«Si tiene la piel oscura, mejor no salga de su casa» fue la advertencia de la policía de Malmö a la población después de que algunos inmigrantes fueran baleados en varios sitios de la ciudad mientras esperaban el bus. En la misma noche del jueves, dos mujeres -también inmigrantes- fueron baleadas a través de la […]
«Si tiene la piel oscura, mejor no salga de su casa» fue la advertencia de la policía de Malmö a la población después de que algunos inmigrantes fueran baleados en varios sitios de la ciudad mientras esperaban el bus. En la misma noche del jueves, dos mujeres -también inmigrantes- fueron baleadas a través de la ventana en sus viviendas. Posteriormente el viernes, un ciclista resultó ileso en otro ataque similar y el sábado fue baleado una sastrería y peluquería de otro inmigrante.
En lo que va del año la policía ha debido atender varios incidentes de personas baleadas en la vía pública y hasta ahora los atribuía a disputas entre pandillas.
Ahora se señala que ya antes del verano, la policía tenía evidencias de que algunos de los incidentes eran ataques que tenían como blanco a los inmigrantes y tenían motivaciones racistas. Sin embargo, no se alertó a la población ni se adoptaron medidas especiales para detener el agresor o los agresores. Quizás la proximidad de las elecciones nacionales -de septiembre pasado- hizo callar a la policía y no perjudicar así lo que finalmente ocurrió, un nuevo triunfo de la derecha.
Recién en las últimas semanas, después de las elecciones parlamentarias que marcaron un sorprendente ascenso del partido de extrema derecha Demócratas de Suecia (Sverigesdemokraterna), la policía reconoció que las personas baleadas, por suerte ninguna con riesgo de su vida hasta ahora, carecían de antecedentes criminales, y generalmente habían sido atacadas por la espalda mientras esperaban la llegada del transporte colectivo.
La información comenzó a trascender cuando la pasada semana la policía admiitió que los dos hechos en común de los últimos casos, eran el origen de las personas atacadas -inmigrantes de piel oscura- y el arma disparada. Las pruebas de balística confirmaron que era la misma arma utilizada en los atentados. Según informes de prensa posteriores los informes de balísticas confirman que la misma arma fue utilizada en unos 15 ataques, uno de ellos con una joven de 20 años asesinada en octubre pasado. La policía sostiene que aunque el arma fue utilizada en todos esos ataques, no significa que quien la disparó sea la misma persona.
En octubre del pasado año, una pareja, un joven de origen extranjero y una joven sueca, fueron baleados en el parque Ögård, donde está ubicada la principal mosquita de Malmö. La policía admite ahora que probablemente en blanco del ataque era el joven de origen extranjero, que estaba en ese momento gozando de un permiso de salida de la cárcel.
Según la policía, el arma usada en esa ocasión, según balística, es la misma empleada en otros ataques.
Anders Wretling, de la policía criminal de Suecia (equipo que ha trabajado en los más importantes casos, como el asesinato de la ministra de Relaciones Exteriores, Ana Lindh) trasladado a Malmö para dirigir la investigación del llamado segundo «laserman», explicó que en verano la policía de Malmö solicitó colaboración para una serie de ataques a balazos que parecían inexplicables. El equipo de investigación, compuesto por unas 15 personas, desde policías a sicólogos, ha estado confeccionando un perfil de atacante.
La última semana
El pasado miércoles 20 de octubre, un joven de 28 años, refugiado de Somalia, recibió un balazo debajo de las costillas, y desde la espalda, mientras esperaba un bus en una parada en el barrio de Nydala, en Malmö.
La bala entró por su espalda, chocó contra el hueso y atravesó el cuerpo por el costado. Los médicos informaron que la herida no era grave.
Entrevistado poco después por la televisión local, el joven aseguró que nunca más iba a salir de su vivienda. Relató que llegó como refugiado a Suecia después que mataran a su familia en Somalia y tras escapar del reclutamiento forzoso al que lo quería someter una de las bandas armadas que se disputan el control del país. Jamás pensé, dijo, que a tantos miles de quilómetros, fuera a ser herido en un atentado a balazos.
Una semana antes, otro hombre, de 47 años, también de piel oscura -según lo identifica la policía, aunque a veces dicen de «color» o «coloreada»- fue baleado en otra parada de bus en el mismo barrio de Nydala.
Con el rescate de la bala del segundo atentado, la policía alertó a la opinión pública sobre los incidentes, que la prensa catalogó como «el segundo laserman», y solicitó la colaboración pública para detener al agresor.
«Laserman»
La identificación de estos atentados racistas con el caso denominado «laserman» de principios de los 90, fue casi inmediata.
John Ausonius, quien cumple una condena de cadena perpetúa por la muerte de un inmigrante y heridas a varias personas, fue bautizado como laserman después de una serie de atentados a balazos contra inmigrantes en la ciudad de Uppsala entre agosto de 1991 y enero de 1992. Fue procesado por un asesinato, 9 intentos de homicidio y nueve asaltos.
Ausonius, que se cambió su nombre dos veces, nació como Wolfgang Zaugg, y era hijo de inmigrantes, madre alemana y padre suizo, y solicitó la ciudadanía sueca en 1979. Realizó el servicio militar donde aprendió a disparar y manejar armas.
Su pelo oscuro le significó sufrir la burla de sus compañeros de escuela, y en su afán por identificarse como sueco, comenzó a odiar a todos los de piel oscura o que no tenían la apariencia de un sueco normal.
Su carrera criminal y de atentados racistas coincidió con el auge del efímero partido racista Nueva Democracia (Ny Demokrati) que llevó al parlamento a Bert Karlsson y Ian Wachtmeister, hoy asesor de los extremistas de Demócratas de Suecia.
Parece una constante que ante cada avance de la derecha y el extremismo en la sociedad sueca, aumenta la violencia contra los inmigrantes o las minorías étnicas, tanto en el discurso oficial, como propuestas para reducir la inmigración, más controles para otorgar el refugio y la ciudadanía, o surgen terroristas antiinmigrantes que acompañan -con medidas extremas- el ambiente general.
No salir de sus casas
Después de informar sobre la coincidencia del atentado a balazos contra el joven de 28 años en Nydala y otros casos anteriores, la policía lanzó una advertencia para que las personas de «piel coloreada» no salgan en las horas de oscuridad, o en toda caso que no salgan sin compañía.
La advertencia se demostró inútil cuando esa misma noche dos mujeres fueron atacadas a balazos en sus viviendas.
El pasado jueves, poco antes de las 8 de la noche, un hombre, según algunos testigos que lo vieron correr alejándose del lugar, disparó a un metro de una ventana contra un apartamento, hiriendo a dos mujeres, de 26 y 34 años. Según la policía, fue un solo disparo. La bala quedó alojada en el brazo de una de las mujeres y al parecer sería la misma arma de los dos ataques anteriores. Ambas eran inmigrantes de origen centroeuropeo y vivían en un edificio en el barrio de Kroksbäck. «En todo el edificio en el que vivían las mujeres, no había un apellido sueco» puntualizó la policía.
El viernes en tanto, un ciclista denunció que escuchó disparos cuando pasaba por un camino de bicicletas cerca del centro comercial de Mobilia. La policía no pudo recabar evidencias del disparo.
Esa misma noche la policía recibió 8 denuncias de disparos, pero no confirmó ninguna, aunque algunos de los incidentes eran petardos, o el ruido del escape de una motocicleta.
El sábado poco después de las 18 horas, cuando ya estaba oscuro, fue atacada una sastrería-peluquería, propiedad de un inmigrante, en otra zona de alta población extranjera, en la esquina de Lönngatan y Norra Grängesbergsgatan. Allí la policía encontró dos balas en la pared y en el marco de la ventana. El propietario de la satrería vio al atacante que salió de unos arbustos y huyó en bicicleta.
Esa misma noche, otra vivienda fue blanco de disparos, aunque el residente recién se dió cuenta que la ventana del balcón estaba rota. Dijo que escuchó el ruido del disparo cerca de medianoche, pero creyó que era un petardo en la calle. La policía recogió pedazos de la bala en el balcón y estimó que el disparo partió de un camino de bicicleta que pasa detrás del bloque de edificio en el barrio de Husie.
La policía dijo que en la noche del sábado recibieron 12 denuncias de posibles disparos y que investigar esas denuncias, ocupó todos los recursos disponibles.
«Similitudes y deferencias»
Al principio la policía no confirmó si era la misma arma, sólo explicó que «hay similitudes y diferencias» según un vocero policial, al apuntar que en este caso la víctima estaba en su casa, mientras en los otros casos eran personas en la vía pública.
Existe una discriminación geográfica en Malmö que facilita al atacante tener sus blancos concentrados en una zona. También debería ser una ventaja para la policía, pero la incompetencia es su marca registrada.
Hasta ahora la policía no parece tener idea si se trata de uno o más atacantes. Extraoficialmente se habla ya de 15 incidentes similares en los últimos años, pero la policía insiste en que se trata de un individuo solo.
El jueves en la tarde, la policía informó que buscaba al sospechoso entre los círculos de extrema derecha, pero ese mismo día, un jerarca de la policía criminal dijo que la búsqueda era más amplia, «ya que puede haber otros motivos».
Tras la serie de atentados, la policía ha recalificado el caso como «evento especial» lo que le posibilita obtener más recursos para la investigación. Por lo pronto el grupo investigador, que antes ocupaba a 10 policías, se eleva a 50, y se obtiene personal de otras localidades.
Además, según la policía, se aumentará en número de patrullas, algunas de civil, en las horas de la noche. En esta época del año la luz del día se acorta rápidamente, y si bien ahora oscurece a las 6 de la tarde, para diciembre será noche ya a las 4.30.
Debate entre Ilmar Reepalu y Beatrice Ask
La ministra de Justicia, Beatrice Ask del Partido Conservador, cayó en la estúpidez la semana pasada de comentar que «era lógico» que en Malmö ocurrieran varios incidentes de ataques a balazos. No quedó claro si se refería a la alta proporción de inmigrantes en la ciudad en comperación con otras ciudades del país, o a la ubicación geográfica de Malmö, como punto de entrada de Europa.
El pasado viernes quizo arreglar su declaración pero sin mucha efectividad. La ministra tomó distancia de las declaraciones de varios políticos que atribuyen estos ataque al aumento de debate sobre la presencia de inmigrantes en el país, como si eso fuera un «problema».
«Creo que debemos evitar las especulaciones sobre el trasfondo, motivo o conexión de los ataques. Hay quienes relacionan estos ataques con el caso del «laserman» ya que muchas de las víctimas son de origen extrnajero y es fácil hacer la comparación. Pero lo más importante es atenerse a los hechos», dijo. «Lo más importante es detener estos ataques», enfatizó.
«Durante un tiempo ha habido muchos disparos en Malmö. Una parte estuvo relacionada con el delito organizado, y Malmö está en una zona de tráfico de ese tipo de delitos, por lo que es comprensible que eso suceda» afirmó.
Las explicaciones de la ministra despertaron una respuesta dura del presidente del gobierno comunal, el socialdemócrata Ilmar Reepalu.
En una nota en las páginas de debate de un diario, Reepalu recordó que hace cinco años fue baleada su casa, y que por una casualidad no estaba sentado frente a la ventana, donde impactaron los disparos, como hacía todos los días. Recordó que ese atentado que pudo costarle la vida, jamás fue aclarado.
El jerarca comunal reclamó más medidas a la ministra para controlar el tráfico de armas proveniente de Europa, y recordó que según estadísticas de la policía, el 97 por ciento de las armas incautadas en delitos, llegaron al país de contrabando, por lo que reclamó una mayor atención del gobierno a ese fenómeno. Reclamó una mayor dureza de las leyes para castigar el contrabando de armas.