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La incorruptible de la Vouli

Zoé Konstantopoulou, diputada de Syriza y presidenta del Parlamento griego

Fuentes: Le Monde

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

La noche cayó hace rato sobre Atenas. En los pasillos desiertos de la Vouli, el Parlamento griego, reina la calma. Excepto en la antecámara de la presidenta, Zoé Konstantopoulou. Son más de las 11 de la noche y varias personas esperan para verla. «Es así todos los días desde que asumió el cargo el 6 de febrero de 2015», explica una empleada que ha venido a dejar varios expedientes para tratar al día siguiente. «Durante su jornada encadena citas, debate en la tribuna y por la tarde recibe hasta las 2 o las 3 de la madrugada. Hace más de 30 años que trabajo aquí y nunca conocí semejante capacidad de trabajo», nos dice asombrada esta funcionaria que sin embargo ha visto desfilar a una decena de presidentes.

Zoé Konstantopoulou, diputada del partido de izquierda radical Syriza, que ganó las elecciones legislativas del 25 de febrero de 2015 en Grecia, resultó triunfalmente elegida presidenta del Parlamento, el 6 de febrero de 2015, con 235 votos sobre un total de 298 diputados presentes, un récord. Además, a sus 38 años, es la presidenta más joven de la Vouli y la segunda mujer que llega a este cargo. «Una coartada para Syriza, que no nombró ninguna ministra en su Gobierno y ha querido rectificar su error proponiendo a Zoé Konstantopoulou para presidir el Parlamento», ironiza un diputado de oposición del partido Nueva Democracia. «Desde entonces juega a la dominadora en la tribuna desde lo alto de su metro ochenta, pero debe aprender que no se puede dirigir un parlamento enfrentándose a los propios diputados».

Esas violentas opiniones no sorprenden a la interesada, «hay un auténtico problema generacional y sexista en los que han gobernado Grecia hasta ahora, pero tendrán que acostumbrarse. Quiero cambiar este Parlamento dando ejemplo de democracia, de libertad y también de responsabilidad».

La presidenta es muy grande. Su poderosa silueta domina muy a menudo la asamblea en la que se encuentra. Siempre estrictamente vestida con chaqueta sastre negra, encaramada todo el día en tacones de siete centímetros y con el único adorno de su larga cabellera castaña, esta joven mujer rompe una Vouli todavía ampliamente masculina. «El hecho de que solo haya 69 mujeres sobre 300 diputados en el Parlamento demuestra que queda un largo camino en el terreno de la paridad», señala Zoé instalada en su amplio despacho con mosaicos murales barrocos. «He tenido dos abuelas excepcionales, Zoé y Vasso. Dos mujeres autodidactas y fuertes que me enseñaron a elegir libremente mi vida, a no sufrir. A pesar de lo que piensan algunos no solo estoy aquí para responder a los imperativos de la paridad».

Según Manolis Hatziyakoumis, uno de sus antiguos profesores, «siempre ha tenido pasión, curiosidad y sobre todo un sentimiento muy desarrollado con respecto al interés general». Este hombre mayor y muy digno fue profesor particular de toda una generación de griegos que actualmente se encuentran en puestos claves, como el actual alcalde de Atenas, Georges Kaminis, o el antiguo rector de la facultad de derecho y diputado conservador Théodore Fortsakis, a menudo juristas. «Para mí lo más importante era hacer a mis alumnos humanistas. ‘La justicia es la madre de todas las virtudes’, decían los antiguos griegos. Estoy completamente de acuerdo. Y con los conocimientos de justicia y ética es lo que enseñé a Zoé. Creo que la ley es todo para ella».

Procedente de un linaje de abogados la presidenta eligió continuar el ejemplo familiar y emprendió sus estudios de derecho en la Universidad de Atenas que completó con un máster de derecho penal europeo en La Sorbona, París, en el año 2000. Después consiguió un diploma en derechos humanos y derecho penal nacional e internacional en la universidad de Columbia, en Nueva York.

Al mismo tiempo se implicó en las organizaciones sindicales estudiantiles, asesoró jurídicamente de forma gratuita y enseñó inglés a los detenidos de la prisión de Fresnes, en el valle de Marne, durante su estancia en Francia. «Es muy importante dar un poco de lo que recibes. Creo que los estudiantes, sobre todo los de derecho, enseguida pueden ser útiles a la sociedad», opina Zoé. Convertida en abogada representó en particular a la familia de Alexis Grigoropoulos, el adolescente asesinado en diciembre de 2008 por un policía griego en Atenas y cuya muerte provocó tres semanas de disturbios urbanos. «No era más que un crío de 15 años que había salido a tomar un refresco con sus amigos. Cuando oí la noticia la injusticia me revolvió el estómago. Conseguimos la cadena perpetua para el asesino y diez años para su cómplice», se felicita, grave de repente.

Baño de militancia

Su padre Nikos Konstantopoulou, también abogado, entre 1993 y 2004 fue presidente de Synaspismos, un partido de izquierda radical convertido después en el principal componente de Syriza.

Su madre, la periodista Lina Alexiou, a menudo denuncia las injusticias sociales en sus reportajes. La joven Zoé, pues, está inmersa en un ambiente militante desde su infancia.

«Es hija de su padre. Muy ambiciosa y siempre ha buscado los medios para escalar dentro de Syriza», dice un diputado de Nueva Democracia.

«Por supuesto mi interés es la política», responde Zoé Konstantopoulou, «pero pensaba permanecer más bien en segunda fila, porque sé hasta qué punto es un proceso exigente y adoro mi trabajo de abogada». Sin embargo en 2009 se unió a la lista de Syriza para las elecciones europeas. «Pero eso en realidad fue porque decidí implicarme debido a la crisis. Se convirtió en un deber», afirma Zoé.

En junio de 2012 resultó elegida diputada. Comenzó entonces un período agitado que la hizo conocida para el gran público. La lucha contra la corrupción y el fraude fiscal se convirtieron en su caballo de batalla. Escribió el libro negro de la vergüenza que compila los asuntos políticos-financieros que su partido considera escandalosos y sobre todo se lanzó a una auténtica cruzada en torno a la «lista Lagarde», que contiene la lista de los exiliados fiscales griegos en Suiza, «una radiografía perfecta de la corrupción y la colusión a la griega», según ella.

Dicha lista, entregada en 2010 por la exministra francesa de Economía Christine Lagarde a su homólogo griego de entonces, Georges Papaconstantinou, debía producir la creación de una comisión parlamentaria de investigación para examinarla. Zoé Konstantopoulou fue ponente y se reveló la más combativa durante las audiciones de los testigos. La joven no dio marcha atrás en ninguna cuestión lo que enfadó y provocó estallidos de cólera sin precedentes que se oían desde el exterior de la sala donde se hacían los debates a puerta cerrada.

«Sus arrebatos quedaron para la posteridad», comenta divertido uno de sus próximos. Según Méliza Méya, su amiga de la infancia y testigo de su boda en 2014 con el marino Apostolis Mantis, «la Zoé apasionada que ha descubierto la gente es la que conozco desde siempre. Desde la escuela primaria es hipersensible a la injusticia y lucha por sus derechos y los de sus compañeros. De niñas éramos fans de la serie estadounidense Matlock, la historia de un abogado que se hacía cargo de cualquier caso». Méliza Méya describe una mujer «sencilla y alegre en la intimidad pero que debe armarse de seriedad y rigor frente a ese mundo político que tiene miedo de perder sus privilegios y es muy violento con ella».

Desde que llegó a presidenta del Parlamento Zoé Konstantopoulou no ha hecho muchos amigos.

«La apodan Robespierre porque le gusta cortar cabezas y se erige en incorruptible moralizante, como el revolucionario francés», cuenta un diputado del partido de centroizquierda To Potami. «No se comporta normalmente con el afán de equilibrio y compromiso que debe caracterizar a un presidente del Parlamento», acusa Manolis Kéfaloyiannis, diputado de Nueva Democracia con el que Zoé Konstantopoulou ha tenido algunos encontronazos. «Es un poco populista. Da su opinión respecto a todo».

Según Stavros Theodorakis, presidente de To Potami, «todos los días demuestra que no sabe colaborar y creo que incluso el primer ministro Alexis Tsipras lamenta haberla puesto ahí».

Un feroz espíritu de independencia

Una referencia directa al rechazo de Zoé Konstantopoulou de votar en una reunión del grupo parlamentario, el 25 de febrero de 2015, un acuerdo de cinco días antes entre el Gobierno griego y sus acreedores que preveía la ampliación de cuatro meses del programa de préstamos en curso. «Se trataba de una consulta interna en el partido, pero creo que es esencial que en los procedimientos importantes cada uno dé su opinión sincera», responde sin rodeos la presidenta. Este feroz espíritu de independencia molesta incluso en su partido. «Actúa sobre todo para sí misma y en realidad su aspiración es colocarse como potencial delfín dentro de Syriza», opina un miembro del comité central del partido.

El 4 de marzo de 2015 Zoé Konstantopoulou presentó un catálogo de reformas que quería hacer en el Parlamento. Acabar con algunos privilegios de los diputados, luchar contra el absentismo parlamentario amenazando con recortar un 50% de sus sueldos a los que no se presentasen a las sesiones más de cinco veces al mes. Algunos de sus anuncios hicieron rechinar los dientes en una institución poco acostumbrada a tanta intrepidez.

Sobre todo la presidenta ha prometido que creará, en las próximas semanas, una comisión de auditoría de la deuda griega. «El objetivo es determinar el eventual carácter odioso, ilegal o ilegítimo de las deudas públicas contraídas por el Gobierno griego», precisa la presidenta aludiendo a varios asuntos de corrupción y a la opacidad que rodea la adquisición de armas por parte de su país. «El pueblo tiene derecho a exigir que se elimine la parte ilegal de la deuda si la comisión comprueba dicha ilegalidad». Una declaración explosiva mientras el Gobierno griego, que busca desde hace tiempo una quita de buena parte de la deuda, parece haberse rendido estas últimas semanas a los argumentos de sus acreedores y solo habla ya de renegociación.

«Estamos al principio de las negociaciones con nuestros proveedores de fondos», subraya Zoé Konstantopoulou. «No hay que admitir que el Eurogrupo sea el único interlocutor de Grecia porque la humanidad solo está hecha de relaciones económicas». Fortalecer la democracia, reubicar a los pueblos y sus derechos en el centro de los proyectos políticos, en Grecia como en Europa, «no son objetivos románticos, sino imprescindibles si no queremos que Europa estalle», concluye la presidenta. Una auténtica profesión de fe, nos permitimos subrayar. Y Zoé Konstantopoulou nos responde maliciosa «bueno, mi despacho, aquí, es la capilla de la hija del rey mientras que el Parlamento sigue siendo el palacio real». Acepta profesión de fe, «pero republicana y democrática».

Adéa Guillot es corresponsal de Le Monde en Atenas.

Fuente: http://fischer02003.over-blog.com/2015/03/biographie-de-zoe-konstantopoulou.html