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Alemania

Una bomba política llamada Wirecard

Fuentes: L’Humanité

La onda expansiva del escándalo que ha hundido al gigante de los pagos en línea alcanza a la gran coalición y a Olaf Scholz, Ministro de Finanzas y candidato del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) a la cancillería.

Es la mayor estafa financiera de Alemania en la era de la posguerra. El caso Wirecard adquirió dimensiones formidables tanto a nivel económico como político. Tanto es así que será objeto de una comisión de investigación del Bundestag a iniciativa de la oposición (Die Linke, Verdes y Liberales). Todo parecía ir de maravilla para este ex-gigante de los pagos en línea – que experimentó un ascenso meteórico, convirtiéndose en pocos años en uno de los campeones del mundo financiero y de los Dax 30, la contraparte de nuestro Ibex 35 o el CAC 40 en Francia. Antes de que el escándalo estallara a principios de verano…

Los criterios anglosajones de rentabilidad financiera se popularizan

Pero dos mil millones de euros, inscritos en el balance de la multinacional, resultaron ser totalmente ficticios. El modus operandi de los gerentes, que desde entonces han sido arrestados, es digno de los más sombríos escenarios de Hollywood. Está compuesto por falsos acuerdos de confianza, la complacencia de abogados corruptos, cómplices con auténtico tufo mafioso y una filial con sede en Dubai.

¿Cómo puede ser que los matones de Wirecard se salieran con la suya tan fácilmente? El asunto se remonta al proceso de transformación financiera del difunto capitalismo de Renania. El deseo de alinearse cada vez más con los criterios anglosajones de rentabilidad financiera ha llevado a su popularización, o incluso a la tolerancia oficial de los planes más escabrosos. Y todo ello sin que las autoridades públicas o el BaFin (organismo federal de control de los mercados) emitieran la más mínima advertencia.

En septiembre de 2018, todo era todavía euforia alrededor de Wirecard. La que otrora había sido una pequeña empresa estaba entonces haciendo su entrada en el índice de los 30 principales grupos que cotizan en el Dax de la Bolsa de Frankfurt, el Santo Rosario de la Aurora del capitalismo alemán. Inicialmente especializada como plataforma de pago para juegos en línea y pornografía, la empresa pronto adquiriría una posición importante en los servicios que permiten las transacciones por Internet. Sus clientes se reclutan en todo el mundo entre los pesos pesados de los mercados financieros. Los grupos alemanes orientados a la exportación figuran, por supuesto, en una buena posición entre sus clientes, pero también estrellas francesas del listado como Air France-KLM, Orange o Crédit Agricole.

La quiebra de la empresa multinacional resulta en un desastre social

Wirecard se encarga de todo: de la realización de las transacciones y de la seguridad de los pagos. La compañía se erige como un banquero y un asegurador. Se compromete a pagar la totalidad de las sumas debidas a los vendedores, recuperando al mismo tiempo las letras de cambio de los posibles créditos suscritos por los compradores para realizar la operación. Sin embargo, este sistema, que se convierte en un éxito en los círculos comerciales internacionales, le obliga constantemente a tener suficiente liquidez para cumplir sus contratos.

Para disponer de esa gigantesca reserva, los banqueros de Wirecard van a montar su estafa de 2 mil millones de euros. Se supone que los falsos contratos fiduciarios, supuestamente firmados con dos bancos filipinos (BPI y BDO), deben probar que disponen de los fondos necesarios para ese tipo de ejercicio. Sin embargo, al ser interrogados, los bancos juran que nunca realizaron tales transacciones. El único propósito de las burdas falsificaciones era inflar artificialmente el balance de cuentas de Wirecard. La súper chapuza se hizo evidente en junio. Teniendo en cuenta que probablemente sólo sea uno de los muchos arreglos de los bandidos de la industria financiera (Fintech) con sus cuentas, debido a lo opaco que es el manejo de Wirecard.  

La quiebra de la empresa multinacional resulta en un desastre social. La mayoría de sus aproximadamente 5.800 empleados en todo el mundo van a perder su trabajo. Miles de pequeños ahorradores que habían creído en la historia de éxito del gigante de la red han sido engañados. Su CEO, Markus Braun, a quien hasta hace muy poco se le presentaba como una especie de gurú financiero, está en prisión y el precio de las acciones ha caído más del 90%. Pero es a nivel político donde el asunto podría tomar su dimensión más devastadora.

Un veredicto muy esperado

La comisión de investigación parlamentaria del Bundestag, con sus amplios poderes, podría revelar lo que se oculta tras los bastidores. Su veredicto, que se espera para el próximo verano, antes de la renovación del Parlamento en septiembre de 2021, promete ser contundente para todos los miembros de la gran coalición del gobierno. Incluso para la Canciller Merkel, que tuvo que admitir que había recomendado Wirecard a sus interlocutores chinos durante un viaje oficial a Beijing en septiembre de 2019. Ella alega que no habría sido consciente de las sospechas que ya pesaban sobre el grupo en aquel momento. Uno de los principales contendientes para su sucesión, el jefe de la CSU de Baviera, Markus Söder, también podría encontrarse en la línea de mira. Söder no inició un procedimiento de lucha contra el lavado de dinero en Wirecard, cuya sede está en Múnich, a pesar de que las leyes de su estado se lo habrían permitido.

Pero quien más tiene que perder si la comisión del Bundestag se propone llegar al fondo de este asunto es sin duda el Ministro de Finanzas del SPD, Olaf Scholz. Es el que ha ignorado sistemáticamente todas las señales de advertencia, incluyendo las más deslumbrantes, las que ya en 2018 permitían observar la mega manipulación de los jefes de Wirecard. El mismo Scholz que se entregó en cuerpo y alma para acreditar que esas sospechas, que se habían filtrado a través de la prensa, eran más bien «ataques especulativos» destinados a debilitar al grupo.

Hay materia suficiente para hacer tambalear las ambiciones del ministro y vicecanciller, que fue propulsado a principios de agosto como candidato del SPD a la cancillería para 2021. Ya nada podrá ocultar su papel en la financiarización del sistema o en una gran coalición que se ha vuelto tan impopular.

Traducción por Alexandre Anfruns.

Fuente original: L’Humanité