Después de que hace once días un vertido nuclear encendiera las alarmas en el sureste del Estado francés, la Autoridad de Seguridad Nuclear volvió a detectar ayer un vertido de uranio. Y en la central de Triscatin encontraron polución nuclear de origen desconocido.
La Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) francesa detectó ayer vertidos radiactivos en la localidad de Roman-sur-Isére, causando inquietud en la población local. La fuga, que se ha producido en una fábrica explotada por una filial del gigante nuclear francés Areva, ha sido causada, según la ASN, «por la ruptura de una canalización». Con el objetivo de tranquilizar a la población y restarle gravedad al escape, la ASN señaló que este vertido «no tiene impacto sobre el medioambiente».
Además, desde la Autoridad de Seguridad Nacional aseguraron que el vertido era de «tan sólo unos cientos de gramos», eso sí, de uranio. Las declaraciones de la ASN no han evitado que la preocupación vaya en aumento en este departamento del sureste francés, ya que en los últimos once días ya han sufrido dos vertidos provenientes de centrales nucleares. Tres inspectores de la ASN se encuentran desde ayer en la central de Roman-sur-Isére inspeccionando los posibles errores que han podido causar la fuga de uranio.
No es un caso aislado
La presidenta de Areva, Anne Lauvergeon, tiene previsto visitar in situ la zona afectada por el vertido nuclear. En esta localidad francesa reina un ambiente tenso debido a la inquietud de la población local, preocupada por los vertidos de las centrales que se encuentran cerca de sus hogares.
De hecho, el pasado 7 de julio un nuevo vertido, esta vez no sólo de unos cientos de gramos sino de 74 kilos de uranio, fueron vertidos de la central nuclear de Tricastin. A pesar de que esta vez el Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear intentó restarle importancia al asunto diciendo que «los 74 kilos de uranio terminaron disueltos en varias corrientes de agua», esos mismos análisis han confirmado que en el entorno de la central nuclear de Tricastin existe una inquietante polución nuclear de origen y antigüedad desconocida. Ante estas evidencias, el ministro de Ecología, Jean-Louis Borloo, ha anunciado que va a verificar «las capas freáticas de todas las cen- trales nucleares» del Estado.
Según denuncia la red «Salir del nuclear», además de las 19 centrales nucleares explotadas por la compañía EDF, el Estado francés está sembrado de sitios nucleares operados por Areva, CEA o Andra. Aunque estos últimos vertidos han vuelto a suscitar la polémica sobre el peligro que entrañan las centrales nucleares, el Estado francés sigue apostando por este tipo de energía para «disminuir su dependencia del petróleo».