Ésta es la pregunta que se hace todo el mundo tras el rechazo de los franceses de esta Constitución Europea. Obviamente la respuesta será diferente según de dónde venga. Si hablamos de los poderes públicos y sus apéndices mediáticos, se intentará seguir adelante con el mínimo coste político. Lo último será actuar democráticamente, o sea, […]
Ésta es la pregunta que se hace todo el mundo tras el rechazo de los franceses de esta Constitución Europea. Obviamente la respuesta será diferente según de dónde venga.
Si hablamos de los poderes públicos y sus apéndices mediáticos, se intentará seguir adelante con el mínimo coste político. Lo último será actuar democráticamente, o sea, modificar el texto constitucional atendiendo a las demandas de la gente. Ése sería el peor escenario posible, el fracaso total de la clase política; algo así como si Moisés, al bajar de la montaña con los mandamientos divinos, tuviera que modificarlos al ver que el pueblo estaba adorando el becerro de oro.
Lo primero será pues menoscabar el resultado y ofrecer un análisis sesgado sobre las causas del mismo. Segun esto, los franceses habrán dicho NO para castigar a Chirac, por la división de los socialistas, por miedo a la inmigración, por la coyuntura económica, por el avance de ideologías extremistas, porque no se supo explicar lo maravillosa que es la constitución, etc. Es decir, se ignorará cualquier análisis centrado en la constitución en sí misma, en su texto y sus artículos concretos.
Una vez se haya determinado que el rechazo a la constitución ha sido obra de causas ajenas a ella, que por definición es perfecta e intocable, se intentará aprobarla de algún otro modo. Seguramente se esperará a que los demás países se pronuncien. Dado que la mayoría de los países la ratificarán, eso dará más fuerza a la propaganda para convocar un nuevo referéndum en los países díscolos, a ver si entran en razón.
En cuanto a los partidarios del NO que argumentan sobre el contenido de la constitución y su proceso de aprobación, será importante no caer en triunfalismos excesivos. Ante todo, no hay que ir al extremo opuesto y caer en la ingenuidad de pensar que todos los rechazos han sido producto de un análisis serio y racional del texto. No hay que engañarse, ésos son sólo una minoría.
Por eso es necesario intensificar, ahora más que nunca, la labor pedagógica para explicar en qué consiste la constitución que se intenta aprobar y cuáles son sus aspectos más oscuros, aquellos que no comenta la propaganda oficial. Si se trabaja en ese sentido no sólo se ampliará esa minoría consciente sino que se aumentará la probabilidad de volver a rechazar este texto en el futuro. Se ha ganado el primer asalto, pero el siguiente será más duro, que nadie lo dude.