Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Bajo la presidencia de José «Pepe» Mujica, Uruguay ha llegado frecuentemente a los titulares en todo el mundo en los últimos años por medidas progresistas como la legalización de matrimonios del mismo sexo, el aborto y el cultivo y venta de marihuana, así como el retiro de sus tropas de Haití. Esta semana, Mujica ofreció recibir a prisioneros del campo de detención estadounidense en su base en la Bahía de Guantánamo, Cuba.
El presidente uruguayo aceptó una propuesta del gobierno de Obama de recibir a los detenidos. «»Vienen como refugiados y el Uruguay les da un lugar si quieren traer a la familia y todo lo demás», explicó Mujica. «Si quieren hacer sus nidos y trabajar en el país, que se queden en el país».
Mujica dijo que la decisión ya está tomada y agregó: «El presidente del país estuvo un montón de años en cana, sabe lo que es la cana y la cana dura, me imagino lo que debe ser Guantánamo. Todos hablan de derechos humanos. Hablando perfectamente en serio, esto es una cuestión de dignidad, acá podés tener una cama y revolverte para laburar y portarte bien», sentenció.
El presidente de tendencias de izquierda es un antiguo guerrillero revolucionario quien estuvo encarcelado durante 14 años antes y durante la dictadura de 1973-1985 en Uruguay. Después de su liberación, terminó sus actividades en la guerrilla y entró a la política. Fue Ministro de Agricultura en 2005 en el gobierno de Tabaré Vázquez, y fue elegido a la presidencia en 2010.
Mujica, quien ha sido apodado el «presidente más pobre del mundo», debido a su estilo de vida frugal y el hecho de que dona cerca de un 90% de su salario presidencial a obras de beneficencia y programas sociales, todavía vive en una granja con su mujer en las afueras de la capital, y conduce un viejo Escarabajo Volkswagen para ir al trabajo. A principios de este año, fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por su programa progresista de legalización de la marihuana y sus puntos de vista contra el consumismo excesivo. Su última acción contra los abusos de los derechos humanos de la «guerra contra el terror» volvió a atraer la atención mundial.
Un símbolo de la «Guerra contra el terror»
El centro de detención en la base de EE.UU. en Guantánamo ha sido desde hace tiempo un símbolo de los derechos humanos que han llegado a definir la así llamada «guerra contra el terror». Después del 11-S, el gobierno de George W. Bush comenzó a utilizar la instalación para detener a presuntos terroristas. Se hizo tristemente célebre rápidamente como un sitio de tratamiento inhumano, tortura, e ilegalidad; una década después, muchos de los prisioneros han sido retenidos sin ser acusados o procesados.
Aproximadamente 800 hombres y muchachos han sido retenidos en Guantánamo como parte de las redadas estadounidenses de presuntos terroristas. Ahora solo quedan 154, y el gobierno de Obama, con apoyo del Congreso, trata de cumplir su promesa de cerrar el centro de detención. Como parte de esta acción, Washington busca nuevos países que reciban a los detenidos liberados.
Uruguay es la primera nación latinoamericana en aceptar la oferta de Obama de recibir antiguos prisioneros sobre su suelo. Desde la elección de Obama, 38 detenidos de Guantánamo han sido liberados hacia sus países, y 43 han sido enviados a otros 17 países. Según Human Rights Watch, EE.UU. quiere enviar detenidos a países que puedan proveer la seguridad que EE.UU. busca bajo los términos de la transferencia. La prensa uruguaya informa que la transferencia involucraría probablemente a cinco detenidos que tendrían que permanecer en Uruguay por lo menos durante cinco años.
Aunque Mujica y el embajador de EE.UU. dejan claro que los planes relacionados con la transferencia no han sido finalizados, los motivos de Mujica para recibir a los hombres son una señal de que Uruguay toma importantes pasos hacia la justicia ante la larga «guerra contra el terror» de Washington.
Durante años, innumerables activistas, gobiernos y grupos de derechos humanos han pedido el cierre del centro de detención de EE.UU. en la Bahía de Guantánamo. En julio pasado, el activista Andrés Conteris, quien ha trabajado durante décadas en temas de derechos humanos en Latinoamérica, hizo una huelga de hambre durante tres meses en solidaridad con la huelga de hambre de prisioneros en Guantánamo.
La huelga denunció el tratamiento inhumano e ilegal dado a los detenidos; numerosos casos de tortura física, psicológica, religiosa y médica contra los prisioneros han sido ampliamente descritos durante años. Es el tratamiento al que se opone el presidente Mujica al recibir a los detenidos.
«En vista de la experiencia de Pepe Mujica con la tortura a largo plazo,» me explicó Conteris, refiriéndose al propio encarcelamiento de Mujica, «este gesto ofreciendo recibir a prisioneros de Guantánamo en Uruguay no solo expresa el compromiso de su país con los derechos humanos, sino muestra una conexión personal de este presidente con los que sufren tratamiento inhumano perpetrado por parte de las fuerzas militares».
Benjamin Dangl ha trabajado como periodista en toda Latinoamérica, cubriendo movimientos sociales y la política en la región durante más de una década. Es autor de los libros Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America y The Price of Fire: Resource Wars and Social Movements in Bolivia. Actualmente es estudiante de doctorado de Historia Latinoamericana en la Universidad McGill y edita UpsideDownWorld.org, una web sobre activismo y política en Latinoamérica y TowardFreedom.com, una perspectiva progresista sobre eventos mundiales. Correo electrónico: [email protected].