La presidenta de la Comisión decidió visitar Israel y apoyar a Netanyahu con declaraciones contrarias a la postura oficial de la UE, lo que ha encendido las alarmas en Bruselas.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, vuela sin control. El ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel y la respuesta israelí en forma de bombardeos indiscriminados y una posible invasión terrestre pusieron a las instituciones europeas en tensión. La conocida como ‘posición común’ europea no es exactamente equidistante de las partes, pero intenta mostrar cierta imparcialidad.
Los ministros de Exteriores la recordaron la semana pasada: Europa condena el terrorismo y defiende el derecho de Israel a la legítima defensa, pero advierte siempre a Tel Aviv del debido respeto al Derecho Internacional Humanitario y a las resoluciones de Naciones Unidas que exigen la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967. Israel hace oídos sordos y la Unión Europea no va más allá, por ejemplo con la imposición de sanciones, pero el mensaje oficial es claro y no ha cambiado en años.
No es ningún secreto que los europeos mantienen mejores relaciones con Israel y la culpa histórica del Holocausto es la principal razón, pero saben que si quieren conservar cierta influencia en la región deben parecer lo menos parciales posibles. Además, los países europeos tienen intereses estratégicos en la región que pasan por mantener buenas relaciones con los vecinos de Israel: principalmente lucha contra el terrorismo, lucha contra la inmigración irregular y seguridad de suministros energéticos.
El estallido violento del sábado 7 de octubre hizo que se recordaran esos intereses y que, con matices, los mensajes de unos y otros gobiernos, desde los socialistas del sur (España, Portugal o Malta) y del norte (Dinamarca y Alemania) hasta conservadores democristianos (Finlandia o Suecia) pasando por la extrema derecha italiana o húngara, fueran relativamente similares. Todos se basaban en decisiones oficiales de consejos de ministros de Exteriores europeos de 2014 y 2016. Hasta que llegó Von der Leyen.
La presidenta de la Comisión Europea viajó el viernes a Israel sin mandato de los ministros de Exteriores. Primer error. En Israel se reunió con el presidente Herzog y con el primer ministro Netanyahu. Esa segunda reunión, en la que recordó sólo una parte de la ‘posición común’ europea (lucha contra el terrorismo de Hamás) y obvió recordar que Israel, si quiere ser tratado como una democracia, no puede actuar como un grupo terrorista bombardeando sin control a civiles y arrasando infraestructuras vitales porque eso viola la normativa internacional, encendió las alarmas en Bruselas. Segundo error. Para agravarlo dijo que Israel es “la línea de frente entre la civilización y la barbarie”, sin distinguir explícitamente entre Hamás y el pueblo palestino. Esa postura chocaba de frente con la de los ministros de Exteriores, que a su reunión del pasado lunes invitaron tanto a su homólogo israelí como al palestino.
Von der Leyen, al no repetir la postura oficial de la Unión Europea, violó esa ‘posición común’. Además, se otorgó a sí misma competencias en la dirección de la política exterior de la Unión que los tratados no le conceden. Este tercer error, tal vez el menos llamativo de cara al exterior, fue el que más estupefacción provocó en Bruselas. Sin que nadie saliera a cerrarle la boca porque las cosas en las instituciones comunitarias no se hacen así, sí hubo claras señales de malestar, incluso en su familia política.
El Partido Popular Europeo, del que forma parte la CDU alemana, partido de Von der Leyen, emitió un comunicado de prensa recordando esa postura europea. El PPE parecía ahí más cercano a Borrell que a la presidenta de la Comisión. Algunos gobiernos se vieron en la necesidad de emitir la noche del viernes comunicados que replicaban esa postura europea. Cada mensaje nuevo era una desautorización del movimiento de Von der Leyen.
Un diplomático escandinavo me contaba el sábado que la postura de la presidenta de la Comisión “no representa ni a la propia Comisión ni a los Estados miembro porque no diferencia entre Hamás y el pueblo palestino y porque apoya sin condiciones a Netanyahu”. Ese diplomático contaba también que la postura de Von der Leyen dañaba la credibilidad europea en Ucrania, donde los 27 siempre han condenado como crímenes de guerra los ataques rusos contra población civil e infraestructuras esenciales.
La enviada de Naciones Unidas para los derechos humanos en Palestina, la diplomática Francesca Albanese, recuperó un tuit de Von der Leyen de octubre de 2022 contra Rusia que podría aplicarse a Israel sin mover una coma. Una forma de señalar a la alemana que la exigencia de respeto al derecho internacional debe ser igual para todos.
Mientras, la ministra de Exteriores belga, Hadja Lahbib, publicaba un tuit a primera hora de la mañana del sábado en el que se ponía del lado de Borrell y del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que habían dicho que era imposible evacuar a un millón de personas del norte de Gaza en 24 horas como había exigido Israel.
Otro diplomático contaba que Von der Leyen se había mostrado incluso más parcial que Estados Unidos. El secretario de Exteriores estadounidense, Antony Blinken, había viajado el viernes a Tel Aviv, pero dentro de una gira por varios países árabes en la que había incluido una reunión con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas.
Había además consecuencias prácticas. La postura de Von der Leyen podía poner en peligro a diplomáticos europeos en la región, a personal humanitario europeo y, sobre todo, a los europeos residentes en Gaza y a los secuestrados por Hamás.
Von der Leyen empezó a rectificar el sábado por la tarde cuando el ruido de las críticas era ensordecedor. Primero anunció que triplicaba la ayuda de la Comisión Europea a los civiles de Gaza hasta 75 millones de euros este año. Lo hizo en Twitter. Poco después, en el comunicado de prensa, dijo por primera vez que Israel tenía derecho a defenderse “con pleno respeto al derecho humanitario internacional”.
La postura de Von der Leyen se explica por varios factores. Primero, por esa culpabilidad histórica alemana, que hace que, gobierne quien gobierne en Berlín, Alemania siempre sea uno de los países europeos más alineados con Israel. Pero en Bruselas hay voces que van más allá y piensan en las elecciones alemanas de otoño de 2025. Según ese razonamiento, Von der Leyen no busca un segundo mandato como presidenta de la Comisión sino liderar a la derecha alemana en las urnas. Una mala copia de Angela Merkel.