Cocachacra (Islay – Perú) acaba de enseñarnos la correcta actitud política que los peruanos debemos adoptar si queremos salvar al país de la depredación de la naturaleza matando la agricultura y sumiendo a nuestro pueblo en la miseria. Con acciones, no con palabras, ha manifestado: ¡Acá no manda la Southern, ni su sirviente el gobierno […]
Cocachacra (Islay – Perú) acaba de enseñarnos la correcta actitud política que los peruanos debemos adoptar si queremos salvar al país de la depredación de la naturaleza matando la agricultura y sumiendo a nuestro pueblo en la miseria.
Con acciones, no con palabras, ha manifestado:
¡Acá no manda la Southern, ni su sirviente el gobierno peruano! ¡Acá manda democráticamente la asamblea de los pobladores de Cocachacra!¡Vida sí, mina no!
Y triunfó, aunque le costó 3 muertos y más de 50 heridos.
Fueron persistentes, no quisieron «Ir a Lima para conversar con el gobierno», no por soberbios, sino por el criterio democrático de que es la asamblea la que debe decidir y no los dirigentes. Respondieron: «Que vengan acá», a conversar con la asamblea.
Les pidieron «tregua hasta después de las elecciones», correctamente se negaron a aceptar la engañosa «tregua».
Es cierto que ellos decían que su lucha no era «política», porque el pueblo peruano ha sido domesticado en que su única participación política debe ser «votar en las elecciones» y después dejar la política en manos de los «políticos profesionales» que seguirán defendiendo a los opresores.
El diccionario dice que política es cómo gobernar una sociedad, y esa es la lección que acaba de darnos Cocachacra: Es la sociedad en su conjunto la que debe gobernarse a sí misma.
¿Quién gobierna el Perú?
Los que lo gobiernan no son los que el Perú «elije». Los verdaderos gobernantes son las voraces compañías multinacionales, a las que no les interesa un comino la población peruana ni la naturaleza. Se dedican a saquear nuestros «recursos naturales», mediante la extracción del petróleo depredando la selva y contaminando sus ríos; depredando la sierra con la minería a tajo abierto, robando el agua de la agricultura y envenenándola; robando el agua y alterando la hidrografía para la construcción de hidroeléctricas para la minería (piensan desalojar miles de indígenas y campesinos de tres departamentos para construir una represa que dote de electricidad a empresas establecidas en Brasil); instalando empresas agroindustriales que depredan el suelo con el monocultivo y el uso de agroquímicos, cultivando no para alimentar al Perú sino para exportar, cultivando agrocombustibles para alimentar a los carros, no a la gente; superexplotando a los obreros agrícolas.
Esas empresas tienen a su servicio a gobiernos, a la mayoría parlamentaria, a los grandes medios de comunicación (televisión, radio, prensa escrita), al ejército, a la policía (que acaba de asesinar impunemente a tres en Islay).
A todo eso llaman «progreso», «El Perú avanza». Y nos muestran cifras macroeconómicas de lo bien que está el Perú económicamente. Pero cuando vemos la situación de hambre, miseria y desocupación de la población entendemos lo que ese «progreso» significa: Saqueo de nuestras riquezas por las grandes compañías multinacionales (la bendita «inversión extranjera»), depredación de la naturaleza, aumento de la desocupación y el hambre de nuestro pueblo.
¿Quién ha de gobernar el Perú?
Ninguno de los 5 candidatos que están a la cabeza de las encuestas denuncia lo arriba expuesto ni dice que hay que acabar con eso.
Humala tímidamente ha dicho que respetará el derecho de consulta de los pueblos y que gravará a las empresas extractivas. Eso ha causado la furia del sistema que se lanza ferozmente contra él usando los grandes medios de comunicación en sus manos, acusándolo de «estatista» (él no ha planteado ni siquiera una tímida estatización). Alan García dice que 4 candidatos (Kuzinski, Castañeda, Toledo y Keiko) continuarán su «correcta política de progreso». Toledo lo llama «salto al vacío». El gran capital siembra el miedo para que se mantengan inalterados sus privilegios.
Después de las elecciones
Lo que debemos hacer es aprender la lección que nos ha dado Cocachacra: «La lucha es el camino».
Actualmente está luchando el pueblo de Espinar por defender el agua de la agricultura contra el robo del gobierno para la agroindustria, está luchando Canchis contra la hidroeléctrica de Salkapucara para la minería, están luchando los agricultores de Puno, Madre de Dios y Cusco contra la represa de Inambari que dará electricidad a capitalistas en Brasil, está luchando la población de Puno contra la minería, están luchando los amazónicos contra la contaminación del río Marañón, y muchos otros más.
Esperamos que esos luchadores se sientan fortalecidos e impulsados por el triunfo de Cocachacra, que coordinen entre sí.
Quien sea que entre al gobierno reprimirá al servicio de los grandes capitales. Probablemente si entra Humala le costará más, ya que la gente que quiere el cambio es la que ha de votar por él, pero también lo hará y así la gente aprenderá que sólo puede confiar en ella misma como lo hizo Cocachacra.
Cuando el Perú entero actúe como Cocachacra, conseguiremos el triunfo. Por eso: ¡Voto por Cocachacra!