Entre los recuerdos del golpe de 2009 quedan indelebles las imágenes del asalto de militares y policías a la sede central del Instituto Nacional Agrario (INA), donde trabajadoras y trabajadores de la institución y decenas de campesinos se habían atrincherados, para defender la documentación de la reforma agraria que garantizaba sus derechos sobre la tierra.
En aquellos mismos días, cientos de familias campesinas de la región del Bajo Aguán habían recuperado grandes extensiones de tierras, usurpadas por latifundistas para impulsar el cultivo de palma africana.
Durante los primeros años post golpe fueron decenas los campesinos organizados asesinados por guardias de seguridad, militares y escuadrones de la muerte por haber exigido acceso a la tierra y a una vida digna.
Para Marta Anariba, presidenta de la junta central del Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional Agrario (Sitraina), la victoria electoral de Xiomara Castro y de la coalición opositora liderada por el Partido Libertad y Refundación (Libre) representa el fin de una larga pesadilla.
“Hemos venido luchando en las calles desde 2009. Hemos tenido compañeras y compañeros asesinados durante la lucha y como organización también hemos sufrido la represión económica y psicológica.
Han sido años muy duros y hemos perdido derechos. Por eso la victoria del domingo la hemos recibido con muchas emociones, mucha felicidad, mucha esperanza”, dijo la dirigente sindical.
Un cambio necesario
La presidenta del Sitraina, quien el domingo se desempeñó en una mesa electoral, explicó a La Rel que desde tempranas horas la gente había abarrotado el centro de votación.
“La gente se volcó masivamente a votar. Fue impresionante. El pueblo entendió que ya no podía seguir viviendo en esta situación de crisis económica, política y social. Que era necesario un cambio.
Varios nos pusimos a llorar –continuó Anariba – porque estábamos logrando algo que soñábamos desde hace doce años y que al pueblo hondureño le costó lágrimas y sangre”.
Pese a la violencia, la represión, el cercenamiento de derechos, la persecución, el pueblo hondureño demostró en las calles que nunca pudieron arrebatarle la esperanza de tener un país libre y democrático.
“Se aprovecharon del país, lo saquearon, se enriquecieron a costa del sudor de la gente, que se quedó sin otra opción que abandonar el país.
Necesitamos cambios profundos, unidad y reconciliación, pero esto no significa impunidad. Los represores, los asesinos, los corruptos tendrán que pagar por lo que han hecho”, sentenció la dirigente sindical.
Camino a la esperanza
Marta Anariba sabe perfectamente que el camino para el nuevo gobierno será largo y difícil.
Como dirigente del Sitraina espera que las nuevas autoridades restituyan los derechos que les fueron cercenados y que se dé nuevo impulso a la reforma agraria, totalmente abandonada por los gobiernos continuadores del golpe.
“Reciben a un país destruido, endeudado, despedazado, en miseria. Esto no se va a recomponer en 100 días. Pero confiamos que este gobierno, con rostro de mujer, que sabrá cambiar las cosas y gobernar para el pueblo.
Xiomara es un ejemplo de que las mujeres sabemos luchar y podemos llegar muy lejos con nuestros sueños. A ella le hicieron de todo durante estos doce años, sin embargo, nunca se detuvo, ni claudicó y continuó luchando.
Esta victoria también es una victoria de todas las mujeres de Honduras y del mundo”, concluyó Marta Anariba.
Fuente. Rel UITA