La sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) volvió a reunir a las jefas y jefes de Estado de la región en México, con la meta de convertirse en el principal instrumento para consolidar las relaciones los países de la región, pero que sirvió para mostrar la ofensiva de varios mandatarios que, siguiendo los intereses de Estados Unidos, trataron de poner palos a la rueda integracionista.
El reto de consolidar la Celac con respeto a la diversidad y sin exclusiones por las diferencias políticas entre los gobiernos fue el eje de las propuestas de Bolivia, Perú, Venezuela, México y Cuba durante la cumbre, las que fueron bombardeadas por Uruguay y Paraguay, sumados a las ausencias de Brasil y Colombia, los gobiernos visiblemente alineados a las políticas de Washington.
La ausencia de Brasil fue criticada tras la decisión del mandatario brasileño de retirarse del organismo latinoamericano. «Muy lamentable que el presidente Jair Bolsonaro, en una visión negacionista y divisionista, haya retirado a Brasil de esta comunidad que tanto necesita a Brasil», lamentó el anfitrión, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
También Colombia se autoexcluyó. La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez había confirmado su asistencia, pero la que arribó a México fue la viceministra de Transporte, quien al final ni siquiera participó. En lugar de eso, la cancillería colombiana emitió un comunicado en el que rechaza la participación del presidente Maduro en la cumbre de la Celac y recuerda que Colombia “no reconoce a ese gobierno de facto”.
En una jornada donde se abordaron los objetivos urgentes del subcontinente para concretar medidas efectivas para las crisis de la pandemia, los desastres provocados por el calentamiento global y las agravadas condiciones de pobreza y desigualdad, no faltaron los momentos de fricción.
La discusión sobre el futuro de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el seno de la única institución regional en donde no participan Estados Unidos y Canadá apenas se esbozó ante el clima hostil de algunos presidentes, pero, según declaró el canciller mexicano Marcelo Ebrard, en su momento se presentará un documento sobre el tema.
Sólo el uruguayo Luis Lacalle, se atrevió a defender a la OEA y aseguró que participar en este espacio, que cumple este año su primera década de vida, no hace caer en desuso la participación de los mismos estados en la institución interamericana, que tiene 73 años de creada.
Ajeno a la polarización, el nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, señaló que traía “el saludo de los hermanos quechuas, los aymaras, los awajún, los conibos, los shipibos, los hombres y mujeres que nunca han tenido voz en mi patria” y manifestó su esperanza de ver de una vez por todas que la Celac logre atender las necesidades de los millones de personas que están esperando que algo salga de esto, más allá de los grandes discursos.
“La necesidad de integración latinoamericana y el Caribe no es un tema coyuntural, sino, de verdad, es una gran necesidad. Es el sueño de Bolívar, San Martín y Túpac Amaru. Pero también de Juan Carlos Mariátegui”, añadió.
Pandemia
La pandemia de covid-19 fue uno de los temas principales de la cumbre en la ciudad de México. En esta línea, el presidente boliviano Luis Arce reiteró que «si no se liberan las patentes, si no se comparte la tecnología, no llegaremos a la inmunización en tiempo oportuno y la pandemia terminará por llevarse más vidas, colapsar nuestras economías y trastocar nuestra sociedad y el ámbito político”.
Los países de la Celac aprobaron de manera unánime la adopción de las medidas propuestas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el Plan de Autosuficiencia Sanitaria para la región presentado por la secretaria ejecutiva, la mexicana Alicia Bárcena, para quien . «La motivación principal del plan es el desigual acceso a la vacunación».
Bárcena además presentó un documento en el que detalla las capacidades de los países en la lucha contra la covid-19 así como un detallado análisis de la industria farmacéutica.
Fricciones
En su intervención, Mario Abdo Benítez dijo que la participación de Paraguay en el encuentro no implicaba necesariamente un reconocimiento al Ejecutivo de Venezuela. «No hay ningún cambio de postura de mi Gobierno y creo que es de caballeros decirlo de frente», declaró.
El mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, se sumó a las críticas de su homólogo paraguayo al manifestar su preocupación por la situación de Venezuela. «Nosotros en esta voz tranquila pero firme debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela», afirmó el presidente de Uruguay.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, desafió a ambos mandatarios a organizar un debate regional para discutir la democracia. «Nosotros creemos profundamente en el diálogo de diversos, y yo le digo al presidente de Paraguay: ponga usted la fecha, el lugar y la hora para un debate sobre democracia, en Paraguay, en Venezuela y en América Latina. Estamos listos para darlo, ponga usted el lugar (…) De cara a los pueblos, en transmisión en vivo y en directo, en privado, como ustedes quieran».
López Obrador medió y propuso convocar un debate regional sobre «democracia, libertades, resistencia, revolución, o de lo que haya que debatir, de neoliberalismo.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, llamó al fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac) y señaló que organismos como laOrganización de Estados Americaos (OEA) resultó “obsoleta e ineficaz” para los fines que fue creada. “En vez de actuar bajo los mandatos de la Carta Democrática actúa en contra de los principios de la democracia. Su creciente injerencia en los asuntos de los estados no contribuye a la solución pacífica de controversias, sino que los genera”.
«No responde a las necesidades de nuestros Estados ni a los principios del multilateralismo. Ante ello es clara la necesidad de fortalecer la Celac”, añadió.
Maduro señaló que hay una contradicción fundamental entre la OEA y la Celac. Es la misma contradicción que existe entre el monroismo y el bolivarismo. Y recomendó que se evalúe con la cabeza fría el papel que actualmente está jugando en la institución su secretario general Luis Almagro.
Por su parte, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel refrendó la postura de su país en defensa del modelo socialista –que le ha permitido ser el único de la región en desarrollar sus propias vacunas contra el Covid– y en contra del bloqueo económico de Estados Unidos contra la isla, reforzado de manera oportunista en plena pandemia.
Sin mencionar las protestas y disturbios de julio pasado en distintas ciudades de Cuba, Díaz-Canel reconoció a los gobiernos y pueblos que nos han expresado su apoyo y comprendieron de inmediato la naturaleza de la oportunista campaña de descrédito, financiada con fondos estadounidenses.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, fue quien habló de la pérdida de legitimidad de la OEA y recordó que la Celac fue creada en 2010 precisamente en ese escenario generado por varios factores, entre otros la injerencia de Estados Unidos, a través de la OEA, en las democracias latinoamericanas.
Hoy, añadió, es claro que la situación no ha cambiado; la OEA en vez de actuar bajo los mandatos de la Carta Democrática, actúa en contra; no soluciona controversias, sino que las genera. Es un organismo obsoleto e ineficaz.
Sin sucesión
Lo que quedó pendiente fue la definición de la candidatura para la próxima presidencia pro tempore de la Celac, que debía presentar el presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien no participó del cónclave debido a la crisis interna de su gobierno. Tampoco participó el hasta entonces canciller, Felipe Solá, quien habpía viajado a México donde se entró que había sido removido.
Quien participó fue el subsecretario para América Latina de la cancillería, Juan Valle, quien expresó el interés de su país para la próxima presidencia pro tempore para 2022 y de la candidatura de un representante del Caribe para 2023.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, se pronunció por el no respaldo, el no voto a favor de Argentina y aseguró que el gobierno de Alberto Fernández se convirtió “en un instrumento del imperialismo norteamericano para vulnerar la soberanía de Nicaragua”.
Por último, en la plenaria se presentó el mensaje grabado que envió el presidente de China, Xi Jinping, en el que se recordaron los siete años de cooperación del mecanismo China-Celac firmado en 2014, espacio relevante para reforzar los lazos chinos con la región. Hoy, dijo el mandatario, esta relación ha entrado en una nueva era de mayor cooperación y beneficio mutuo.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, finalizó la cumbre destacando los 44 acuerdos logrados en el encuentro regional: creación de un Fondo Integrado para hacer frente a los efectos del cambio climático (ya se han recaudado entre los países de la región 15 millones de dólares), el apoyo de vacunas para Latinoamérica «para que nunca más tengamos una situación como la que pasamos en 2020 y 2021», y el apoyo a la Argentina en la causa Malvinas.
Pese a todo, y la buscadas fricciones, se logró realizar la cumbre anual después de dos fallidos intentos en 2018 y 2019, con la mayor asistencia de los últimos tiempos: 33 países, 16 de ellos a nivel de presidentes y primeros ministros.
La mayor parte de los asistentes hicieron votos por la consolidación de este instrumento, en particular los caribeños, que ven en la opción de la Celac una oportunidad única de acceder al envío de vacunas anti-Covid. Otros, siguieron la línea trazada en Washington para destruir los instrumentos de integración y cooperación latinoamericano-caribeños.
Gerardo Villagrán del Corral. Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)