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Perú

La mano del diablo

Fuentes: Rebelión

Don Juan Velasco Alvarado solía decir que en política, las coincidencias no son casualidades. Era esa una manera de señalar que lo que ocurría, no era producto del azar, ni el resultado de una voluntad divina; sino la consecuencia natural y lógica de un proceso determinado, el resultado de fenómenos que sucedían antes, y que […]

Don Juan Velasco Alvarado solía decir que en política, las coincidencias no son casualidades. Era esa una manera de señalar que lo que ocurría, no era producto del azar, ni el resultado de una voluntad divina; sino la consecuencia natural y lógica de un proceso determinado, el resultado de fenómenos que sucedían antes, y que tenían una secuela previsible.

Hoy se sabe, por ejemplo, que el asesor de la Procuradora Jenny Vilcatoma, que sigue en pantallas atacando al titular de Justicia, es militante aprista y está integrado el núcleo más ligado a Alan García.

Se sabe, además, que el abogado de la trabajadora del hogar que denunció a la ministra Carmen Omonte por «no pagarle el íntegro de lo que le correspondía», es también militante del mismo colectivo partidista.

Y que el Procurador del Estado para la lucha contra el terrorismo -el señor Galindo- que quiso acusar a «La Cautiva» de hacer «apología del terrorismo», asumió esa función durante el gobierno del señor García, y se mantuvo en ella por desidia, o timidez, de la administración actual.

En esa línea de reflexión, ¿se sabrá mañana que los dos subalternos que cuadraron un vehículo con lunas polarizadas ante la casa de a Vicepresidente de la República Marisol Espinoza para «reglarla» tienen el mismo signo?

Podría ser. Porque nadie puede suponer que tras la gestión, en los portafolios del Interior y de Defensa, de ministros como Rafael Rey o Mercedes Cabanillas, el APRA «no `sembró a nadie» en el sector. O que dejó al Poder Judicial sin «los suyos» no obstante asegurar el marco institucional que garantice la impunidad del señor García en el plano legal.

Es cuestión de ver nomás, y rascar un poquito, quitando el polvo de la mesa para que aparezca la identidad política de quienes tuvieron la tarea de impulsar esa pachotada que sólo sirvió para deleite de la «prensa grande» y es escándalo mediático.

En el caso, recordemos una frase célebre del filósofo francés Francoise Maurioc. Comentando el secuestro y ejecución del líder marroquí Ben Barka, atinó a decir: «Si los servicios norteamericanos eran inocentes en este asunto, es el diablo que procedió en nombre suyo».

Parodiando el concepto, podríamos decir que si el cogollo alanista no estuvo metido en este entuerto, fue el diablo el que urdió esta maniobra, procediendo en nombre suyo.

Lo que lamentablemente no perciben algunos, es que los peruanos estamos ante un proceso en el que el Partido de García, y la Mafia Fujimorista andan desatados. Y hacen todo lo que tienen a su alcance para envilecer el escenario político atacando a diestra y siniestra, con lo que tienen a la mano.

Juegan todas sus cartas, mueven todas sus piezas, agitan todos sus resortes, con un solo propósito: desacreditar al máximo la gestión actual no porque discrepen de su accionar -que en el fondo, comparten en buena medida- sino porque quieren «ponerse a la cabeza» de la batalla electoral que se inicia, con miras a alzarse el santo y la Limosna, el 2016. ¡De eso se trata!.

Sus blancos preferidos son ciertamente los ministros. Sobre todo aquellos que, por falta de experiencia política, criterio errado o deformaciones obran ingenuamente, cometen errores, o actúan con torpeza. Los hacen leña, aprovechando que disponen del control casi absoluto de ¡la «Prensa Grande»!

Los ministros de justicia, Defensa, Interior y de la Mujer, y la Presidencia del Consejo de Ministros, son el bull preferido en el bastidor de la Mafia. Y contra él, ellos disparan armas del más variado calibre. ¡Barren a Gabinete entero!

Pero si ese es su «objetivo táctico», su «misión estratégica» es otra: llegar al Presidente y a su esposa, a la que miran con espanto pensando -quizá- en que se le pueda ocurrir ser candidata presidencial el 2016. La sola idea, les derrite el entusiasmo, y les escarapela el cuerpo.

Veamos tan solo algunos ejemplos de lo que ocurre. Antes, cuando formaban parte de la bancada parlamentaria nacionalista, al congresista Pari o a la congresista Esther Saavedra, nos los conocía nadie. No los invitaban los medios a entrevista alguna, no les publicaban una línea, ni les cedían el menor espacio en la prensa hablada, escrita o televisada. ¡Ni los veían!

Ellos se desplazaban silenciosamente por los pasillos de la Cámara, sin que nadie advirtiera siquiera el ruido de sus pasos.

Hoy, en cambio, cuando son «portavoces» de un núcleo disidente, los entrevistan todos los días, les conceden espacio, les publican notas, los alientan para que denuncien, y los abordan en los pasillos tan sólo para preguntarles si van a interpelar a un ministro, o censurar a otro.

Al congresista Sergio Tejada -de muy limpia trayectoria parlamentaria- lo miraron siempre con desdén y desconfianza, le mezquinaron espacios pese a tener verdaderas primicias periodísticas referidas a la investigación del grupo parlamentario encargado de indagar los desaguisados de García.

Hoy, le han abierto las páginas de los diarios y las pantallas de la Tele, para preguntarle sólo cuándo renunciará al Partido Nacionalista. Es que se han enterado que Tejada cuestiona la «Ley Pulpín». «¡Ya está con un pie afuera!», aseguran jubilosos, pesando que así, uno a uno, se irá desgajando la bancada parlamentaria del gobierno y éste quedará aun más debilitado. Ahora «hablan bien» de Marisol Espinoza y hasta de Susana Villarán, para arrinconar a Urresti.

El sueño que abrigan es que el PNP no pueda levantar nada. Ni siquiera una candidatura presidencial que amague las posibilidades electorales de la dupla que hoy juega su partido de oro: Alan y Keiko.

De torpes, no tienen nada. Ni de ilusos, tampoco. Están buscando, incluso, la posibilidad de «ir juntos» a los comicios que se avecinan.

Un solo Frente -«Democrático», dicen- que recoja la fórmula de sus sueños: Alan de Presidente y Keiko de Vice; o Keiko de Presidente y Del Castillo de Vice; con Alan consagrado como «figura nacional expectaticia» en algún cargo «de más alto nivel».

Pero la angurria les da para más. Ya comenzaron a hablar de una «indispensable reforma constitucional» ¿En qué consiste, la que ya soltaron? Muy simple: como en «los países avanzados» -Estados Unidos, por ejemplo- hay que establecer la reelección presidencial inmediata, por sólo un periodo adicional, reduciendo cada mandato a cuatro años, en lugar de los cinco actuales, Ese «cambio» -lo dicen sin vergüenza- debiera ser aprobado ahora, pero no para este gobierno -o éste Presidente- sino para el próximo.

Como sueñan con García, o Keiko, tientan la posibilidad de tenerlos no cinco, sino ocho años en el gobierno. Después dirán que ese es «el tiempo que se necesita para poner orden en un país en caos».

Para ellos, este «caos» no tiene que ver con el pago de exiguas sumas a los fonavistas, ni con la ley Pulpín. Ni siquiera con la «inseguridad ciudadana que tanto les angustia. Está más bien orientado a otear el escenario continental. Lo que les interesa, no es tanto el Perú. Es América.

Por eso se han sumado de inmediato a la grita bonaerense contra la Presidente Cristina Kichner a raíz de la muerte de un fiscal en el país del Plata; a la campaña agraviante contra Evo Morales, el mandatario Boliviano, al que buscan envolver en el tema Martín Belaúnde; y en la denigrante ofensiva contra el gobierno bolivariano de Venezuela, al que detestan por el ejemplo de dignidad que fluye de su política concreta.

Son conscientes que, en los dos últimos años, perdieron ya las elecciones en varios países: El Salvador, Bolivia, Chile, Brasil, Uruguay, e incluso Colombia, con la derrota de Uribe. Hoy creen que podrán resarcirse un tantito si ganan en Argentina, y en el Perú, el 2016. Esa es, para ellos, a batalla decisiva.

Estamos advertidos, entonces. Dar un paso atrás, haciéndole juego al diablo, es caer en un abismo sin fondo. Darlo adelante, es abrir el camino a una esperanza, que no será cierta si a ella no se suma la fuerza unida y organizada de un pueblo consciente que sabe combatir, y lo hace.

Gustavo Espinoza M. es miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.

Blog del autor: http://nuestrabandera.lamula.pe

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.