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Los bancos de Francia pagan bonificaciones que alcanzan cifras siderales

Vuelven las fiestas de los banqueros

Fuentes: Página 12

Casi un año después de la crisis financiera mundial, los grandes grupos bancarios vuelven a sus mismas costumbres de antes, ésas que, según todos los analistas, precipitaron la crisis: se trata del reparto de bonificaciones que alcanzan cifras impronunciables. Un ejemplo básico de esa impunidad financiera saltó a la primera plana de la prensa francesa […]

Casi un año después de la crisis financiera mundial, los grandes grupos bancarios vuelven a sus mismas costumbres de antes, ésas que, según todos los analistas, precipitaron la crisis: se trata del reparto de bonificaciones que alcanzan cifras impronunciables. Un ejemplo básico de esa impunidad financiera saltó a la primera plana de la prensa francesa con el caso del grupo BNP-Paribas. El banco, que en pleno marasmo recibió más de 7000 millones de dólares de ayuda del Estado, se mostró muy generoso con sus «traders»: BNP-Paribas distribuyó alrededor de 1500 millones de dólares en bonificaciones entre esos ases de las finanzas. La suma de BNP-Paribas representa diez veces menos de lo que Goldman Sachs pagó en Estados Unidos a sus empleados.

Hace apenas cuatro meses, cuando se llevó a cabo en Londres la cumbre de los países que componen el G-20, el discurso mundial repetía un lúcido sermón: era imperativo «desintoxicar» el circuito financiero, cambiar las reglas del juego, revisar los salarios y comisiones de ciencia ficción que cobraban los traders y los dirigentes de los bancos, regular el sistema financiero, terminar con los paraísos fiscales, en suma, según la expresión empleada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, «refundar el capitalismo». Las intenciones eran buenas, pero la realidad fue más rápido. El capitalismo se refundó con la misma voracidad. Un recorrido por las páginas de la prensa de hace cuatro meses autoriza unos instantes de exquisita ironía. Apenas terminó en Londres la cumbre del G-20, la prensa internacional se lanzó en un copioso aplauso y en una serie de consideraciones cuya lectura, hoy, arranca sonrisas. El vespertino Le Monde escribió en su primera plana «El G-20 plantea las nuevas reglas del capitalismo mundial». Lo nuevo resultó, al final, la historia de siempre. En sus conclusiones, la cumbre del G-20, a la que asistió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, recomendó a los bancos aplicar una política de motivación salarial que conduzca a la estabilidad y evitar ofrecer recompensas «al corto plazo» y a los riesgos insensatos.

Baudoin Prot, el director general del grupo BNP-Paribas, explicó que la propina destinada a los traders no era nada comparada con lo que pagan los bancos norteamericanos y que, de todas maneras, el banco había respetado las recomendaciones del G-20. Un portavoz de BNP-Paribas agregó luego que el pago de los 1500 millones de dólares en bonificaciones era imperativo para evitar la fuga de traders hacia Londres. Según la institución bancaria, el pago de las bonificaciones no es más que la «traducción mecánica» de los buenos resultados obtenidos en el último semestre.

Lo cierto es que el Estado francés aportó 26.000 millones de dólares para rescatar a los bancos que estaban con un pie en el abismo. Con 7200 millones de dólares, BNP-Paribas fue el que más dinero público recibió, delante de BPCE, 7000 millones, la Société Générale, 4600 millones, y el Crédit Agricole, 4200 millones. El grupo puede exhibir un argumento de peso. Al igual que los bancos anglosajones, BNP-Paribas se recuperó rápidamente. A finales de junio, el grupo alcanzó un beneficio neto de 2000 millones de dólares, lo que representa un aumento de 6 por ciento con respecto al mismo período de 2008. Varios testimonios sintetizados por la prensa francesa corren el telón del escenario. Los traders trabajan con la siguiente consigna: «Perfil bajo, se actuará para que, en la práctica, nada cambie».

Cuando los medios revelaron la recompensa de 1500 millones de dólares que BNP-Paribas ofreció a sus comandos de la especulación, los bancos salieron a defender sus argumentos. No se trataría de bonificaciones pagadas a los traders, sino también al conjunto de los empleados del sector de la financiación e inversión. BNP-Paribas emitió luego una guía destinada a los periodistas a fin de explicar que las actividades de la rama concernida por la polémica, BFI (Banco de Financiación e Inversión), «no son sólo útiles sino indispensables al financiamiento de la economía real». A ese argumento le siguió una nutrida batería de artículos y comentarios sobre la «diabolización de los traders» y la mala imagen que se quiere dar de la economía especulativa.

La polémica demuestra sin embargo que la crisis no cambió nada en el seno de los bancos y que sólo trastornó la vida de las centenas de PME que cerraron sus puertas y de los cientos de miles de trabajadores que pasaron al territorio incierto del desempleo. Las bonificaciones no sólo conciernen a Francia y al grupo BNP- Paribas. Comparado con lo que, en el mismo período, Goldman Sachs pagó en Estados Unidos a sus empleados, los 1500 millones de dólares del banco francés son una limosna. Desde principios de año, Goldman Sachs bloqueó 11.000 millones de dólares en bonificaciones. Según un informe de la Corte de Cuentas de Francia, el Estado inyectó 200.000 millones de dólares en el circuito bancario para sostenerlo durante la crisis.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, en un intento de apaciguar la polémica sobre las bonificaciones, hizo un llamado a la sensatez a los bancos y los invitó a aplicar «con firmeza las reglas en vigor» en lo que atañe las remuneraciones. Sarkozy convocó a los responsables del sector a una cumbre el próximo 25 de agosto para que éstos vuelvan a los lineamientos fijados en Londres durante la cumbre del G-20. El sector bancario se había comprometido a limitar el monto de las bonificaciones, los famosos «paracaídas dorados». El mandatario volverá a plantear el tema en la próxima cumbre del G-20 prevista para el 24 y 25 de septiembre en Pittsburg, Estados Unidos. La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, criticó el hecho de que el sistema bancario internacional ha hecho caso omiso de las recomendaciones del G-20. Lagarde exigió «una fase de desintoxicación que sólo puede ser colectiva e internacional».

Los europeos discuten hoy la manera de elaborar un código de buena conducta renovado. Este será presentado una vez más en el próximo G-20. La Comisión Europea indicó que los bancos «deben tener prácticas de remuneración sanas, que no alienten y no recompensen los riesgos excesivos». A la vista de la danza de millones que van a los bolsillos de los operadores financieros, comunicados como estos son mera literatura. El sistema bancario mundial se rearmó en pocos meses con los planes de rescate financiados con dinero público y hoy vuelve a asesinar la economía real con las mismas armas con las que derrumbó el sistema entre 2007 y 2008. La burbuja financiera proyecta otra vez su sombra amenazante sobre el mundo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-129876-2009-08-13.html