidación fiscal y que inspire confianza a la sociedad griega.

Empezando por la consolidación fiscal, la cuestión es de método. Las instituciones de la llamada «Troika» (la Comisión Europea, El BCE y el FMI) se han fundado durante años en un proceso de inducción retrospectiva: fijan una fecha (2020, pongamos por caso) y un objetivo de proporción entre la deuda nominal y el ingreso nacional (120%, pongamos por caso) que habría de alcanzarse antes de que los mercados monetarios puedan estar predispuestos a prestar a Grecia a tipos razonables. Entonces, y siempre bajo supuestos arbitrarios sobre tasas de crecimiento, inflación, recetas de privatización, etc., calculan qué superávits primarios se necesitan cada año, operando retrospectivamente hasta el presente.

El resultado de ese método de inducción retrospectiva es, en opinión del gobierno griego, una «trampa de austeridad.» Cuando la consolidación fiscal se basa en una proporción de deuda predeterminada alcanzable en un momento predeterminado del futuro, los superávits primarios necesarios para lograr esos objetivos son tales, que su efecto sobre el sector privado socava las hipotéticas tasas de crecimiento, lo que lleva al descarrilamiento de la senda fiscal planeada. En efecto: esa es precisamente la razón de que los anteriores planes de consolidación fiscal para Grecia marraran tan espectacularmente a la hora de alcanzar sus objetivos.

La posición de nuestro gobierno es que hay que abandonar la inducción retrospectiva. En cambio, deberíamos esbozar un plan de futuro basado en supuestos razonables sobre superávits primarios consistentes con tasas de crecimiento del producto, inversión neta y expansión de la exportación que pudieran estabilizar la economía y la proporción de deuda griegas. Si eso significara que la proporción de la deuda en relación con el PIB es mayor que el 120% en 2020, entonces pasamos a divisar vías inteligentes para racionalizar, reperfilar o reestructurar la deuda, sin perder nunca de vista el objetivo de maximizar el valor efectivo presente a devolver a los acreedores de Grecia.

Además de convencer a la troika de nuestro análisis de la sostenibilidad de la deuda y de la necesidad de evitar la trampa de la austeridad, tenemos que superar también la segunda barrera: la «trampa de la reforma». El anterior programa de reformas, que tan tercamente insisten en mantener y «no detener» nuestros socios, se basaba en una devaluación interna, en recortes de salarios y pensiones, en pérdida de derechos laborales y en una privatización de activos públicos al máximo precio.

Nuestros socios creen que, a su debido tiempo, esa agenda funcionará. Que si los salarios siguen cayendo, crecerá el empleo. Que el modo de curar a un sistema de pensiones enfermo es recortar las pensiones. Y que las privatizaciones deberían buscar los precios de venta más altos, a fin de devolver una deuda que muchos coinciden (en privado) en que es insostenible.

En cambio, nuestro gobierno está persuadido de que este programa ha fracasado, dejando a la población harta de reformas. La mejor prueba de ese fracaso es que, a pesar de la drástica caída de salarios y costes, el crecimiento de las exportaciones ha sido plano (la eliminación del déficit por cuenta corriente trae su origen únicamente en el colapso de las importaciones).

Más recortes salariales no servirán de nada a unas empresas orientadas a la exportación enfangadas en una crisis crediticia. Y más recortes en las pensiones no afectarán en nada a las verdaderas causas de los problemas de nuestro sistema de pensiones: el bajo empleo y la gran bolsa de trabajo en negro. Esas medidas no harían sino provocar daños todavía mayores al ya muy deteriorado tejido social de Grecia, inutilizándolo como el soporte que desesperadamente necesita nuestra agenda de reformas.

Las actuales diferencias con nuestros socios europeos no son insalvables. Nuestro gobierno está dispuesto a racionalizar el sistema de pensiones (por ejemplo: limitando la jubilación anticipada), a emprender privatizaciones parciales de activos públicos, a afrontar los préstamos no rentables que están obstruyendo los circuitos de crédito, a crear una comisión fiscal verdaderamente independiente y a estimular las actividades empresariales. Las diferencias que subsisten tienen que ver con la forma de entender el vínculo entre las varias reformas y el marco macroeconómico.

Nada de eso significa que no se pueda llegar inmediatamente a terreno común. El gobierno griego desea una senda de consolidación fiscal razonable, y queremos reformas que ambos lados consideramos importantes. Nuestra tarea es convencer a nuestros socios de que nuestros afanes son estratégicos, antes que tácticos, y de que nuestra lógica es razonable. La suya, desistir de un enfoque fracasado.

Yanis Varoufakis, ministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7936