-Los candidatos y candidatas de Iniciativa Internacionalista (I.I.) proclaman sin rubor ni continencia alguna su rotundo desprecio por la monarquía -un sistema impuesto, dicen, por el dictador genocida, Franco-, y su reivindicación de la República. No es sólo mera nostalgia para los 14 de abril, sino una exigencia concreta: república como forma de estado que […]
-Los candidatos y candidatas de Iniciativa Internacionalista (I.I.) proclaman sin rubor ni continencia alguna su rotundo desprecio por la monarquía -un sistema impuesto, dicen, por el dictador genocida, Franco-, y su reivindicación de la República. No es sólo mera nostalgia para los 14 de abril, sino una exigencia concreta: república como forma de estado que le quite el poder a la oligarquía capitalista que gobierna en provecho propio y restaure una verdadera soberanía popular.
Promover la III República es, pues, uno de los objetivos políticos inmediatos de esa candidatura. Dada el progresivo deterioro del sistema de la Transición -hasta hace poco casi sacrosanto y ahora corrupto hasta los cimientos-, la monarquía con sus vínculos militares constituye la estructura más sólida de un sistema dispuesto a defenderse con la represión.
-La llegada de la III República, que califican de socialista con nulo respeto a los científicos sociales que han declarado que esa opción está históricamente superada, exige un proceso constituyente que tendría que imponer una fuerte movilización popular dada la enorme rigidez del sistema político.
Así pues, la incorporación de los ciudadanos a la política -que rompe con la estrategia de exclusión aplicada en las últimas décadas-, es otro de los objetivos primarios de Iniciativa Internacionalista. La democracia, pero en serio. Algo para hacer temblar hasta los cimientos al sistema oligárquico que nos gobierna.
-Las candidatas y candidatos de I.I. sostienen que la característica más determinante del sistema político actual es la corrupción.
Corrupción económica convertida en el verdadero motor del sistema capitalista, y una paralela corrupción política que ha liquidado cualquier rastro democrático en el sistema político. Ambas estructuras de poder están, desde luego, intimamente relacionadas.
-Las candidatas y candidatos de I.I. afirman de manera reiterada que la crisis económica -que califican de catastrófica- demuestra la imposibilidad de crear un sistema social mínimamente justo y estable bajo el capitalismo.
La crisis, que reclama medidas políticas y económicas inmediatas de apoyo a los trabajadores y a los sectores populares marginados por el paro, exige la determinación concreta de transformar el sistema económico hacia la propiedad pública de los medios de producción, democratizando el control de los instrumentos de intervención y de poder económico.
-La crisis tiene responsables políticos y económicos, y es necesario exigir responsabilidades. Las primeras las de los que ocultaron la crisis durante más de un año: Zapatero y Rajoy, entre ellos. Es absolutamente antidemocrático, y de un descaro descomunal, que el sistema de poder -que incluye a los medios de comunicación que fabrican la «opinión pública» al servicio de los poderosos- determine que los responsables de la crisis sean necesariamente, los gestores de la misma. Los que hicieron posible la multiplicación infinita del dinero -que iba acompañada, no puede olvidarse, de mecanismos de concentración acelerada de la riqueza y de pérdida de derechos por los trabajadores-, no pueden gestionar la economía para llevarla al punto de partida.
-La crisis no puede resolverse con enormes gastos de «salvataje bancario» y con apoyos multimillonarios a las grandes empresas del automóvil.
La crisis es, prioritariamente, un desastre social y una situación de enorme sufrimiento humano. Es ahí, en donde los poderes públicos deben actuar directamente. Es criminal aplicar para salir de la crisis las mismas recetas que están en el origen de ella -las que dan prioridad absoluta a los «empresarios» como «generadores de riqueza», y castigan a los trabajadores como «costes de producción» que disminuyen la «competitividad de las empresas.
Como puede ustedes ver -señores Zapatero y Rubalcaba-, nuestras propuestas políticas: República, democracia, socialismo, exigencia de responsabilidades ante la crisis, prioridad en la atención pública a los trabajadores, van mucho más allá de lo tolerable.
Procedan, pues, en consecuencia. Tengan en cuenta, no obstante, que esta batalla, a medio plazo, no la ganarán ustedes.
La ganará el pueblo y a ustedes se los llevará la tormenta.