Marine Le Pen rompió las barreras tradicionales entre la ultraderecha y el resto de la sociedad. La normalización se traduce en una difusión horizontal de los valores de la extrema derecha en todas las capas de la sociedad.
El espectáculo es gratis, impúdico, deliberadamente agresivo, populista y dirigido muy especialmente contra los millones de extranjeros que viven en Francia: Marine Le Pen, la hija del fundador del partido de extrema derecha Frente Nacional y hoy candidata presidencial por ese movimiento, presenta en la televisión su programa electoral.
Se trata de un cóctel de xenofobia y antieuropeísmo mezclado con medidas obsoletas que carecen de todo asidero en la realidad económica de Francia. Sin embargo, esas ideas avanzan en la sociedad con un impacto irresistible.
La extrema derecha francesa pasó de ser un club cerrado a un movimiento con sólidas raíces. El impulso que le dio Marine Le Pen se traduce por una aceptación cada vez más creciente de los postulados de la ultraderecha.
Cuando faltan tres meses para las elecciones presidenciales, el Frente Nacional es el tercer partido de Francia, detrás del Partido Socialista y del movimiento del presidente francés, la UMP.
Pero esta proyección electoral esconde otro fenómeno mucho más preocupante. Las ideas de la extrema derecha se han generalizado en la sociedad a una escala alarmante. Marine Le Pen logró normalizar el partido de su padre.
A fuerza de sonrisas, de intervenciones masivas en los medios, de vestidos bien cortados y de un vocabulario pulcro, Marine Le Pen rompió las barreras tradicionales entre la ultraderecha y el resto de la sociedad.
La normalización se traduce en una difusión horizontal de los valores de la extrema derecha en todas las capas de la sociedad.
Según un estudio de la encuestadora Sofres publicado por el vespertino Le Monde, casi un tercio de los franceses se identifica con las ideas de Marine Le Pen.
Esos resultados más los de las preferencias electorales hacen temer que se repita el colapso de 2002, cuando el entonces primer ministro, el socialista Lionel Jospin, quedó eliminado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Por primera vez en la historia moderna, un candidato de la extrema derecha disputó la segunda vuelta de una elección presidencial, en este caso Jean Marie Le Pen, ampliamente derrotado por Jacques Chirac.
La encuesta revela que un 31 por ciento de los franceses se declara «de acuerdo» con las ideas de Marine Le Pen. La influencia de su acción a la cabeza del Frente Nacional ha sido decisiva: hace uno año, los que estaban de acuerdo con la ultraderecha sumaban un 20 por ciento de los encuestados.
Pero el FN logró penetrar incluso en terrenos que le estaban casi proscriptos, es decir, los de la juventud: entre las personas menores de 35 años la adhesión a las ideas del Frente Nacional creció en 17 puntos: en sólo un año pasó del 11 por ciento al 28.
La mayoría que aún sigue pensando que el Frente Nacional representa un peligro, el 53 por ciento, pierde cada año más adeptos. Prueba de ello, hace 12 años el 70 por ciento de los encuestados decía estar «totalmente en contra» del Frente Nacional. Ese porcentaje bajó hoy a la mitad, al 35 por ciento. El politólogo Stéphane Rozs explica que uno de los grandes hallazgos de Marine Le Pen es «haber incorporado la idea del proteccionismo nacional frente a una Unión Europea que ya no protege a sus países».
El programa electoral de Marine Le Pen es precisamente eso: un rejunte barato de racismo, de nacionalismo a ultranza, de antieuropeísmo, un montón de ataques contra los ricos y los bancos que destruyen el sistema francés.
Marine Le Pen tiene tres adversarios declarados: los extranjeros, el euro y los millonarios.
Con esos tres títeres consiguió suscitar un interés perfectamente cifrado en las encuestas. Marine Le Pen propone salir del euro y volver al franco francés, detener el proceso de integración europea, nacionalizar los bancos y enfrentar la globalización con una fuerte dosis de proteccionismo.
La gente no sólo cree que esos disparates son viables sino que, además, sigue a Marine Le Pen en el camino de la xenofobia que está detrás del escaparate de sonrisas y banalización de las ideas más repulsivas que el siglo pasado haya engendrado.
En porcentajes comparados, los estudios de opinión arrojan estos resultados: 45 por ciento ve al Frente Nacional como una «extrema derecha nacionalista y xenófoba» mientras que 41 por ciento la ve como una «una derecha patriota y ligada a los valores tradicionales».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-186408-2012-01-28.html