«¿Cómo hemos llegado hasta aquí y por qué necesitamos un Plan B para Europa?» Más de 200 personas previamente inscritas y un aluvión de periodistas abarrotaron ayer la Nave «Terneras» del Centro Matadero de Madrid, durante la presentación de las jornadas contra la austeridad y por una Europa democrática que se celebran en el recinto […]
«¿Cómo hemos llegado hasta aquí y por qué necesitamos un Plan B para Europa?» Más de 200 personas previamente inscritas y un aluvión de periodistas abarrotaron ayer la Nave «Terneras» del Centro Matadero de Madrid, durante la presentación de las jornadas contra la austeridad y por una Europa democrática que se celebran en el recinto cultural madrileño entre el 19 y el 21 de febrero. Música trepidante, un vídeo de agitación y palabras movilizadoras saludaron a los activistas en la Conferencia Europea contra la austeridad: «Ellos tienen un plan, pero nosotros también; esta es una iniciativa desde abajo, de los pueblos de Europa; somos ecologistas, feministas, los que acogemos a los refugiados y llevamos años parando desahucios; también los que luchamos por la auditoría ciudadana de la deuda». Y tal vez el titular definitorio: «Somos gente normal». O también: «El Plan B es un proyecto financiado desde abajo y gracias a la gente».
No intervino en la presentación de las jornadas -lo hará hoy a las 10,00 horas en el primer foro, titulado «La Unión Europea como campo de batalla»-, pero el exministro de finanzas griego e impulsor del movimiento DIEM 25, Yanis Varoufakis, fue ayer uno de los más ovacionados. Se presentó a Varoufakis como «el primero que le plantó cara a la Troika, y nos estaba representando a todos». A los aplausos de la militancia, el economista heleno respondió con la señal de la victoria. El 21 de febrero intervendrá en la clausura de las jornadas al aire libre, en la explanada Madrid Río, junto al eurodiputado de Podemos, Miguel Urbán, la eurodiputada de Izquierda Unida, Marina Albiol, y activistas de Ecologistas en Acción, Movistar en Lucha y Attac, entre otros.
Las limitaciones de Syriza y las renuncias de Tsipras ante el rodillo de la Troika planearon durante las dos horas de presentación. Una de las oradoras que apeló de modo más directo fue la expresidenta del Parlamento Griego y una de las impulsoras del Comité por la Verdad sobre la Deuda helena, Zoé Konstantopoulou. «No fue derrotado el pueblo de Grecia, sino los liderazgos que no merecieron su confianza», afirmó. Recuerda el «golpe de estado» y el «acto de guerra» que supuso el ultimátum planteado al país por los funcionarios europeos y la Troika. «Nos amenazaban con un desastre humanitario».
En Grecia se convocó un referéndum en julio de 2015, en el que el 62,5% de la población votó contra las condiciones del «rescate» de la Troika. «La gente demostró que tenía mucho más coraje que su gobierno». Pero unos días después de la consulta, Tsipras le dijo al Parlamento que votara «lo contrario de lo que el pueblo había rechazado», destaca la expresidenta del parlamento. Tampoco aceptó promover una auditoría de la deuda del país, pese a que una comisión concluyó que esta era «ilegítima» y «odiosa». Tras su reelección en septiembre de 2015, el actual presidente está aplicando un memorándum de entendimiento «peor que los dos anteriores», opina Zoé Konstantopoulou. «Absolutamente neoliberal».
En los cuatro foros, plenarios y 17 talleres que integran las jornadas estarán presentes activistas como Eirc Toussaint, portavoz del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) y miembro del Consejo Científico de Attac. Participó además en el Comité por la Verdad sobre la Deuda griega, que calificó ésta de «ilegal», «ilegítima» y «odiosa». En casi perfecto castellano rebusca antecedentes que animen el Plan B presentado ayer. Cuenta que en 1994 se convocó en Madrid una gran manifestación contra el FMI y el Banco Mundial, en su 50 aniversario. El foro alternativo se denominó «Las otras voces del planeta», y tuvo un gran éxito, recuerda.
En la cumbre «Enlazando alternativas» entre España y América Latina, Toussaint participó en un mitin para advertir que la deuda se convertiría en un elemento central en Europa, igual que lo fue en las décadas de los 80 y 90 para los pueblos de África, Asia y Latinoamérica. A partir de 2010, «la deuda se convirtió en un «instrumento coercitivo de los gobiernos para imponer políticas brutales y destruir conquistas sociales». Eric Toussaint ha planteado la necesidad de medidas «fuertes»: suspensión del pago de la deuda mientras se realiza una auditoría; controles sobre los intercambios y transferencias de capital; socialización de los bancos, entre otras. ¿Qué significa un Plan B para Europa? «Desobedecer a los acreedores y la autoorganización del pueblo», resume.
Antecedentes más lejanos ha señalado la eurodiputada de Izquierda Unida y portavoz de Izquierda Plural en Parlamento Europeo, Marina Albiol: la Revolución Francesa, la Comuna de París, la Europa que derrotó al fascismo y la de las Brigadas Internacionales. «Pero ésta no es la actual Unión Europea, construida por los mercaderes e hija del capitalismo y el tratado de Maastricht». La consecuencia son 123 millones de personas en riesgo de pobreza en el viejo continente, realidad que convive con la de 342 milmillonarios. «Aumenta el número de ricos y la venta de productos de lujo», advierte la eurodiputada valenciana, quien anticipa preguntas que se abordarán en los talleres: ¿Son posibles las políticas «alternativas» a la austeridad dentro del capitalismo y de la actual UE? ¿Hay que luchar por un proceso constituyente europeo? ¿Se trata de volver al estado-nacional, a un «sálvese quien pueda», o ha de defenderse una alianza de los pueblos de Europa? Lo cierto es que sólo una propuesta socialista y solidaria podrá atajar al fascismo y la extrema derecha, «que avanzan en Europa», concluye.
Claude Girod, de Vía Campesina en Francia, organización que apuesta por la soberanía alimentaria y la agroecología, denuncia las perversiones de la Política Agraria Común (PAC). «Es productivista, dice que hay que racionalizar, producir más barato y modernizarse, pero no pensando en los consumidores». Además, cada vez son mayores los márgenes para los intermediarios, la distribución y los especuladores, critica. Por ello considera los 50 años de Política Agraria Común como «desastrosos». Argumenta razones como las siguientes: cada tres minutos desaparece una granja en Europa y un campesino entra en bancarrota; se conocen los efectos nocivos de los pesticidas, pero se continúan utilizando y la competencia es cada vez mayor entre los agricultores de todo el mundo, «pero para producir peor y tener peores excedentes». La Unión Europea apunta cada vez más al modelo estadounidense, «con granjas de mil vacas y explotaciones monstruosas, además de una agricultura industrial que respeta cada vez menos el medio ambiente».
Pablo Sainz trabaja desde septiembre en la red de solidaridad y acogida con los refugiados que llegan a Madrid. El primer inmigrante muerto llegó al estado español en 1988, pero el Mar Mediterráneo se ha convertido en una enorme «fosa común» con más de 25.000 fallecidos en los últimos 15 años. Pablo Sainz destaca que en la red solidaria prefieren llamarse «vecinos» a «ciudadanos», ya que este concepto deja fuera a las personas migrantes. En el acto de presentación del Plan B para Europa, ha recordado el punto de partida global: en el mundo existen 60 millones de personas desplazadas. Ante esta realidad inapelable, «somos conscientes de que un viejo sueño europeo consiste en militarizar la frontera sur, es más, a Europa nunca le importó que la gente se muera, pero a poder ser un poco más lejos».
Pero hoy los inmigrantes se mueren en la puerta de nuestras casas, añade Pablo Sainz. El activista se lamenta de la pasividad ciudadana, ya que en Madrid se han producido «redadas» y detenciones de personas inmigrantes por parte de la policía, «y no hacíamos nada». Tampoco se reaccionaba ante un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), como el de Aluche (Madrid), permanentemente masificado. Por eso, concluye, el Plan B tal vez tenga que ver con «poner al ser humano en el centro». Colectivos como la PAH o «Yo sí sanidad universal» han empezado a hacerlo, al no distinguir entre inmigrantes y españoles a la hora de ofrecer ayuda.
Hoy tendrán lugar en las jornadas por un Plan B los foros titulados «La Unión Europea como campo de batalla»; «Igualdad de derechos en un planeta finito»; «¿Una economía para construir otra Europa?» y Transformar las instituciones y nuevas formas de democracia». Ayer Carolina Genschel, de Blockupy Alemania, subrayó la necesidad de organizarse «frente al miedo y a la austeridad». Tanto las jornadas de Madrid como las próximas cumbres y foros, por ejemplo el «Alter Summit», han de servir para promover las luchas a escala europea. Asimismo ha lanzado la propuesta de celebrar una Cumbre Europea en la primavera de 2017, con creatividad, grandes manifestaciones y actos de desobediencia civil. Ha anunciado esta fecha porque en 2017 se celebrarán elecciones legislativas en Alemania, y Blockupy considera que el reto es hacer entender que en los comicios se decidirá el destino de Europa. «A pesar de que los candidatos sólo hablen de cuestiones internas», remata.
Eurodiputada de Podemos desde mayo de 2014, Lola Sánchez se ha convertido en un «azote» para los propulsores de grandes acuerdos de comercio, inversiones y servicios, por ejemplo el TTIP y el TISA. Nunca antes de esta elección había militado en partidos políticos, por eso, su entrada en el Parlamento Europeo fue como «nacer y de inmediato aprender a ser adulta», explica. Recuerda las palabras de Varoufakis: «La Unión Europea es un cártel dedicado a defender los intereses de unos pocos». Ella agrega que es «como una casa en la que viven dentro los lobbies». Se inspira asimismo en los adagios de Gandhi: «No podemos cambiar el mundo si no nos cambiamos a nosotros mismos». Estira esta idea para concluir que se ha de feminizar la política, y que la revolución «será feminista o no será». No anda lejos de estas reflexiones la reivindicación de la cooperación frente a la competitividad capitalista. «El adversario no es el hermano con el que compartimos trinchera, sino el poder económico», aclara, y termina: «Hemos de ganar las instituciones pero nos hace falta el apoyo de la calle; es necesario que la gente nos vigile y exija».
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