El aeropuerto de Cagliari, el principal de la isla italiana de Cerdeña, estuvo cerrado tres horas ayer por la tarde debido a la revuelta de un centenar de inmigrantes irregulares en un centro de reclusión contiguo a la terminal, que acabó con la fuga de una decena de ellos. Se trata de un recinto […]
El aeropuerto de Cagliari, el principal de la isla italiana de Cerdeña, estuvo cerrado tres horas ayer por la tarde debido a la revuelta de un centenar de inmigrantes irregulares en un centro de reclusión contiguo a la terminal, que acabó con la fuga de una decena de ellos. Se trata de un recinto de primera acogida de extranjeros sin papeles capturados en alta mar o en la costa que ya ha registrado incidentes en los últimos dos años. La de ayer fue la tercera rebelión violenta en once días.
Esta vez, un centenar de africanos, principalmente argelinos y tunecinos, lograron hacerse con el control del edificio, custodiado por 40 agentes y con 80 empleados entre médicos, traductores y trabajadores sociales. Una decena de reclusos lograron escapar saltando una valla de cuatro metros. Aunque se halla en un recinto militar, el centro se encuentra a solo 150 metros de la torre de control y algunos huidos entraron en la zona de la pista de aterrizaje, por lo que la autoridad aérea ordenó el cierre inmediato del aeropuerto. Solo pudo reabrirse después de que la policía, que tomó el centro con gases lacrimógenos, arrestara a todos los fugitivos. En total eran 22.
Fueron cancelados unos 24 vuelos y uno de los primeros en ser desviados al iniciarse los disturbios llegaba de Madrid. La tensión entre los pasajeros que se encontraban en la terminal fue en aumento, hasta el punto de que llegaron a las manos con un grupo de manifestantes que defendían la fuga de los inmigrantes.
El suceso reabre el debate sobre las condiciones de vida en estos centros y recuerda otro similar ocurrido en enero del 2009 en la isla de Lampedusa, con una rebelión y fuga masiva de inmigrantes. Las razones entonces fueron varias. Sobre todo, el intento de cientos de tunecinos de evitar la deportación a su país, pero también el hartazgo por las condiciones de hacinamiento y por estancias teóricamente provisionales que se alargan meses.
En este caso, el problema no es el aforo, pues el centro de Cagliari tiene capacidad para 220 personas y había 102. Al parecer, la protesta surgió por el anuncio del traslado de algunos internos.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2010/10/12/0003_8778908.htm