(Edición de las palabras pronunciadas en evento organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, el 15/5/2024).
En primer lugar, queremos recordar que este evento se realiza el día que conmemoramos un año más del fusilamiento de El Cholo Guerrillero, Victoriano Lorenzo, en 1903. Durante la Guerra de los Mil Días, Victoriano y sus huestes representaron la lucha indígena y campesina contra la oligarquía latifundista panameña que le arrebata sus tierras y explotaba inmisericordemente. Su fusilamiento fue una venganza de la oligarquía panameña por atreverse a confrontar el orden social existente en nuestros campos, así como una advertencia a quien se atreviera a manifestarse ante la traición que estaba a punto de consumarse con la separación de Colombia y el Tratado Hay Bunau Varilla.
Entre Weber y Marx
Entrando en materia electoral, uno tiene que preguntarse: ¿Cómo hacer para no caer en la unilateralidad? Cómo hacer este balance sin parcializarse a uno de los dos extremos posibles: ser tan optimistas, que caigamos en la ingenuidad. O ser tan sectarios, que nos lleve al pesimismo de creer que “nada ha cambiado”, “todo sigue igual”.
Como estamos entre sociólogos y sociólogas, creo que podemos recurrir a los enfoques teórico-metodológicos de dos grandes de las ciencias sociales: Max Weber y Carlos Marx. Como siempre digo a mis alumnos, teorías distintas se pueden combinar en el análisis, siempre que se haga con cuidado.
Para analizar los resultados de las elecciones del 5 de mayo pasado podemos tomar de Weber su “sociología de la acción social”, según la cual, la sociología debe buscar “el sentido” con el que las personas orientan su acción social, ¿cómo explican o justifican sus actos? Aunque, hay que aclararlo de salida, el enfoque weberiano era individualista, no lo usaba para explicar fenómenos colectivos, sino casos particulares. De modo que, aquí estamos estirando a Weber más allá de sus límites.
El análisis de los hechos electorales requiere del aporte de Carlos Marx: quien propone el análisis de las estructuras profundas, sociales y económicas, que explican a cada sociedad concreta. La estructurada política, económica y social organizada para asegurar la explotación de clase. Mientras se mantengan las estructuras del capitalismo, las relaciones políticas son un producto de la lucha entre las clases, en que los oprimidos pueden lograr victorias parciales, ventajas democráticas o atenuación de la explotación económica, pero en esencia el régimen político más democrático sigue siendo la junta directiva de los intereses de los empresarios.
El enfoque weberiano, nos coloca en el plano del “imaginario”, de las creencias, de la cultura política, que pueden ayudarnos a comprender por qué votó como lo hizo el pueblo panameño el 5 de mayo. El enfoque marxista nos conduce al análisis estructural profundo para saber qué efecto tienen los resultados electorales en la formación económico – social panameña.
¿Qué sentido le dio a su voto la ciudadanía el 5 de mayo?
El primer hecho que salta a la vista es que la gente salió a votar masivamente: 78% de participación electoral. Las personas acudieron entusiastamente a las urnas con deseos de expresar algo, de dar un mensaje con su voto. ¿Con qué “sentido” orientaron esta acción social? La respuesta no deja lugar a dudas: expresar su rechazo al gobierno de Laurentino Cortizo, a su vicepresidente y candidato presidencial, José G. Carrizo, y al partido oficialista, el PRD.
El deseo de repudiar o castigar al gobierno saliente es fácil de verificar hablando con los votantes, o viendo los resultados electorales: el PRD, de ser el principal partido político del país fue llevado al borde de la extinción, obteniendo menos del 6% de los votos. Pasando de una bancada con mayoría casi absoluta a una representación diezmada en la próxima Asamblea Nacional.
Un voto castigo claro, pero disperso
Ese descontento o voto castigo se expresó a través de diversas alternativas, según el segmento social al que pertenece el electorado:
Los más golpeados por la situación económica desastrosa que deja el gobierno PRD y su gestión de la pandemia de la COVID-19, en especial el 60% de trabajadores en el desempleo o la informalidad, parecen haber creído en la promesa de la nómina de José R. Mulino (R. Martinelli) de que pondrán “más chenchen en su bolsillo”. Un cómodo 34% del electorado se decantó por esta candidatura del partido RM, con la esperanza de que su situación mejore.
El 25% del electorado, al parecer de capas medias ilustradas, votó por la nómina de Ricardo Lombana y su partido (MOCA), que tuvo como eje la denuncia de la corrupción de los partidos tradicionales. Otro segmento, una buena parte de votantes tradicionales del PRD no lo hicieron con esta sigla sino con la candidatura de Martín Torrijos (PP) o la diputada Zulay Rodríguez, por libre postulación, 16% y 6% respectivamente. Tan solo el 11% eligió a Rómulo Roux, abogado de la minera canadiense First Quantum M.
El deseo de cambio y castigo que la gente expresó el 5 de mayo también explica el éxito de las candidaturas de la coalición Vamos, en la libre postulación, que lograron la mayor bancada en la nueva Asamblea Nacional, con 19 curules, así como una multiplicidad de representantes de corregimiento, y algunas alcaldías, aunque no indicaron el voto a la Presidencia de la república.
Un núcleo duro del movimiento sindical, popular y la izquierda se decantó por la candidatura de Maribel Gordón y Richard Morales, poco más del 1%. Aunque hay personas que fotografiaron al sistema TER del Tribunal Electoral que, en algún momento de esa noche, le atribuyó 85 mil votos a la profesora Gordón, y luego los rebajó a 25 mil, de manera inexplicable.
No tenemos que creer en la total pureza de estos resultados dada la gran cantidad de irregularidades que siempre presenta el sistema electoral panameño, pero de manera exacerbada en este año: desde la demora en impugnar la candidatura de Martinelli, cuando ya estaba condenado por blanqueo de capitales, hasta la postulación irregular de Mulino, pasando por las disputas en el conteo y asignación de curules en circuitos plurinominales, la asignación desigual de recursos entre los partidos y la libre postulación, y un largo etc.
¿Cómo se explica el voto mayoritario a candidatos de la derecha?
Así como el voto castigo al PRD es casi incuestionable, lo es también que la población vota sistemáticamente por candidatos ubicados a la derecha y extrema derecha del espectro político y teme votar por candidaturas situadas a la izquierda. En algunos casos, aún manifestando simpatías por las candidaturas y programas de izquierda, algunas personas terminan dejándose llevar por el llamado “voto útil” o al que puede ganarle al oficialismo, la gente le llama “votar a ganador”. Lo que habla de un bajo nivel de conciencia política.
Al ser Panamá una excepción en Latinoamérica donde no existe representación política de la izquierda a nivel parlamentario, esto nos habla de un problema histórico y, por ende, estructural que tiene que ver con su condición de formación económico social transitista, con escasa industrialización, volcada a los servicios, con desempleo crónico e informal.
Esa estructuración “transitista”, nacida como apéndice del sistema militar norteamericano en 1903, ha producido una población que flota entre la informalidad, sobreviviendo de cualquier “rebusca”, a otra estructurada pero dependiente de un puesto como funcionarios del estado, por ende, víctimas del clientelismo político. La debilidad de la clase obrera industrial y el hecho de que, aún cuando existe, es mayoritariamente estacional o temporal, como en la construcción, son a nuestro entender parte del problema de la conciencia política de la población panameña. Esa realidad social tiene su correlato en la conciencia de clase dispersa.
A lo cual se suman arrastres históricos desde las propuestas de la izquierda panameña: por un lado, un sector significativo vinculado al Partido Comunista (del Pueblo) que ha terminado absorbido por el PRD, siguiendo el supuesto proyecto “torrijista” que la dirección de ese partido perdió hace rato; por otro lado, problemas fraccionalismos sectarios que han retardado el surgimiento de una propuesta creíble y unitaria.
Pero también influye la degeneración de la democracia liberal mundial
Panamá no escapa tampoco al proceso de degeneración y crisis del sistema capitalista mundial y de su régimen político preferido: la democracia liberal. La pauperización creciente, incluso en países europeos y en Estados Unidos, llevan a enormes contingentes de la población mundial a descreer de las promesas de una vida mejor y más democrática por parte del sistema político liberal burgués.
Los gobierno y partidos políticos tradicionales rápidamente se desgastan y pierden el respaldo popular, cada vez mayores contingentes de votantes eligen candidatos ubicados fuera o recién llegados al sistema político (“outsiders”) generalmente provenientes de la extrema derecha, aupados por los medios de comunicación de masa y que le echan la culpa de la crisis social a un supuesto “enemigo” (migrantes o comunistas) al cual prometen acabar.
Esta realidad internacional, que explica fenómenos como Trump, Bolsonaro, Bukele o Milei, no es ajena a Panamá, donde la extrema derecha “martinelista” que eligió a Mulino ha pretendido focalizar la culpa de la situación en la “migración”, aunque aquí el fenómeno es solo muy parcial, porque somos país de paso no de llegada. Aquí ese voto antisistema expresado hacia un derechista es de Ricardo Martinelli, a quien parte del electorado lo considera el instrumento para castigar la corrupción de los políticos tradicionales, no importa cuantas acusaciones por delitos graves tenga. Martinelli es nuestro Donald Trump.
Mulino, al igual que Lombana, prometieron “mano dura”, es decir, represión y eso también encanta a un sector del electorado que ingenuamente cree que la inseguridad se acabará con más policías y menos estado de derecho.
Una consideración aparte merece el hecho de que, no sólo en Panamá, a la izquierda le cuesta mucho atraer el voto popular o ganar el imaginario popular, y en ello influye la situación social de proyectos como la crisis profunda que atraviesa Cuba producto del bloqueo, o la pauperización que se vive en Venezuela y, peor aún, la degeneración dictatorial del sandinismo en Nicaragua.
La gente votó castigo, pero sin cambio real
Si bien la intención de castigo al gobierno saliente y su partido es bastante clara, el hecho es que la mayoría del electorado se “equivocó” si creía que votando a Mulino o Lombana iba a producir un cambio de fondo. Al menos el tercio de los votantes que lo hicieron por José R. Mulino, eligió un candidato que dará continuidad a las políticas neoliberales y así quedó expresado en la conformación de gabinete ministerial, claramente conformado por representantes de la oligarquía financiera.
Se destaca ahí Felipe Chapman en el Ministerio de Economía, un agente de los gremios empresariales y defensor de la mina de First Quantum. La Cámara de Comercio y el Consejo Nacional de la Empresa Privada, así como la embajadora de Estados Unidos, celebran su triunfo: nada ha cambiado, sólo las caras, el sistema funciona.
El voto consecuente con un deseo de cambio, aparte del 1% de la nómina Gordón-Morales.
El voto hacia los candidatos de la coalición Vamos, fue un voto por el cambio, por cuanto eran candidaturas por fuera de los partidos (libre postulación), eran jóvenes que no han sido parte del sistema, eran críticos a la corrupción imperante, la mayoría participó de las movilizaciones anti mineras de 2023. Pero la debilidad de la coalición Vamos es no tener una concepción clara de la formación económico social panameña, ni un programa de transformaciones, sino que todo lo reducen al tema de la corrupción y que “deben gobernar los mejores”. Esta ingenuidad política unida a una falta de disciplina partidaria pronto producirá fisuras internas. La prueba de fuego empezará cuando deban decidir sobre: si pactan con otras facciones la composición de la directiva de la Asamblea, sobre la reforma al sistema de jubilaciones, la ampliación de la cuenca del canal o la continuidad de la mina.
Se viene un gobierno oligárquico, antipopular y represivo
Lo dicho por Mulino, durante la campaña electoral, en sus discursos posteriores a su triunfo, así como con la escogencia de sus ministros, no hay lugar a dudas: el suyo será un gobierno “empresarial”, cargado de medidas económicas neoliberales y claramente represivo.
El respaldo de los gremios empresariales, los medios de comunicación de masas y las calificadoras de riesgo como Fitch son un mal augurio para el pueblo panameño. No se olvide que las calificadoras de riesgo lo que miden es la posibilidad de que los bancos y dueños de los bonos de la deuda soberana del país cobren su plata por encima de todo. Y en el marco de crisis fiscal esto significa sacrificio al gasto social y a los salarios de los empleados públicos, para asegurar el servicio de la deuda, que ya este año se come entre el 18 y el 20% del presupuesto gubernamental.
Sólo el Plan para una Vida Digna, de Gordón/Morales, propuso una alternativa para enfrentar los retos económicos sin más sacrifico popular: una reforma fiscal para que paguen más impuestos las grandes empresas, revisar las exoneraciones fiscales que son un subsidio a los ricos y perseguir la evasión fiscal.
Los empresarios y los medios ya empezaron su campaña por la reapertura de la mina de Donoso, con la excusa de la crisis del empleo. “Abrir para cerrar” es el cuento. Mientras, la empresa francesa sigue controlando la mina. La solución del problema debe empezar por la expulsión de First Quantum M. y la nacionalización de sus propiedades.
El tercer problema grave es el de las jubilaciones y la Caja de Seguro Social. El centro de la propuesta de los grupos empresariales es mantener y generalizar las “cuentas individuales”, así como desguazar la entidad separando la parte administrativa y de salud, y aumentar las medidas paramétricas (edad de jubilación, cuotas, etc.).
El movimiento sindical, CONATO y CONUSI, han defendido la vuelta al sistema solidario que funcionó bien desde que se creó la institución hasta 2005, cuando las reformas de Martín Torrijos separaron los programas. Así como el combate a la evasión y robo de las cuotas por parte del sector empresarial. La movilización en defensa de la Caja llama a la puerta.
El movimiento popular: a prepararse para la lucha y dar continuidad al proyecto político
Al mostrar sus cartas el presidente entrante, más de lo que ya hizo Cortizo, con el añadido de amenazas de represión, el movimiento popular y sindical debe saber a qué atenerse. Es el momento de reforzar las conquistas organizativas de la lucha de julio de 2022: la Alianza por una Vida Digna y ANADEPO. Es más, habría que pensar en la fusión de ambas alianzas superando las diferencias.
En el plano político, no cabe duda de que la candidatura de Maribel Gordón y Richard Morales, permitió dar pasos significativos, duplicando el caudal de votos de las elecciones de 2014 y 2019 al Frente Amplio por la Democracia (FAD) y la del profesor Juan Jované por libre postulación en 2014. Estructurar un proyecto político entorno a esta candidatura es una necesidad. Debe ser una propuesta política amplia y democrática, que permita sumar a otros actores del movimiento social panameño.
La situación objetiva de crisis estructural capitalista y del régimen político panameño reclama un programa de transformaciones como el expresado en el Plan por una Vida Digna.
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