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La “soberanía europea” en defensa, puede ser tan mala como la actual hipoteca

Y Macron se fue a la guerra

Fuentes: rafaelpoch.com

«Sin un verdadero ejército europeo», los europeos no podrán ser defendidos, «Europa debe protegerse, «de forma más soberana sin depender únicamente de EE.UU.», ha dicho Emmanuel Macron la semana pasada. Defenderse, «ante Rusia que está en nuestras fronteras y que puede ser amenaza» (…) «defenderse de China y hasta de Estados Unidos», que acaba de […]

«Sin un verdadero ejército europeo», los europeos no podrán ser defendidos, «Europa debe protegerse, «de forma más soberana sin depender únicamente de EE.UU.», ha dicho Emmanuel Macron la semana pasada. Defenderse, «ante Rusia que está en nuestras fronteras y que puede ser amenaza» (…) «defenderse de China y hasta de Estados Unidos», que acaba de anunciar la retirada del acuerdo de desarme de misiles nucleares tácticos (INF) que perjudica a la seguridad europea.

El ayudante del sheriff quiere independizarse

El presidente francés tiene razón: Europa debería ser soberana en política exterior y de seguridad. La UE no es un factor autónomo del mundo multipolar en formación, porque su política exterior está hipotecada por la OTAN. Un bloque militar bajo mando americano determina, y militariza, la política exterior y de seguridad europeas.

En su región, la UE ha contribuido desde la disolución de la URSS a meterle el dedo en el ojo al oso ruso ampliando la OTAN, un bloque que debería haberse disuelto tras la disolución no solo de su homólogo, el Pacto de Varsovia, sino de la propia URSS. Con su ampliación, su política de cambio de régimen en Ucrania, y colocando tropas y armas a tiro de San Peterburgo y Moscú, se ha seguido la estela de unos intereses ajenos. Y fuera de su ámbito aun peor.

Vemos tropas y armas de Estados de la UE en todas las guerras criminales y focos de tensión abiertos por Estados Unidos en el mundo (Afganistán, Irak, Báltico, Mar Negro…) En Libia y Siria ha habido algo más que seguidismo inercial y vasallaje. Allí hay que hablar de protagonismo. Estamos hablando de verdaderos crímenes, los peores de lo que llevamos de siglo, con varios millones de muertos a su cargo.

Hay que trabajar para emanciparse de la OTAN, sí, pero no hay que ser ingenuo: hay que hacerlo presentando una alternativa a la actual proyección de la UE en el mundo (política exterior y de seguridad). Algo no belicista, no crematístico y comercialmente menos injusto de lo que tenemos ahora, de acuerdo con los retos del siglo (calentamiento global, proliferación de la destrucción masiva y desigualdad social y regional). Si la emancipación de la hipoteca no incluye ese cambio (o una influencia política significativa en esa dirección), hacemos la cama a la derecha alemana y europea que por «soberanía exterior europea» entiende configurarse como un polo imperialista no muy diferente del que es junto a EE.UU. Pasar de ayudante del Sheriff a matón soberano y más independiente, no es progreso.

El «continente de paz» es una ficción

Esa es, con toda probabilidad, la «soberanía militar europea» que tienen en mente los Merkel, Macron y los oligarcas de Bruselas, Frankfurt, Londres, Berlín, París y Madrid. No hay que hacerse la menor ilusión sobre este «europeísmo militar», y esta «Europa de la defensa», mientras no haya capacidad política para cambiar sus presupuestos. Quinientos años de historia europea, en los que el continente fue la zona más guerrera del mundo, nos contemplan. Pero, ¿no es eso remoto pasado?, ¿no vivimos desde 1945 en un continente de paz? Pues no.

Desde 1945 a 1989 vivimos en algo bien distinto a la paz: en una guerra fría que no mudaba en caliente por miedo a la MAD, la destrucción nuclear mutua asegurada, es decir la forma suprema de la estupidez humana. Y de puertas afuera, gran parte de las naciones europeas siguieron prodigando sus bendiciones bélicas en nombre de la civilización en sus imperios coloniales; Francia en Argelia (1954-1962) e Indochina (1945-1954), Holanda en Indonesia (1945-1949), Bélgica en el Congo, Francia e Inglaterra con la intervención contra Nasser en Suez (1956). Portugal (miembro fundador de la OTAN en 1949 que ingresó en la UE en 1986), luchó en Angola, Guinea-Bisáu y Mozambique entre 1961 y 1975. Inglaterra y su Commonwealth, que en la posguerra controlaba una cuarta parte del mundo y de su población, tenía un rosario de frentes abiertos; en Palestina, India/Paquistán, Kenya, Malasia, Birmania e Irlanda…

Por lo menos no se luchó en casa. Pues tampoco: allí están las guerras de Yugoslavia, que no fueron guerras de la UE propiamente dichas, pero sí propiciadas por ella, o la actual en Ucrania. Y eso ya es tierra europea. El «continente de paz» es una ficción. La simple realidad es que esa es la Europa realmente existente que aspira a la soberanía. Telón sobre el estúpido narcisismo de Bruselas con música del himno de la alegría de fondo: Europa no es solo Beethoven, Galileo y la Ilustración, sino también Auschwitz, el colonialismo y la Inquisición. Así que, menos cuento: soberanía militar, sí, pero, ¿para hacer qué?

¿Una disuasión nuclear europea?

Interesante y significativo el discreto debate que el tema militar suscita en el seno del establishment alemán. El pretexto son las «dudas sobre la fiabilidad de Estados Unidos como aliado de Europa», la «incertidumbre transatlántica», señalan en dos artículos independientes Michael Rühle y Christian Hacke, dos expertos alemanes. El primero en la revista de la DGAP, el principal think tank de la política exterior de Berlín.

«Los dirigentes políticos y militares deben estar en posición de defender la disuasión nuclear contra sus críticos», escribe Rühle en el último número de esa publicación. Respecto a Hacke, profesor emérito de la Universidad de Bonn, se pregunta, «en qué condiciones y a qué costes», podría Alemania convertirse en la, «potencia nuclear central de Europa». Los realistas como el ex embajador Wolfgang Ischinger, director de la infame Conferencia de Seguridad de Munich, un foro anual de la OTAN y del complejo militar-industrial europeo, rechaza la nuclearización soberana de Alemania (que alberga bombas nucleares en las bases americanas de su territorio) y apunta a otro escenario: que Francia amplíe el paraguas de su disuasión a la UE: «París podría en el futuro adoptar un papel nuclear en el sentido de una disuasión ampliada en Europa», dice.

En París no parecen tener muchas ganas de socializar uno de sus últimos atributos de soberanía, la militar-nuclear, en beneficio de «Europa» (léase Alemania): «Francia no tiene la menor intención de acceder a una fuerza nuclear europea bajo mando de la UE», señala en la misma revista alemana (Internationale Politik) el director de la Fondation pour la Recherche Stratégique, Bruno Tertrais. Lo más que se podría conceder sería una «garantía de protección» a los aliados europeos…

La música va por aquí y no hay que ser ingenuos: tal como están las cosas en este continente socialmente adormecido y políticamente cada vez más pardo, harán con la «soberanía militar» lo mismo que hicieron con la «Europa sin fronteras»: una autopista a la estricta medida de los intereses oligárquicos.

(Publicado en Ctxt)

Fuente: https://rafaelpoch.com/2018/11/14/y-macron-se-fue-a-la-guerra/#more-176